La corrupción literaria, 2: El Premio Nacional de Poesía José Antonio Primo de Rivera de 1967
Como expusimos en la pieza anterior de este artículo, dicho premio recayó oficialmente en la recopilación de la obra poética de la primera mujer académica de la Real Academia Española, Carmen Conde, titulada Obra poética 1929-1966. Pero hubo, y hay, indicios suficientes de que la decisión del jurado fue modificada por una injerencia política fraguada en el despacho de Manuel Fraga Iribarne, entonces ministro de Información y Turismo.
Hay quien considera que escribir sobre este tema no tiene interés por la fecha en que los hechos se produjeron. Pero, de ser cierto todo lo que ocurrió en aquel jurado, se cometió una infame injusticia contra un humilde poeta de provincias que nunca fue reparada por quienes la instigaron, ni por quienes la consintieron, ni por quienes la ocultaron. Han pasado años y es el momento de que el nombre de José Luis Tejada sea dignificado y su condición real de premiado, y enorme poeta español, sea rescatada del olvido.
Según las sospechas que se fraguan en las pruebas de que se dispusieron, fue José Luis Tejada Peluffo, poeta portuense y andaluz (1927-1988), quien ganó el premio por su libro Razón de Ser, presentado en fecha, hora y formato de manera ajustada a las bases del concurso. Pero al final la ganadora oficial del premio fue Carmen Conde por una imposición originalmente ajena al jurado seleccionado para dirimir con justicia quién lo merecía.
Como la denuncia fue pública y publicada y ha sido silenciada, pero jamás desmentida por nadie, parece necesario darla a conocer. Nadie sabe exactamente qué fue lo que ocurrió en el aquel Club Internacional de Prensa de Madrid donde el jurado designado al efecto deliberó acerca de qué poeta merecía el galardón de 1967.
De todos los que participaron en aquel cónclave sólo sigue vivo el poeta Pere Gimferrer, sobre el que naturalmente recae la responsabilidad y al deber de decir verdad en su calidad de testigo y contar de una vez lo que ocurrió. Hemos intentado ponernos en contacto con él sin conseguirlo. En sus manos está que la verdad, por fin, salga a la luz y el nombre de cada cual reciba lo que se merece. Al final de esta pieza le dedicaremos unas preguntas para un posible epílogo de esta lamentable historia.
Acusación de corrupción
La acusación de corrupción se sostuvo en un breve artículo publicado en el libro José Luis Tejada (1927-1988). Un poeta andaluz de la generación del medio siglo, una recopilación de textos derivados de simposio monográfico patrocinado por el Ayuntamiento de su Puerto de Santa María natal en 1998 y coordinado por la escritora, profesora de la Universidad de Cádiz, y estudiosa de su poesía, Ana Sofía Pérez Bustamante y Mourier.
El artículo, verdaderamente explosivo, que apareció en aquel volumen se titulaba: José Luis Tejada. Premio Nacional de Poesía y está firmado por Luis Suárez Ávila , un abogado y escritor portuense, amigo valiente y honorable de Tejada, dedicado a labores de investigación, del flamenco y de su patria chica, entre otras cosas.
En aquella aportación, mejor delación con aires de denuncia judicial, Suárez Ávila dijo:
"Voy a delatar la ausencia de pudor, la culpable exencia, la deserción en bandada, la huida escandalosa, la traición contra la fe pública del secretario de unas actas firmadas, arrugadas, rotas, inmisericordemente tiradas a la papelera".
Y resumía el asunto de manera lapidaria:
"Después de haber hecho una preselección, quedaron semifinalistas José Luis Tejada, con su Razón de ser, Francisco López Ruiz, Ricardo Malina, Carlos Murciano y Rafael Guillén. José Luis fue votado, por unanimidad, ganador del Premio Nacional de Poesía. La noticia corrió por Madrid."
Aquel jurado reunido el 17 de noviembre de 1967 estuvo formado por las siguientes personas: Martín de Riquer, Guillermo Díaz-Plaja, Jaime Delgado, Pedro Gimferrer, Tomás Borrás y Alfonso Candau Parias. Fue secretario del mismo Federico Muelas, periodista, guionista y poeta de la generación del 36.
