Arcadi Espada: "La labor del periodista es simple: apuntar a un hecho que no tiemble al ensanchar el foco"
El periodista publica La verdad, una recopilación de textos sobre uno de los temas que más ha alimentado su trabajo.
Dice Arcadi Espada que la verdad le pone. Lleva toda una vida dejándolo claro en los periódicos. En reportajes, entrevistas y columnas, nunca ha dejado de entrar en las polémicas que alimentan la actualidad mediática, aportando puntos de vista que obligan siempre a revisar lo que se da por sentado. Su esfuerzo por desarticular las artimañas de la mentira, por centrarse en la objetividad de los hechos, materia única de la labor periodística, ha quedado escrita en libros y ensayos. Ahora acaba de publicar una última recopilación de textos bajo un título que no necesita demasiadas explicaciones. La verdad (Península), podría ser una reflexión acerca del oficio periodístico. Pero su tema desborda el mero formato de la prensa. Hablamos con él:
Pregunta: Fue Pilatos quien preguntó, con presunta sorna, qué es la verdad. Bien: ¿Qué es?
Respuesta: ¿Qué es la verdad? Yo no sé lo que es la verdad. Creo que hay cosas tan absolutamente obvias que deslumbran. Tú no puedes responder a esa pregunta porque el fuego en los ojos te impide hacerlo. Todo el mundo lo sabe. El deslumbramiento de la obviedad es tan grande que impide cualquier respuesta.
P: ¿La verdad sólo tiene una cara, como rescata de Montaigne? ¿Por qué es tan difícil ponerse de acuerdo?
R: Nos ponemos de acuerdo fácilmente. Tu camisa es de color azul, la mía es de color blanco. Tan fácil como eso.
P: Y, aún así, existe gente capaz de rebatirlo.
R: Bueno, todo el mundo puede decir lo que le parezca. Todo el mundo puede mentir. Por eso Montaigne tenía razón cuando decía que la mentira tiene mil caras. Naturalmente. Y otro podrá decir que es roja, o verde, etcétera, etcétera. Yo es que soy un hombre muy modesto y muy humilde, contrariamente a lo que la gente cree. Mi trabajo se centra en esas pequeñas verdades como que tu camisa es azul. A las altas regiones de la metafísica no aspiro. Yo trabajo con cosas muy pequeñas. Soy un realista ingenuo.
Todo el mundo puede mentir. Por eso Montaigne tenía razón cuando decía que la mentira tiene mil caras.
P: ¿Hace falta negar el perspectivismo para denunciar la falsedad del relativismo?
R: Yo no sé lo que es el perspectivismo.
P: Veamos… ¿Los fundamentalistas no creen poseer la verdad, también? ¿Dónde queda la duda? Sus artículos sobre la memoria y la creación de recuerdos falsos son muy interesantes. Nos ponen ante la evidencia de que hasta una verdad que creemos poseer puede ser inventada.
R: Por lo tanto, sabemos que es falsa.
P: Exacto, pero tenemos que haber llegado a descubrirlo. ¿Quién tiene todos los datos necesarios para estar seguro de que lo que dice es absolutamente cierto?
R: Antes de descubrir que la tierra era redonda pensábamos que era plana porque, como realistas ingenuos, nos dejábamos llevar por lo que veían nuestros ojos. ¿En qué es eso contradictorio con la verdad? Que la verdad esté escondida, que sea inaccesible, a veces, no quiere decir que no exista.
P: Estamos de acuerdo. ¿Cómo afectan estas cuestiones a la labor periodística?
R: La labor periodística es muy sencilla. Y lo digo porque es uno de los temas importantes de la primera parte del libro, cuando se habla de las fotografías. Aquello me permitió elaborar una pequeña teoría de la noticia. Cómo trabajamos los periodistas. Aprovechando el caso de Javier Bauluz yo deduje que en realidad los periodistas, como dice el dicho, trabajamos con un borrador de la historia. Nuestra obligación consiste en señalar esas pequeñas verdades completamente irrevocables. Y lo digo sin sorna. Que luego, cuando el gran angular del tiempo se vaya ensanchando y, por lo tanto, vayan apareciendo nuevos elementos que añadan perspectivas y descubran detalles importantes, el núcleo de la noticia no se vea afectado. Ese hombre murió. A partir de ese hecho, la perspectiva se abre. ¿Por qué murió? Esto que les gusta tanto a los periodistas: determinar a los cinco minutos por qué alguien se suicida, por ejemplo. Pero para responder al porqué del suicidio de una personas necesitamos mucho tiempo. Si es que alguna vez llegamos a poder responderlo. Lo importante es que el suicidio se ha producido. Esta es la teoría de la noticia. La noticia es simplemente un núcleo que se va abriendo. Y lo que importa que hagamos bien, por eso es tan importante nuestro trabajo, es que ese núcleo no tiemble. Roma venció a Cartago.
