La acepción asentada en el siglo XIX español de ser algo “la Biblia en verso” guarda relación directa, no con las 6.000 cuartillas de la obra en verso que se conservan del periodista, y escritor, católico siempre, militante ardoroso y aventurero José María Carulla (I) sino con la orquestada deformación y burla de su esfuerzo, ya fuese por el desdén a su ardiente religiosidad, por su aversión a su tradicionalismo carlista o por dañar el ejemplo de su comportamiento honorable en defensa de sus ideas.
Por ello, este artículo quiere honrar su memoria dando a conocer algún destello de su biografía apasionante e iniciando un camino que conduzca a que los españoles y todos los que tienen al español como lengua materna o lengua elegida puedan un día leer esta obra que es improbable haya sido leída por alguien en su totalidad. Para ello, claro, hará falta un Mecenas que comprensa la importancia de que España disponga, en formato tradicional o digital, de la única biblia completa en verso que se conoce en, salvo error u omisión.
Agapito Maestre, en estas páginas, tituló recientemente un artículo de ese modo, citando a Carulla, José María, el autor catalán de la más reconocida Biblia en verso español, mención que inspiró este artículo. Muchos otros escritores españoles lo hicieron y así aparecen bastantes de ellos relacionados en el único, minucioso y clarificador libro que hemos encontrado sobre José María Carulla y su obra, La Biblia en verso. Tras los pasos de José María Carulla, de José Antonio Mesa y José Luis Garzón.
Por ejemplo, dedican líneas a Carulla, Leopoldo Alas “Clarín” en su Cánovas, Mariano de Cavia, Pérez Galdós, Ramón María del Valle-Inclán, Menéndez Pelayo y Gumersindo Laverde. Aparece también en el Epistolario selecto de Rubén Darío y en numerosos periódicos y revistas de la época, casi siempre ridiculizado y escarnecido.
La falsa Biblia en verso
Josep Pla menciona a esta Biblia y a Carulla en El advenimiento de la República. “Carulla, por el apellido, debía de ser catalán. Su libro, la Biblia en verso, está completamente agotado y resulta difícil de hallar. Carulla puso en su libro una cuarteta inmortal de una gran profundidad humorística. Es aquella que dice: ‘Nuestro señor Jesucristo/nació en un pesebre./¡Donde menos se piensa,/ salta la liebre!...’".
Acertó Pla en el origen catalán del autor (nació en Igualada, Barcelona, el 18 de octubre de 1839) pero no en lo que se refiere a la publicación de la Biblia, lo que nunca ocurrió completamente, ni en los versos que cita, que jamás escribió Carulla. Ciertamente se le atribuyen al periodista y poeta afincado en Granada, junto a muchos otros, con el fin de ridiculizarlo pero ni siquiera tienen que ver con la forma poética usada por él en su heroico empeño.
De hecho, la estrofa en que está escrita toda la Biblia de Carulla es la lira, no la cuarteta ni el pareado ni ningún otro. La lira, modalidad utilizada ampliamente en el Siglo de oro español, se compone de cinco versos según el esquema 7A, 11B, 7A, 7B, 11B, representando la cifra el número de sílabas de cada verso y la letra mayúscula la rima consonante. Por tanto, concluyen Mesa y Garzón en su libro, lo que no esté escrito en liras no pertenece a la Biblia de Carulla.
El arabista Miguel José Hagerty, en un largo artículo sobre Carulla publicado en Miscelánea de estudios árabes y hebraicos de 1976 , aporta liras de su Génesis:
Sobre las aguas iba
del Señor el espíritu eminente
así diciendo arriba:
—Luz haya— de repente
hecha la luz quedando sorprendente.
Tomemos otro ejemplo del Evangelio de San Lucas versificado por nuestro titán y recogido por los mencionados Mesa y Garzón:
Los príncipes injustos
de dichos sacerdotes detestables
cual también los adustos
escribas reprobables
andaban en conjuras formidables.
Entre los versos atribuidos falsamente a Carulla, “apócrifos” los llaman Mesa y Garzón, que aceptaron acríticamente muchos autores como Pedro Gómez Aparicio, Alfonso Ussía, Samper Pizano, el propio Pla, Francisco Izquierdo y muchos otros están dos pareados que hicieron fortuna.
