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Las comprometidas situaciones en las que el español puede meternos

El Instituto Cervantes y Espasa publica Lo uno y lo diverso, una obra colectiva que defiende las idiosincrasias del lenguaje.

Diccionario español. | Flickr/CC/David Fernández

El español es la lengua materna de cerca de quinientos millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, hay algunas palabras propias de cada país que resultan comprometedoras en otros y que crean situaciones bastante curiosas. De ahí que en México puedan invitarnos a "salir a chupar unas pollas" o que en Colombia te "regalen" algo que tengas que pagar.

En Colombia, terminaríamos entendiendo por el contexto que salir a "azotar baldosas" viene siendo "bailar con emoción" y que se refieran a la "hora del té" al hablar de lo que los españoles diríamos "la hora de la verdad". Puede resultar curioso que en Perú hagan cosas "por si las huevas" —por si acaso—; o que en parte de Latinoamérica no es tan despectivo como podríamos suponer eso de que te llamen "vieja".

Estas palabras propias de las diferentes variedades del español no superan el 2% del léxico de cualquier hispanohablante y hay algunas que, por desconocidas, no nos pueden gustar más, como las que amplían las formas de extrañar. Esa es la "cabanga", el material del que están hechos los boleros y los tangos, según Sergio Ramírez, y que en Nicaragua es un paso más allá de la melancolía: "Es lo que se siente por alguien que se fue de nuestra vida o por la tierra lejana".

Muchas de estas curiosidades están recogidas en Lo uno y lo diverso, un libro para el que el Instituto Cervantes y Espasa han invitado a autores hispanohablantes a recordar aspectos lingüísticos que les han llamado la atención y mostrar así "una diversidad que enriquece la lengua común y que deja espacio a las propias idiosincrasias". Entran modalidades tan radicales como el lunfardo argentino o el llanito gibraltareño y han participado escritores como Luis García Montero, Mempo Giardinelli, Álex Grijelmo, Carla Guelfenbein, Carlos Herrera, Fernando Iwasaki, Sergio Ramírez, Carme Riera, Pablo Simonetti o Juan Villoro.

Durante su presentación, el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, destacó que "unidad no significa homologación, la diversidad es riqueza". "La literatura es la capital de un idioma sin centros. Nos sentimos orgullosos de pertenecer a un idioma, pero este orgullo no es vanidad, sino responsabilidad a la hora de trabajar en la convivencia", añadió. "Una sola lengua que junta mil lenguas es nuestra riqueza y nuestro tesoro. Entre España y América juntamos tantas formas de hablar como tonos de piel", aseguró la escritora colombiana Laura Restrepo, a través de un vídeo.

"Esas pequeñas diferencias nos sirven para hacer unas risas y pasar un rato divertido, pero a veces se fosilizan y se generalizan como un estereotipo nacional que, a menudo, es injusto. En este libro se habla mucho de lenguaje, pero también de entonación, de acentos y de pragmática", indicó la española Marta Sanz, una de las escritoras participantes en este libro.

El mexicano Juan Villoro mandó otra reflexión: "Todos los que hablamos variantes distintas del español tenemos un orgullo regionalista y creemos que nuestras modalidades son únicas. Cedemos a la vanidad e considerar que hablamos un sub-lenguaje. El gran misterio de la lengua es que tarde o temprano, ya sea por contexto o por acumulación de datos, nos acabamos comprendiendo. Estamos condenados a entendernos".

Precisamente, así se explica que cuando en los años 70 llegó a España la canción "Son tus perjúmenes, mujer", nadie dudó que "sulibeyan", palabra que no aparece en la RAE, puede traducirse como "me atraen".

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