P: Lo veraz en lugar de lo verosímil.
R: ¿Pero cómo no voy a abogar por eso? Lo verosímil no forma parte de nuestro trabajo. ¿Qué es lo verosímil? Lo único que sabemos con certeza de lo verosímil es que no sucedió. ¿Cómo nos vamos a ocupar los periodistas de lo que no sucedió? ¿Cómo no nos vamos a centrar en lo veraz? Pero vamos a ver… Esta confusión… ¡Si ese es nuestro oficio! Es como si le dijeras tú a un camarero: "Usted por qué se centra en la bandeja". Hombre, pues mire, es que a mí la bandeja me permite llevarle a usted lo que ha pedido. "Pues vaya costumbre tiene de centrarse en la bandeja". ¿Y qué quiere que le diga? "Usted, pintor, ¿por qué se centra en los pigmentos?". Hombre, es que es mi materia prima. "Ya, pero…". Es una discusión completamente ridícula. Nosotros trabajamos en eso.
Lo verosímil no forma parte de nuestro trabajo. ¿Cómo nos vamos a ocupar los periodistas de lo que no sucedió?
P: ¿Ha dejado de trabajar en eso, el periodismo?
R: No. Además no se puede responder a esa pregunta de una manera tan genérica. Hay periodistas que llevan cuarenta años trabajando, cincuenta años trabajando, y todavía no saben lo que es la verdad. Porque no han tenido con ella ningún contacto.
P: ¿Es eso posible?
R: ¡Hombre, claro que es posible! Hay cantidad de estafadores. En el periodismo, como en todos los oficios, hay gente que cumple bien su trabajo y gente que no. Gente que se inventa esas cuestiones de lo verosímil, de la realidad múltiple... En fin, esas bobadas que les permiten, en algunos casos, vivir con pingües beneficios.
P: ¿Vivimos una época relativista? Más allá del periodismo, ¿cuánta gente habla de "su" verdad, en lugar de la verdad?
R: Machado ya dijo aquello de deja tu verdad y la mía, vayamos en busca de la verdad. Eso fue en los años 30. O sea, siempre hay gente que empieza con eso de su verdad. Y parece que sean más demócratas intocables que los que decimos: "Mire, a mí su verdad me importa tres puñetas". A mí lo que me importa es que usted establezca, a ser posible de una manera rápida, qué sucedió, cómo sucedió y a quién implicó. El famoso lead, que, a excepción del por qué, sigue siendo una pregunta básica, inspirada en la retórica clásica. De todas formas, creo que hay un cambio, que trato de introducir en el libro en diferentes momentos. O sea, la posverdad sí que ilumina una cierta variación en esta vieja discusión. El mentiroso es un hombre que respeta la verdad. Tanto la respeta que tiene que burlarla. Es como el burlador de Sevilla, que respeta la virtud. Por lo tanto, cree en ella. La posverdad, lo que hemos entendido como el trumpismo, por decirlo de alguna manera, o el sanchismo, que es lo mismo, no miente. Ni Sánchez ni Trump mienten. Hacen una operación distinta: desprecian la verdad. Para ellos la verdad no cuenta. La verdad es una opinión más. No la burlan, ni se sienten atraídos por ella. No les parece que tengan que inventar un artefacto sustitutorio.