Según los testimonios que recabó Luis Suárez Ávila, entonces ocurrió lo inesperado:
"El Jurado es nuevamente convocado. La consigna es desandar lo andado. No se sabe con qué argumentos, pero el Presidente del Jurado, Robles Piquer, convenció a cuatro miembros - Martín de Riquer, Guillermo Díaz-Plaja, Jaime Delgado y Pedro Gimferrer-, que se doblegaron. Quienes siguieron firmes en su postura fueron Tomás Borrás y el representante del Ateneo, A. Candau [I], que insistieron en que el premio debía otorgarse, de acuerdo con las bases, a una primera edición de libro de poesía aparecido ese año; insistieron en que ya se había votado y concedido el premio. Nada de eso sirvió".
Más indicios
No fue el único. En la web llamada Gente del Puerto, dedicada a la localidad gaditana donde desemboca el río Guadalete y sus mujeres y hombres, apareció un largo comentario del poeta Ángel Mendoza en el que se dice textualmente sobre Tejada y lo que pasó en aquel año de 1967:
"Que su obra, ninguneada casi siempre por los influyentes, era una de las más interesantes de la llamada Poesía del Medio Siglo. Que se la jugó con una tesis sobre Rafael Alberti cuando Rafael Alberti y el demonio eran la misma cosa. Que el tardofranquismo aperturista, hortera y feminista de última hora le arrebató un Premio Nacional, minutos después de concedérselo, para ponerlo en las manos de una poetisa que además de mujer tenía pasado más o menos rojo".
Pero el caso fue más escandaloso aún porque, tras la deliberación del jurado, la maquinaria administrativa se puso en marcha y se tuvo que notificar al autor premiado la concesión del premio. Y así se hizo de forma telegráfica con la natural diligencia que las circunstancias exigen. Pero, claro, el telegrama ya se había enviado cuando se forzó un nuevo resultado de la votación y un nuevo galardonado.
Se puso en marcha el mecanismo del pufo y alguien avisó al Delegado del Ministerio de Información y Turismo en Cádiz, Pedro Landín Carrasco, que interceptase como fuera el telegrama enviado a José Luis Tejada. Lo único que se le ocurrió a Landín fue comunicarle a Tejada que si le llegaba algún telegrama lo diera por no recibido. Vergonzoso.
Añade Luis Suárez Ávila, para mayor abundamiento en la vergüenza, que en realidad el telegrama, cursado por su amigo y secretario del Jurado, Federico Muelas, tras la firma del acta, había llegado, pero el cartero no encontró a José Luis Tejada en su oficina de la calle Ganado y decidió dejárselo al camarero del Bar "La X", que estaba enfrente en la misma calle. Esto es, Tejada se enteró de su premio un día después, cuando ya se lo habían "robado", palabra usada por el poeta Félix Ros. En el telegrama Muelas le daba la enhorabuena como nuevo Premio Nacional de Literatura que era, en realidad, el resultado de la votación del Jurado.
Pero luego sucedieron esas cosas que abochornan a cualquiera. Fue un miembro del jurado, Tomás Borrás, quien puso al tanto al poeta portuense de lo que había ocurrido. Tras la decisión y la firma del acta que premiaba a José Luis Tejada, el Jurado fue convocado de nuevo porque se proponía ahora a Carmen Conde por la recopilación de sus poesías completas.
Parece ser que Carmen Conde estaba propuesta para el premio Rubén Darío. Aunque había varios con ese nombre en España y en América, parece que en este caso se trataba del Premio Rubén Darío de Cultura Hispánica que fue concedido por el Patronato del Seminario/Archivo de Rubén Darío una vez en 1965 una sola vez a Pablo Antonio Cuadra, con Vicente Aleixandre como miembro del Jurado. Aunque tal vez fuera un nuevo premio a crear para el caso.
