Señala Javier Santamarta (Madrid, 1963) que ni Rusia, EEUU, Francia o Reino Unido tienen una leyenda negra "tan constante, variada y duradera a lo largo de los siglos" como la de España, y lamenta que "los mayores crédulos y propagadores de tales bulos" seamos… los españoles: que si nuestro país no existe, que si la conquista de América fue un trasunto pretérito de Braindead. Tu madre se ha comido a mi perro, que si los Reyes Católicos estuvieron afiliados al NSDAP, etcétera. Politólogo experto en ayuda humanitaria, autor de libros sobre/de Historia, colaborador de esRadio y tuitero hábil, acaba de publicar Fake news del Imperio español (La Esfera de los Libros, 2021), donde recopila, explica y comenta con humor algunos de los "embustes y patrañas" más recurrentes sobre ese Imperio enfocado hacia Dios y que ahora no conoce ni Cristo bendito. LD conversa con Santamarta con motivo del lanzamiento de su última obra:
P: Señor Santamarta, quid est veritas?
R: Claro, ¿dónde está la verdad? La primera admonitio que yo hago es: "Cuidado, que igual yo te estoy mintiendo". Yo hago un libro sobre mentiras, pero puedo ser un mentiroso. ¿Qué es la verdad? ¿Quién la puede decir y quién la tiene? Pues todos y ninguno. No hay verdades absolutas: quién es bueno y quién es malo… Cada uno quiere ver su parte de la verdad y en eso consiste, un poco, este libro: en ver cuántas verdades y cuántas mentiras pueden ser interpretadas a la manera contraria.
P: En la paleta de colores que va de la Leyenda Negra a la ‘Leyenda Rosa’, usted, ¿dónde se siente más cómodo?
R: No me siento cómodo en ningún color: los conquistadores no fueron miembros de ONGs. En las guerras se mata y se hacen muchas salvajadas. Incluso, cuando se crean universidades y hospitales, es porque se crea algo que te va a dar beneficio. Para ganar una batalla tienes que matar a gente, y para establecer un imperio hay que crear universidades, hospitales e imprentas. La ‘Leyenda Rosa’ es tan falsa como la Leyenda Negra. No es el Prisma de Newton, en el que si juntamos todos los colores sale blanco: puede salir cualquier color. Es complicado, es complejo.
P: De todas las fake news recogidas en su libro, ¿cuál es la que más le escandaliza?
R: Que España ni siquiera existe. La negación de España. Hay libros en los que, en lugar de decir "Historia de España", pone: "Historia de una zona peninsular en la que unos pueblos llegaron y, durante un tiempo, estuvieron más o menos conviviendo". Cuando se pone en duda la propia realidad de España, en fin, esa es la mayor fake news, y han logrado que hoy se acepte como tal. Hay quienes dicen que somos "una nación de naciones", un "Estado federal asimétrico", un "Estado discutido y discutible"…
P: No entiendo por qué hay gente que sufra de urticaria al oír que España es el Estado más antiguo de Europa.
R: Tampoco sé a qué se debe eso. Oficialmente, San Marino es el Estado más antiguo de Europa. No sé si es que se enfrenta un nacionalismo más unificador, más global, contra uno más periférico. Al fin y al cabo, cuando alguien dice "España no existe" o "no es tan antigua", sin embargo, sí te habla de una Andalucía que entronca con Tartessos, o de una Cataluña independiente milenaria que, incluso, fue invadida por los romanos. Es como: "Tú no puedes ser más antiguo que yo".
P: Quién la tiene más larga.
R: Sí, en el fondo es eso. En este caso, quién la tiene más antigua.
P: ¿Y cuál es la fake news que le parece menos fake? ¿La más asimilable?
R: Las crueldades que existieron… A veces, cuando se habla de lo que se hizo en América, el presunto genocidio, la Inquisición española y sus crueldades… Bueno, negar que se hicieron crueldades es absurdo. Entonces, eso es muy fácil que entre. Pero, ¿qué hizo el propio Bartolomé de las Casas, que luego se arrepintió? Dar unas cifras exageradas. De hecho, se ha llegado a un punto de decir que el cambio climático lo produjo el genocidio español en América. El hecho de que las crueldades existieran y que no se puedan negar hace que uno piense y diga: "Claro, es que lo hicimos tan mal...". Es por ese pesimismo patriótico nuestro. España, aparte de ser un país anarquista, en el que ponemos y quitamos reyes, ponemos y quitamos repúblicas, nos pegamos entre nosotros, es un país pesimista en relación a eso, a que todo lo que viene de fuera tiene una forma más interesante que la nuestra. Y nos creemos que somos malos, que fuimos muy malos.
P: Pero siempre nos unimos contra el extranjero, no le digo ya si éste es francés: la Nación se levanta contra Napoleón; hace unos meses, los jóvenes gabachos son el enemigo público número uno porque vienen a tajarse al centro de Madrid…
R: Esa es la forma anárquica española. A mí me ha ocurrido: estar en una conversación y que alguien diga: "Esto de la tauromaquia es una salvajada". Llega un inglés y dice: "Por supuesto, es una auténtica...". Y salta uno y dice: "Eh, eh, eh, ¿dónde vas tú? Que lo del zorro...". De repente, unos tíos españoles que estaban hablando contra la tauromaquia se ponen a defenderla porque viene un inglés a meterse con los toros. Esa es la manera española. "Esta es nuestra mierda y la criticamos nosotros, pero de fuera no me vengas porque, entonces, montamos la mundial".