P: Con el auge del trumpismo se empezó a hablar mucho de posverdad, pero también de fake news…
R: Sí, pero son dos cosas distintas. Las fake news son las mentiras tradicionales. Una mentira tradicional es la que dice que la tierra es plana. Los terraplanistas creen en una mentira. Mienten. Supongo que lo harán por alguna razón. No sé. Luego hay otras cuestiones. El que dice que la verdad no cuenta, que le da igual decir la verdad o la mentira. Cuando Trump dice que ha ganado las elecciones no es que mienta, es que le da igual.
La posverdad, lo que hemos entendido como el trumpismo, o el sanchismo, que es lo mismo, no miente. Ni Sánchez ni Trump mienten. Hacen una operación distinta: desprecian la verdad
P: Otra teoría sería decir que miente, y que sabe que está mintiendo, pero que lo hace para aprovecharse de quienes ya no creen en la verdad.
R: Sí, pero hubo una secretaria suya, no recuerdo ahora mismo el nombre, que dijo aquello de los hechos alternativos. Ese concepto de los hechos alternativos ejemplifica perfectamente lo que quiero decir. Al hecho, que es una categoría inmutable, rígida, se le margina. No hay hechos alternativos. Los hechos no pueden tener alternativa. Cuando uno tiene alternativa a los hechos quiere decir que la categoría de verdad y mentira ya no cuenta. A cualquier hecho se le puede oponer algo que aspire a tener el mismo estatuto. Pero la realidad es que no lo tiene, porque es falso. Es difícil de explicar, pero es muy fácil de ver.
P: ¿Es posible contar un hecho sin interpretarlo? ¿No condicionamos, con nuestra mirada, lo que luego tratamos de expresar?
R: ¿Hay una forma exacta de transmitir un hecho? Tú mismo estás tratando de hacerlo ahora mismo. Piensas que hay una forma exacta, ideal, platónica. ¿Comprendes? Debe haber una forma exacta. A mí cuando me dicen: "Pero usted, exactamente, cómo puede asegurar…". Bueno, pues dígame usted cuál es la forma exacta. Si me dice usted cuál es la forma exacta yo le diré si podemos llegar o no podemos llegar a un acuerdo. ¿Cuál es la forma exacta de transmitir que tú y yo estamos hablando en estos momentos? ¿Hay una forma ideal, platónica, en un reino al que no podemos llegar? No. Hay una convención. Tú y yo podemos llegar a un acuerdo fácil sobre muchísimos detalles de esto que está sucediendo ahora mismo. Nos podemos poner de acuerdo de una manera rápida, además. El color de las paredes, la forma, el número de personas, los objetos, etcétera. ¿Eso vale menos que su contrario? ¿Vale menos que decir que tú eres una mujer, por ejemplo?
P: ¿Los medios están desprestigiados? Mucha gente dice no confiar en ellos porque están vendidos a los intereses de terceros. ¿Usted qué piensa?
R: Desde luego que puede haber un desprestigio en los medios de comunicación. Yo no lo voy a negar. Pero podríamos hablar mucho sobre este tema. Para mí el desprestigio mayor es eso llamado negacionismo. Ser negacionista es una cosa muy sencilla. Y ha existido en todas las épocas de la humanidad. Unos señores, cuando les decían que seis millones de judíos habían sido asesinados, respondían que no, que habían muerto por enfermedades o por otras cuestiones. Y daba igual que luego las pruebas saltasen sobre sus narices, ellos seguían en sus trece. Hay personas que hoy defienden que la tierra es plana. En fin, no han tenido la oportunidad de comprender el lugar donde viven. La industria del asesinato de John Kennedy es una de las industrias más prósperas de la cultura americana. Se habrán publicado no sé cuántos libros sobre ello. Hay un tío que va sacando películas cada cinco años. Todo eso está basado en una táctica que aquí se vio muy bien con el 11-M. En el 11-M hay, como en cualquier suceso devastador, una miríada de detalles. Y si no son colocados en un tronco común pueden alimentar todo tipo de teorías conspiranoicas. Cogidos aisladamente pueden llevarnos a la conclusión más descabellada. Es necesario relacionarlos. No se debe coger el rábano por las hojas, esa vieja y magnífica expresión castellana. Coger el rábano por las hojas es la táctica conspirativa por antonomasia. Porque siempre hay hojas. Los que utilizan esa táctica no encaran la cuestión esencial, sino sus flecos. El rábano existe, pero es infinitamente menos poderoso, a veces, que las hojas multiplicadas. Sucesos como la muerte de Kennedy, o la llegada del hombre a la luna, o el 11-M, ejemplifican esto que digo perfectamente. Son maneras de mentir que proporcionan excitación. La mentira, muchas veces, es más excitante que la verdad. En vez de pensar en cuatro mataos, fanáticos yihadistas, en una especie de suburbio, robando dinamita con un criminal sinvergüenza, tener a un ministro del Interior organizándolo todo es mucho más seductor. ¿Cómo se va a comparar una cosa con la otra? Es mucho más apasionante creer que el sustituto de Kennedy organizó su muerte. La ficción es fascinante. Lo que no quiere decir que a veces no sea verdad. La realidad a veces se parece muchísimo a la ficción, porque es compleja y maravillosa. Lo que pasa es que a mí todo este tipo de especulaciones me dejan muy frío, normalmente. Porque me las conozco. Sé lo fácil que es, a partir de los detalles aislados, construir teorías alternativas.