Carmen Conde y su marido, Antonio Oliver Belmás, habían trasladado el gran baúl en el que se guardaba el archivo de Rubén Darío, tras la donación que Francisca Sánchez del Pozo, compañera española del poeta, hizo al Ministerio de Educación y Ciencia. Pero la intención era acabar con ese Premio por razones de austeridad. Por eso, "la consigna era premiar a Carmen Conde" con el Premio Nacional de Literatura, modalidad poesía, "José Antonio Primo de Rivera".
Y así fue, provocando la indignación de algunos y el silencio de los más. Luis Suárez Ávila pudo comprobar que hasta el propio Presidente del Jurado, Carlos Robles Piquer, reconoció que el verdadero finalista del premio había sido José Luis Tejada pero que había pesado más la obra completa de Carmen Conde.
Transcribe asimismo una carta del miembro del jurado Jaime Delgado en el que éste le explicaba a José Luis Tejada cómo fue posible la ignominia:
"Deseo, en primer lugar, felicitarte por tu Razón de ser, que me parece espléndido libro. Así tuve ocasión de exponerlo ante el Jurado del Premio Nacional en el que Gimferrer y yo fuimos tus más decididos partidarios. Ambos coincidimos en esta valoración, así como también en el libro de Rafael Guillén. Al de éste , sin embargo, lo tumbaron antes, por mayoría -quedó el cuarto-, y no se pudo hacer nada más".
Y luego describía lo que había pasado con detalle:
"Tu libro, en cambio, no fue premio por la famosa austeridad, la ‘austeridad competente’, que se dice ahora-, pues se propuso, en primer término, darte a ti el ‘José Antonio’ y crear un ‘Rubén Darío’ para Carmen Conde. Al no poder hacerlo así, pues fue rechazada la creación del extraordinario, el Jurado se decidió, por mayoría en favor de Carmen. Fue -como yo dije - ‘votar a la historia’, por creer que tú puedes ganarlo cuando quieras. Yo lo sentí, pero me incliné ante la opinión mayoritaria ..."
En realidad, el resultado de la nueva votación forzada arrojó un resultado de 5 a 2 a favor de Carmen Conde. Robles Piquer, Gimferrer, Delgado, Díaz-Plaja y Martín de Riquer votaron a favor de ella y Tomás Borrás y Alfonso Candau se mantuvieron firmes en su voto a José Luis Tejada. Se tuvo que firmar otra acta y se desconoce cuál fue el destino de la primera.
Curioso es, desde luego, que poco más de un mes antes de estos acontecimientos, el día 5 de octubre de 1967, Guillermo Díaz-Plaja publicara un más que elogioso artículo en ABC sobre el libro Razón de Ser, ya sabemos que original del poeta de El Puerto, indicando incluso que había sido propuesto para la publicación por el Jurado de otro premio de poesía, el "Leopoldo Panero" en el que quedó finalista en 1965.
Su amigo y contertulio de aquellas legendarias reuniones de Puerto Real y El Puerto, Aquilino Duque, se ha referido al hecho de que se creía que el Puerto de Santa María - esta Santa María fue una virgen más que querida por Alfonso el Sabio -, "producía un gran poeta cada veinticinco años. Veinticinco años tenía Rafael Alberti cuando nació José Luis Tejada", escribió. "Poeta nato", fijó de él Melchor Fernández Almagro. "Poeta de un maravilloso lenguaje ex -céntrico", anotó el propio José María Pemán. Sí, sí, pero Tejada fue dejado mudo.
Hay una censura fatal que es el silencio. Y se preguntaba: "¿Fue víctima José Luis Tejada mientras vivió de esa censura, de ese silencio?" En realidad, aquella terna de lujo de escritores de la Bahía compuesta por el propio Tejada, Duque y José Antonio Campuzano, nunca obtuvo el reconocimiento que mereció. Tal vez el precio de su libertad y su insumisión frente a modas o presiones o malas hechuras.
