Un hombre de armas y letras ha escrito un gran libro. Rafael Dávila Álvarez, general de división retirado, ha compuesto un magistral ensayo de memoria e historia, de investigación y crítica, de batallas militares y estrategias de guerra. Y, sobre todo, narra con el alma de Heródoto y la objetividad de Tucídides la guerra más terrible del siglo veinte. La guerra de España. Levanta acta con ojos de lechuza de un suceso trágico que nadie debería utilizar en la arena electoral: la Guerra Civil. Jamás flaquea la escritura de Dávila, porque su voluntad de verdad está muy por encima de afirmaciones de servicio a causas ideológicas. Estamos ante un hombre firme con un principio claro: la Nación no se negocia.
La mirada limpia del general Dávila al acontecimiento más horrible de la historia reciente de España nos permite leer y reconstruir un pasado que, por desgracia, algunos tratan de presentarlo como presente. Gracias a la inteligencia de Rafael Dávila, ese pasado, que se obstina en no querer pasar, se convierte para sus lectores en una materia delicada y digna de ser escudriñada y pensada con mucha atención. De esta historia todavía hay mucho que aprender. Aprendamos, sí, para no repetir sus errores. La historia como maestra de la vida es la lección más deliciosa que nos transmite de principio a fin este libro de historia, de genuina historia, aunque la modestia del autor nos lo presenta como materiales para seguir pensando la terrible tragedia.
Muchas son las aportaciones de este libro al conocimiento de la historia de la Guerra Civil, pero yo destacaría en esta crónica de urgencia, mientras llega la hora del recuento de un libro de 431 páginas, un acercamiento sin prejuicios ni faramalla ideológica a la época. Afán de objetividad tiene siempre su repaso de la historia que va desde el el Pacto de San Sebastián, el asesinato de Calvo Sotelo, las elecciones municipales y la expulsión de Alfonso XIII hasta el final de la guerra con la entrada de las tropas nacionales en Barcelona, pasando por las reuniones previas al alzamiento, la muerte de Sanjurjo, la creación de la Junta de Defensa Nacional, la presencia de don Juan de Borbón en España para combatir con los nacionales; el estallido de las tropas que cruzaron el Estrecho al mando de Franco; la financiación de la guerra, con documentación inédita sobre el oro y las joyas donados por particulares, entre ellos Carmen Polo; el oro del Banco de España, etcétera. También es relevante el respeto idéntico que exhibe el autor a la hora de analizar las ideas y las acciones de los dos principales contendientes, por ejemplo, las citas y el informe del general Vicente Rojo y su visión de la guerra son de nota.
Pero acaso donde Rafael Dávila Álvarez nos muestra con mayor claridad y contundencia su musculatura intelectual es a la hora de presentarnos la figura del general Fidel Dávila Arrondo, su abuelo. Los cuadernos, las anotaciones y los archivos de don Fidel son puestos a disposición de todos los españoles con gran pericia intelectual por su nieto. Fidel Dávila Arrondo aparece como el gran estratega militar para ganar las grandes batallas del Ejército del Norte, que fue determinante para dar fin a la guerra. La peripecia del general Dávila después de que sustituyera a Mola, muerto en trágico accidente de aviación, como jefe del Ejército del Norte es contada con razón apasionada hasta el punto que le llevó a enfrentarse, en momentos decisivos, con Franco. Los detalles y tensiones entre Dávila y Franco, incluida su correspondencia, son para releerlos despacio. La narración sobre los combates en la Sierra de Caballs es sobresaliente y, sin duda alguna, hasta ahora desconocida. Si es verdad que el plan del general Franco en la gran batalla del Ebro, expuesto en su directiva del 16 de octubre, que tendía a estrangular la "bolsa comprendida entre la rama curva del Ebro, desde Miravet a Cherta", era conocida, esto nunca hubiera sido posible sin la previa ocupación por sorpresa de la Sierra de Caballs. "Ocupación por sorpresa" que fue posible sólo y exclusivamente a la inteligencia militar de don Fidel Dávila Arrondo, seguido por el coronel Mizzián. El general Dávila, por decirlo en corto y por derecho, si no desobedeció, hizo oídos sordos a una orden de Franco… En fin, apasionante es el relato de don Rafael:
A las 8.30 de la mañana llegó Franco al puesto de mando y preguntó a Dávila:
–¿Cómo va la operación?
–Mi general, Caballs ha sido ocupada y la operación continúa.
El Generalísimo dio un respingo en su asiento, y sin contestar pidió los prismáticos para observar el terreno, que verificó durante el tiempo en que permaneció en el puesto de mando sin despegar los labios, como hizo al marcharse.
Así se terminó el Ebro. La guerra estaba ganada. De nada había servido el último intento desesperado del general Vicente Rojo.
Muchos asuntos aclara esta obra, aporta extensa documentación y cuenta cosas nuevas, por ejemplo, quién votó en contra, en la famosa reunión de Salamanca, del nombramiento de Franco como jefe del Estado español. Ya habrá ocasión de desvelar qué hizo Cabanellas. De momento, anotemos que La Guerra Civil en el Norte (Esfera de los Libros) es una seria investigación de archivo sobre un auténtico genio militar que puso su inteligencia al servicio del Ejército Nacional para ganar casi todas las batallas de la guerra civil en el Norte de España, el general Fidel Dávila Arrondo.