Un instante eterno (Siruela) es un ensayo que invita a ver de forma diferente la edad avanzada, al tiempo que derriba muchos prejuicios e ideas preconcebidas sobre la vejez y el paso del tiempo, escrito por uno de los intelectuales franceses más destacados de la actualidad.
Pascal Bruckner (París, 1948), filósofo y escritor tanto de ficción como de no ficción, explora las numerosas cuestiones existenciales planteadas por la reciente prolongación de la vida humana. El autor plantea cómo los avances de la ciencia han hecho del tiempo un aliado paradójico para el ser humano, ya que desde mediados del siglo XX la esperanza de vida ha aumentado de veinte a treinta años, equivalente a toda una existencia en el siglo XVII. Bruckner fundamenta sus reflexiones en estadísticas y en diversas fuentes de la literatura, las artes y la historia.
El tema es fascinante. El autor evidencia como la mayor longevidad cambia la psicología del individuo y esto afecta a los mayores y a los jóvenes, pues saben que vivirán mucho más. Tiene consecuencias económicas, en el erotismo, en el trabajo o en la convivencia de generaciones.
Según el autor, uno de cada dos niños que nazca hoy llegará a los 100 años. En los países occidentales, se venden ya más pañales para viejos que para niños.
Entre las curiosidades que incluye Bruckner, habla de que en Japón, por ejemplo, ha nacido el género de porno duro de ancianos y la mayor estrella es un hombre de 85 años, sin atractivo.
Económicamente, para las aseguradoras, el que más vale es un bebé porque tiene más esperanza de vida. El resto vamos perdiendo valor con la edad, es como un capital decreciente.
La vida ha cambiado y las operaciones estéticas comienzan cada vez más pronto. En algunos países, a partir de una cierta edad, no se hacen trasplantes y hay familias con tíos más jóvenes que los hijos.
En arte y literatura puede haber una vejez prodigiosa, sin decadencia, como la tuvieron Goya, Beethoven, Picasso, Casals…
Consecuencias
Primero, en el tema laboral, porque las pensiones son inasumibles y la mayoría de los gobiernos se plantea una prolongación voluntaria del trabajo. La gente mayor cae en la categoría de invisibles y esto afecta más a las mujeres. Entonces acecha la depresión o el suicidio.
Al contrario, también nace el nuevo erotismo de los viejos y surgen las épocas de amores tardíos. Hay abuelos que quieren parecer jóvenes en la forma de vestir.
Dice el autor que la vejez tiene una ganancia: sabemos mejor lo que vale la pena conservar, lo que se puede esperar, lo que no es razonable codiciar. El orden y la disciplina te liberan de la fugacidad. Para progresar, hay que ir, a la vez, hacia atrás y hacia delante, recuperar al niño y también tener nuevos proyectos.
El libro tiene muchas citas curiosas, como la de Oscar Wilde que dice: "La tragedia de la vejez es que sigues siendo joven"; o del sabio Montaigne, citando a un clásico: "Conviérteme, si lo deseas, en manco, cojo, gotoso; mientras siga con vida, seré feliz".
Incluye una lección de Jacques Prévert del poema El jardín: "Millares y millares de años no bastarían para expresar ese pequeño segundo de eternidad en el que tú me has besado, una mañana, con luz de invierno, en el Parque Montsouris, en París, en esta tierra que es un astro".
La conclusión de Un instante eterno es que debemos vivir como si acabáramos de heredar una inmensa fortuna. Este libro tiene alguna pedantería filosófica típicamente francesa, pero, en general, está bastante bien. El tema es interesantísimo.
PASCAL BRUCKNER: UN INSTANTE ETERNO. (Filosofía de la longevidad), Madrid, ed. Siruela, 201 págs, 18’95 euros, ISBN : 978-84-18436-63-5.