Aquilino Duque, que lo conoció muy bien, dejó bien claro que había indicios de que José Luis Tejada había sido objeto de marginación. Tenía, dijo, la riqueza de Lope, la ocurrencia de Alberti, la sonrisa de Pemán y la risa de Muñoz Seca. Y esas cosas, precisó, "no las perdona la seriedad del burro". Y añadió: "Hay indicios averiguados de que se empiezan a aclarar aquellas aguas que bajaban tan turbias y revueltas. Cuando se aclaren del todo, habrá sonado la gran hora de José Luis Tejada". Dios no le ha oído todavía.
Carmen Conde describió en su telegrama de respuesta al de felicitación que el caballero Tejada le envió por el premio que obtuvo como una "generosa enhorabuena". Desde luego que lo fue.
Epílogo en forma de preguntas al testigo Pere Gimferrer
Hay veces que la vida concede la oportunidad de testificar, ya sin presiones ni debilidades, cuál fue la verdad. Se cree que verdades hay muchas. O se supone que no hay ninguna. Incluso se aduce que eso de la verdad no tiene significado. Pero en lo que respecta a las verdades sencillas, que llamo verdades civiles (si era esa hora cuando ocurrió, si estaba o no allí, si se fue o no la luz en dicho momento, si dijo aquello o no y cosas por el estilo que alumbran la convivencia), verdad sólo hay una. O sonó el teléfono o no sonó. O se firmó un acta o no se firmó.
Por ello, ya que en aquel jurado de noviembre de 1967 estuvo presente el entonces muy joven Pedro Gimferrer, creo que debo preguntarle al ya consagrado poeta:
1.-¿Es cierto que aquel Jurado concedió en primera instancia el Premio Nacional de Literatura "José Antonio Primo de Rivera" a José Luis Tejada Peluffo por su libro Razón de ser?
2.-¿Es cierto que tal decisión llegó a constar en un acta oficial del Jurado?
3.-¿Es cierto que, con posterioridad, no a iniciativa del Jurado sino a instancias del Ministerio de Información y Turismo regido por Manuel Fraga Iribarne, llegó una instrucción para forzar una nueva votación?
4.-¿Es cierto que el objeto de aquella votación fue anular el premio concedido a José Luis Tejada para concederlo a Carmen Conde por un libro que no se ajustaba del todo a las bases del mismo?
La verdad puede doler, pero también tranquilizar. "La verdad, si bien la miras,/para ser ella verdad/precisa que haya mentiras", dejó sentenciado Tejada en sus Aforismos.
Un poeta andaluz, el poeta español más dotado poéticamente de Otero para acá (A. Duque), fue sacrificado aquel otoño de 1967 en un irreverente altar político donde se cruzaron mezquinas razones de oportunidad en el camino de unos versos altos y nobles que apenas son hoy conocidos y reconocidos. José Luis Tejada fue la víctima. Algunos fueron los instigadores de aquel acto de corrupción literaria. Otros muchos optaron por la complicidad y el silencio.
Tras aquellos trágicos acontecimientos, hubo un poeta más triste y desgarrado en El Puerto de Santa María que nunca perdió la esperanza en España y su regeneración, la literaria incluida. Habría que preguntarse cómo se dan los premios literarios en la España actual sumida en una epidemia de corrupción tan peligrosa como las pandemias biológicas. Dios quiera que no así aunque la justicia poética, sabido es, no existe.
"Nadie se eche a nadar por propia cuenta,
nadie una tabla agarre. La tormenta
nos quiere divididos y difuntos.
Cada quien a su gavia o a sus remos.
La epidemia es total. Nos perderemos
si no aprendemos a salvarnos juntos".
(José Luis Tejada Peluffo, Razón de ser, 1967)[II]
[I] Se trata de Alfonso Candau Parias, que fue rector de la Universidad de Valladolid. Mas conocidos son Martín de Riquer, Guillermo Díaz-Plaja y Pedro (hoy Pere) Gimferrer. Jaime Delgado era historiador y poeta, Tomás Borrás fue un periodista y político.
[II] Recientemente se ha reeditado el libro Razón de ser con un prólogo del escritor jerezano Juan Bonilla.