Contrariamente a lo que nos parece, el mundo funciona con una sobrecarga inmensa de verdades.
P: ¿Por qué la verdad tiende a ser atacada? Camus escribió aquello de que hay siempre un momento en la historia en el que decir que dos más dos es cuatro está penado con la muerte. ¿Por qué?
R: Pues por una razón muy simple, a mi juicio: porque la verdad es imprescindible. Cualquier movimiento humano necesita la verdad. Es decir, contrariamente a lo que nos parece, el mundo funciona con una sobrecarga inmensa de verdades. Detrás de que un avión se levante hay un torrente inagotable de verdades. Verdades pesadas, irrevocables, que no tienen discusión. Y claro que a veces se cae un avión. Porque hay algún fallo en el mecanismo de la verdad, curiosamente. Pero la verdad es lo que mueve el mundo, contrariamente a lo que dice Revel sobre la mentira, aunque en el fondo los dos queramos decir lo mismo. O sea, existe la legalidad y existe la ilegalidad. ¿Por qué existe la ilegalidad? Es vicaria. Está subordinada a lo que hacemos la mayoría de las personas, que es no matarnos, mentir lo menos posible, etcétera. Pues con la verdad pasa exactamente lo mismo. Claro que hay miles de mentiras ilegales tratando de enmarañarlo todo, pero los aviones despegan cada día.
P: Al final no me ha dicho exactamente qué opina del desprestigio de los medios.
R: Es que, vamos a ver… Me resisto al manejo de estas expresiones: "Los medios están desprestigiados". Están desprestigiados, pero el noventa por ciento de las conversaciones que se llevan a cabo a través de esos epifenómenos que son las redes sociales tratan sobre cosas que publican los medios. Piénsalo. ¿Twitter tiene una conversación propia?
P: Bueno, su vertiente humorística, tal vez.
R: Eso está bien. Yo siempre lo digo: Twitter es una cosa magnífica porque nos ha permitido saber quién inventa los chistes. En mi época analógica siempre había un gran misterio. Pasaba algo y a los cinco minutos ya había un chiste corriendo. ¿Pero cómo es posible? Moría alguien y ya estaban haciendo el chiste negro; perdía el Barça y ya estaban mofándose de la derrota. Ahora se sabe quién es el primero en soltarlo. Se llega. Es algo genial. Esa es la cosa de Twitter más genuina. Pero también es subsidiaria de los medios, porque sin la información tampoco se harían los chistes. Esto de que los medios están desprestigiados… Sí, los medios atraviesan una crisis principal porque han permitido que sus contenidos viajen gratuitamente. Es culpa de ellos. Y probablemente de la vanidad de sus gestores, al principio, cuando creían que iban a tener millones de lectores y que iban a engrandecer su patrimonio y su ego moral.
P: ¿Han malacostumbrado al lector? Ahora muchos se quejan de tener que pagar las suscripciones.