P: ¿Por qué, en julio de 2021, puede ser rentable tergiversar el relato de hechos que ocurrieron hace cuatro o cinco siglos?
R: Porque la Historia está ideologizada. En todos los regímenes, en todos los momentos, la Historia se ha utilizado para crear mitos, para crear una épica, una razón de ser. Hoy en día, como vivimos en "Francoland", en esa idea de que todo es culpa de Franco, los Reyes Católicos son franquistas y El Cid es de Falange. Durante 38 años, se usaron unos símbolos que eran patrios. Cuando llegó la Transición, se optó por marcar distancia. Ahora, llega el 12 de Octubre y los "Ayuntamientos del Cambio" se ponen a celebrar el indigenismo. Oiga, si hay indígenas, entonces no hubo genocidio. No me líe, no me líe. Quiere hacer con la Historia política, como lo hizo Franco en su momento convirtiendo al Cid en ese icono cristiano de reluciente armadura. Ese es el gran problema: en pleno siglo XXI, la Historia se usa de forma arrojadiza.
P: El profesor Álvarez Junco y el filósofo Santiago Alba Rico no son santos de su devoción, ¿verdad?
R: Todo lo contrario: me han hecho medio libro. Estoy encantado con ellos. Son los mayores adalides de la negación de España. Cuando, de pronto, se va a conmemorar el quinto centenario de la circunnavegación del globo, todo el mundo está contento hasta que llega el Gobierno de España y Carmen Calvo le pide a Álvarez Junco un informe, contra el de la Real Academia de la Historia, para ver si eso se puede celebrar o no. Álvarez Junco dice: "Cómo se va a celebrar esto, si no éramos España. No era una hazaña española". Sobre Santiago Alba Rico: la pregunta de "¿dónde está España?" está bien para la filosofía, pero cuando te encontrabas, no sé, en el siglo XVIII con un barco con la Cruz de Borgoña, seguramente, los británicos, los franceses o los holandeses que estuvieran ahí no decían: "Caramba, por ahí viene un constructo peninsular de indefinida situación". No: decían "los españoles". Es retorcer la Historia.
P: Ya sabía que los Reyes Católicos eran franquistas; no que eran nazis.
R: Sí, lo que pasa es que Isabel la Católica no debía de convencerle mucho a Hitler. Por eso la llamaba "la mayor ramera de la Historia". Es verdad que hubo una expulsión de los judíos, pero fue por motivaciones políticas y económicas, no tanto religiosas. E Isabel la Católica, durante mucho tiempo, estuvo defendiendo a las juderías y a sus súbditos. De hecho, en Europa, es la expulsión más tardía: antes se habían producido expulsiones en Francia, en Alemania o en Inglaterra. Y, para Hitler, Isabel la Católica era repudiable. Pero claro, muchos tienen la idea de que los Reyes Católicos y la Inquisición fomentaron el genocidio nazi. Hay filósofos que dicen que ahí está la base ideológica del exterminio nazi. Eso es una animalada. La Noche de los Cristales Rotos se la dedican los nazis a Lutero, que lees las cosas que decía y menos mal que no nos equivocamos de Dios en Trento.
P: Leyendo lo que cuenta sobre la Guerra de Sucesión y Cataluña, imagino que de su libro no se hablará en TV3.
R: Estoy esperando su llamada en cualquier momento (risas). Todavía no se ha producido.
P: Emilia Pardo Bazán dijo que a los españoles "se nos hará justicia cuando no tengan nada que quitarnos". ¿Qué quedaría por quitarnos?
R: La dignidad. Ahí es donde pueden pinchar en hueso. España es un pueblo orgulloso. Más que racistas, los españoles somos clasistas. Aquí no importa que uno sea moro o negro, lo que importa es el "moro de mierda", el "negro desgraciao", pero también puede haber un español de mierda y desgraciao. El español es orgulloso: el hidalgo lleva la mejor capa, pero, a lo mejor, debajo está desnudo. Eso lo hemos visto en el Siglo de Oro y reflejado en muchísimos autores. La dignidad, sí, es lo único que nos pueden quitar.
P: Para finalizar: ¿de verdad cree que España no es un país cainita?
R: Creo que no. Somos un poco bipolares. Llega la Eurocopa, Morata marca gol y se convierte en dios, hasta que falla el penalti y se convierte en un desgraciao. Somos un poquito ciclotímicos. En la película ¿Dónde vas, Alfonso XII?, hay un señor que no para de gritar "¡viva el Rey!". Le dice uno: "Oiga, que se va a quedar sin voz". Le responde: "Más grité cuando echamos a la madre". Eso es España: el "viva la Pepa" y el "vivan las caenas". No hemos sido más cainitas que los franceses o que los italianos. Reino Unido ha tenido sus guerras civiles. El siglo XIX francés fue tremendo, mucho más sangriento que el español. No es que seamos cainitas: es que, a lo mejor, tenemos muy mala leche.