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La novela más peculiar del momento está escrita a cuatro manos por una madre y un hijo

Luiso Soldevilla y Beatriz Roger firman Marismas, una novela que gira en torno a un siniestro caso de desapariciones en la Costa Brava.

Beatriz Roger y su hijo, Luiso Soldevilla. | Planeta

Imagínenselo. Un hijo llega y le entrega a su madre un manuscrito. Son algunos capítulos sueltos. Una idea de novela. Ese albor embrionario que ilusiona pero del que no se sabe qué esperar. Por eso se lo enseña a su madre, "voraz lectora de novela negra", como se define a sí misma, y por eso le expone también los rasgos principales del que, ya lo ha decidido, será su detective protagonista. Ella le hace algunas pequeñas correcciones, se muestra entusiasmada y aporta ideas. Y él —recuérdenlo, un hijo ilusionado— le propone terminar de escribirla a cuatro manos. De todas las historias que encierra Marismas (Planeta), quizás la más alucinante sea que una madre y un hijo se hayan pasado dos años escribiendo sin partir su relación. Cosas menos serias han hecho caer imperios.

"Pero es que los dos somos muy parecidos", explica Beatriz Roger. "Somos dos sentimentales, pero nos llevamos muy bien". Madre e hijo explican a este periódico la gestación de su primera novela conjunta, que esperan que no sea la última. "Queríamos participar del libro en la misma medida", añade Roger. "Como si, de la mezcla de los dos, saliese una tercera persona". Por eso no se han dividido capítulos ni temas, y ambos han corregido los escritos del otro, llegando a acuerdos con una facilidad inesperada. "Lo más problemático ha sido la creación de los personajes, antes que el desarrollo de la trama", explica Luiso Soldevilla. "A lo mejor a veces yo quería subrayar los rasgos más duros de alguno, y ella quería hacerlo más sensible, por ejemplo. Pero lo bueno es que nos llevamos muy bien y tenemos toda la confianza para decirnos las verdades a la cara. Alguna vez he tenido que decirle, ‘mamá, ningún chico habla así’, por ejemplo, (risas), pero también he tenido que callarme cuando ella se plantaba y me decía, ‘Luiso, esto va a ser así, y punto’".

Marismas gira en torno a Nico Ros, un detective con un pasado traumático pero un presente esperanzador. "Una de las cosas en las que no queríamos caer es en el tópico del detective amargado", explica Beatriz. "A veces me da la impresión de que muchos de los investigadores de la literatura negra se quedan anclados en los mismos problemas eternamente. A mí me puede enganchar una trama, me puede gustar lo que me plantea una novela, y sin embargo me apaga un poco la vida del protagonista, siempre enquistado en un pasado irresoluble". Nico Ros, por tanto, será un personaje que evolucione. "Él toma la decisión de plantarse y luchar para superar lo que le pasó", añade Luiso. "Y nosotros queremos que siga por ese camino".

Su pasado traumático apenas se desvela en esta primera novela, aunque sus autores ya piensan en su desarrollo futuro —"Por nosotros que no quede, ya tenemos títulos e ideas de próximas novelas", dicen—. Lo que sí que se sabe es que perdió a una pareja hace tiempo y que mantiene una relación de amor-odio con un narcotraficante inmiscuido en aquel suceso. Ahora vive casado con la hermana de aquella y disfruta de sus primeros días de paternidad, hasta que la desaparición de una niña en Llafranc, pueblo de la Costa Brava en el que solía veranear, le saca por completo de la rutina y le obliga a desentrañar una truculenta trama que amenaza con romper la paz de una comunidad tranquila.

Se trata de una historia siniestra. Se regodea en la húmeda oscuridad de las marismas de la Costa Brava, en los misteriosos cánticos nocturnos de las niñas desaparecidas, y en una voz sin rostro que se afana por perseguirlas, para obligarlas a jugar con ella eternamente, sin que nada ni nadie las pueda encontrar jamás. A ello deberán enfrentarse tanto Nico Ros como el resto de personajes que engordan la trama, cada cual con su propio pasado y personalidad. "Para mí lo más importante de cualquier libro son sus personajes", dice Luiso. "Nadie es completamente bueno ni malo. En ese sentido, creo que nuestra novela tiene personajes bastante interesantes".

Los referentes de ambos autores coinciden, "aunque tal vez yo me vea más influenciado por el cine que mi madre, mucho más lectora que yo", reconoce Soldevilla. Roger tiene claro que la literatura es la principal fuente de su inspiración. "Soy voraz lectora de novela negra", explica. "Pienso en Henning Mankell, por ejemplo, o en Ian Rankin. En Elisa George, en Batya Gur. Siempre he estado leyendo novelas de detectives. Es un mundo que me atrae mucho. Estudié criminología, así que te lo puedes imaginar", resume. Soldevilla, por su parte, comparte con su madre la pasión por las novelas de Mankel: "Esa manera de elaborar historias redondas y creíbles, con personajes tremendamente humanos". Pero añade un referente fundamental: "True detective, la serie que salió hace unos años, me apasiona. No es la única, evidentemente, pero diría que sí que es de las que más me ha influenciado". Ahora será Nico Ros quien alimente estanterías ajenas. Quién sabe durante cuantos libros más.

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