R: No sólo eso. Han permitido, con la complicidad de los políticos, que grandes empresas se hayan apoderado de los contenidos. Google ha pagado todos y cada uno de los mapas que ha utilizado para esa maravilla que se llama Google Maps. No ha dejado de pagar ni uno. Los que no ha hecho, los ha pagado. Debería pasar lo mismo con las personas que vienen a un sitio y entrevistan a Arcadi Espada, para luego colgarlo en la red. Debería existir un mecanismo. Los políticos no han trabajado en ello. Y los medios, fiados en esa cosa maravillosa de que iba a haber una explosión de clicks, de publicidad y de importancia, de que a ti, en lugar de leerte cien te iban a leer cien mil, pues se han encontrado con lo que se han encontrado.
Los medios están desprestigiados, pero el noventa por ciento de las conversaciones que se llevan a cabo a través de las redes sociales tratan sobre cosas que publican los medios
P: Escribe que los políticos pretenden ser "adecentadores de la memoria". ¿Pecan de paternalismo o sus intenciones son más siniestras? ¿Hay una voluntad adoctrinadora?
R: Yo creo que la memoria, como otras cuestiones, en manos de los políticos es un mero instrumento. Forma parte de la propaganda. Lo que pasa es que es muy jodido que eso no afecte a los hechos. La deformación que la memoria histórica, ese oxímoron, hace del hecho es lo que nos debe preocupar. Usted está manipulando una cosa de tal modo que está construyendo una verdad alternativa. Evidentemente, esto perturba el consenso que existía en una sociedad con respecto a un hecho. El mecanismo que trata de utilizar la memoria en beneficio propio es grosero en España, pero se hace en todas partes.
P: ¿Por qué nos mueve tanto la memoria? ¿Por qué nos concierne tanto la historia? ¿Nos justifica? ¿Por qué hay tanta gente dispuesta a salir de su casa a derribar estatuas?
R: Estás descubriendo que la verdad importa. No hay otra respuesta. A los que mienten, la verdad les importa mucho. Y a los que construyen interpretaciones que desafían el conocimiento general también les importa. Por eso quieren imponer su interpretación. Saber lo que nos sucede, y cómo nos sucede, forma parte del código humano. Es una pulsión que no es cultural. Es decir, hubo un momento en la historia en el que un hombre se levantó y adquirió conciencia. Como cuando despiertas del sueño. Qué cojones soy. Y en esa pulsión inicial está resumida toda la tragedia humana. ¿Cómo los hombres no van a estar interesados en la verdad, o en ese enorme montón de verdades parciales de las que hemos hablado, si desconoce el mecanismo por el cual tú y yo estamos sentados ahora? ¿Cómo no va a interesarse el hombre por ello?
P: Escribe también que la mentira es el principal problema de la democracia. ¿No hay otra mentira en nuestra manera de reivindicarnos como demócratas? ¿Somos conscientes todos los ciudadanos de en qué consiste el sistema en el que vivimos? ¿Somos realmente demócratas, o estamos dispuestos a comprar las versiones populistas que mejor nos convengan?
R: No creo que el concepto de la democracia sea un concepto excesivamente complicado. Tampoco que esté en crisis. Lo problemático, y esto no es algo nuevo, ya lo decía Lippman en los años 20, es que las decisiones que toman los ciudadanos están fuera de su alcance. Desde el punto de vista conceptual, quiero decir. La sociedad se ha vuelto muy compleja. La gente no está preparada para tomar decisiones trascendentales sobre si subir el salario mínimo favorece o no el paro, por ejemplo. Tú tienes que votar, y tienes que votar a partidos que pueden defender una cosa u otra, pero tampoco sabes. Esa complejidad sí que es evidente. El populismo, justamente, lucha contra eso. Es una reacción contra esa complejidad. Pero el hecho de que pasa lo que dice la mayoría sigue indemne. Funciona perfectamente. Solamente hay que pensar que Irene Montero es ministra del Gobierno de España.
P: ¿Puede un ministro cargar contra el Poder Judicial y poner en entredicho la separación de poderes sin pruebas? Y si fuera cierto lo que dice, ¿qué encrucijada nos queda?
R: Esa es una cosa distinta. Que los jueces trabajen contra la verdad significa que hay que meterlos en la cárcel.
P: Pero si el Poder Judicial está viciado, ¿cómo se va a meter en la cárcel a sí mismo?
R: Hombre, es que ese es un supuesto radical. Se supone que no todos los jueces son corruptos. Hay jueces que prevarican. Y si se demuestra que prevarican, se les mete en la cárcel. Así de simple. La democracia tiene mecanismos. Otra cosa es que, efectivamente, digas que los ciudadanos no están preparados para votar. Que votan por cuestiones vinculadas con la propaganda y las manipulaciones mediáticas. Bueno, suceda por eso o no, el hecho de que la mayoría escoge sigue funcionando igual. Y claro que ha dado resultados nefastos. Hitler. No hablamos de algo nuevo. Pero es que hasta ahora no hemos encontrado nada que funcione mejor.
P: Usted siempre ha sido muy activo contra las mentiras del nacionalismo. ¿Cómo se explica que la ideología nacionalista en España cuente con el apoyo de partidos de izquierda?
R: A ver, a ver, a ver. Desgraciadamente no se puede decir que España sea un caso particular. Una de las mayores tragedias de la historia reciente es el Brexit. Un movimiento nacionalista impulsado por gente de derechas. Por lo tanto, niego la mayor. Evidentemente, la izquierda, como tiene esa fama del internacionalismo, como siempre ha sido comunitarista y su defensa del individuo ha sido más bien tenue, carga con la mayor responsabilidad. Pero es que la derecha también ha sido nacionalista. Y es nacionalista. No sé. Me parece que Vox es un partido nacionalista.
La ficción y la verdad operan en caminos distintos
P: Pero en términos generales eso no genera tanta sorpresa. Lo llamativo es que grupos de izquierdas, tan deudores del discurso antinacionalista heredero de la historia del siglo XX, apoyen a partidos nacionalistas periféricos.
R: Pero es que tenemos una idea mítica de la izquierda. Como si la izquierda fuera el depositario de la razón, de la verdad, de la cultura, de la estética. No. La izquierda son una serie de opiniones sobre el funcionamiento del mundo muy discutibles. Como la derecha tiene otras también muy discutibles. La derecha quiere enterrar a los fetos. Bueno, podemos discutir sobre eso. Debemos discutir sobre eso.
P: Último tema. Rescata una cita que dice que todo el descrédito de la literatura está en la imaginación.
R: Eso lo dice un autor francés al que aprecio mucho, Christophe Donner, que tiene un panfleto magnífico que te recomiendo profundamente y que se llama Contra la imaginación. Está traducido al castellano en Espasa gracias a Vicente Verdú y a mí. Es un libro muy simpático que rebaja… O sea, vamos a ver. La imaginación siempre se considera que es el estadio máximo de la creación literaria. Él dice cosas muy graciosas. Por ejemplo, que la imaginación es un mecanismo muy sencillo. Uno tiene sed e imagina que bebe agua. Es una cosa que siempre me ha hecho mucha gracia, porque es evidente que así funciona. Luego, si nos ponemos en un estadio un poco más complejo admitimos que cualquier invención humana requiere de una imaginación previa. Es decir, alguien imagina algo que no existe y lo construye. Alguien imagina una cápsula espacial que vaya a la luna y a partir de ahí… Bueno, de acuerdo. Pero claro, ese prestigio de la literatura imaginativa contrario a la literatura de observación me parece injusto. A mi juicio, la literatura de observación es la que, desde el punto de vista del conocimiento de los hombres, ha andado más afinada en la historia de la literatura.
P: ¿La literatura debería apuntar hacia la verdad?
R: Tampoco. ¿Por qué? La ficción y la verdad operan en caminos distintos. La ficción es muy entretenida. A mí me gusta ver series de vez en cuando. Me relaja. Pero como me gusta leer a Tolstoi. No sé. ¿Por qué pretendemos siempre que a través de la ficción lleguemos a una verdad distinta? Esto que el pobre Cercas siempre saca de la verdad aristotélica, la verdad poética… Esta verdad, en fin. Yo es que cuando se le ponen adjetivos a la verdad es como cuando se le ponen a la democracia. Estás jodido. No. Usted ocúpese de lo que se ocupa. De hacer que la gente pase el rato. Está muy bien entrar en un mundo autosuficiente, maravilloso, que es el mundo que te da una novela o un relato fantástico. ¿Por qué eso ha de ser una fuente de conocimiento comparable a la que te da un ensayo sobre la capacidad del hombre para mentir?
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