Uno se encuentra, supuestamente, en el Evangelio de San Lucas de Carulla, que nunca ha sido publicado lo que apunta a su falsedad. Es el que ya hemos recogido más arriba transcrito por Pla y que repetimos con una variante:
El señor Jesucristo nació en un pesebre.
Donde menos te lo esperas salta la liebre
El otro se refiere a la ciudad de Betulia (II) y se dice estar recogido en el Libro de Judith, donde no realmente existe:
Y entonces Cristo se fue
a la ciudad de Betulia
como quien va a un café
o a una tertulia
O en la variante: “Judith salió de Betulia/como quien va de tertulia”. Otros versos que se atribuyen a Carulla son: “Cristo entró en Jerusalén en un momento/ porque en vez de pie usó un jumento". O: “En Caná (Canaam) hay que beber/ y el agua se vuelve fino jerez". Y puestos a hacer risas a costa de Carulla, se podrían añadir los figurados por uno de sus mayores enemigo periodístico, El Imparcial: “En el principio era el caos/no había ni aún empleaos".
“Y Dios sacó de la nada/la tierra confeccionada./Formó la luna y el sol/ en territorio español".
Tan sólo conocemos la leve defensa de Gumersindo Laverde, en carta a Marcelino Menéndez y Pelayo que, sin apreciarlo apenas, sí se interesó alguna vez sobre las aventuras intelectuales de nuestro personaje. Le cuenta al sabio su amigo Laverde: “En la revista de Carulla (La Civilización) sale a luz una traducción en tercetos de la Divina Comedia: ya está a punto de terminar. En la misma revista he leído el himno La Cruz de C. Cantú vertido por dicho Carulla bastante bien”.
La verdadera Biblia en verso de José María Carulla
No se sabe de nadie que la haya leído completa, ni siquiera pudo hacerlo Menéndez Pelayo porque no se publicó nunca. Todo lo que pudo leerse de ella fueron cinco de los setenta y tres libros que van desde el Génesis a los Hechos de los Apóstoles pasando por las Epístolas de san Pablo, Santiago, san Pedro, san Juan y san Judas hasta culminar con el Apocalipsis.
Los cinco libros publicados fueron: El Génesis, El Éxodo, El Libro de Tobías, el Libro de Judith y el Levítico. Los cuatro primeros fueron impresos periódicamentre en la revista La Civilización, cuyo propietario y director era el propio Carulla, desde el 9 de junio de 1883 a 1888 en que dejaron de publicarse. Sobre esos 5 libros, si es que se leyeron, ha recaído toda la crítica que se ha cebado en la obra de Carulla.
Cuando dio con ella el ya mencionado arabista Miguel José Hagerty, la Biblia en verso de José María Carulla se encontraba en ocho cajas de archivo de la abadía de Sacromonte en Granada en papel de cuartilla, alrededor de 6.000, y sin encuadernar. La razón es que el manuscrito y una copia fueron adquiridos por el precio de 400 pesetas por su cabildo el 1 de marzo de 1917. Con anterioridad, la abadía había comprado asimismo su traducción al verso español de la Imitación de Cristo de Tomás Kempis.
De esa manera, la Abadía del Sacromonte se consolidaba como abogada de empresas consideradas imposibles. De hecho, su existencia se debe al descubrimiento de unas reliquias que, a pesar de llegar hasta los relicarios del acaparador Felipe II, resultaron ser falsas. Pero gracias a ellas se construyó el monumento a finales del siglo XVI.
En 1594, se encontraron “unos hornos de la época romana situados en el monte de Valparaíso, en los cuales se encontraron los restos de San Cecilio, primer obispo de la ciudad romana de Ilíberis (luego Granada), y de otros compañeros suyos que sufrieron martirio durante las persecuciones de Nerón. El pueblo de Granada, inmediatamente que supo de los descubrimientos de los restos de los mártires, inició un movimiento masivo de peregrinación a este monte. Fue entonces cuando el obispo de Granada, el gran humanista Don Pedro de Castro, decidió la construcción de una Abadía". Así se cuenta en la página web de su patronato actual.
Junto a las reliquias de san Cecilio, venerado como patrón de Granada y otros, aparecieron los Libros Plúmbeos –entre los que algunos han incluido por error o maldad la Biblia en verso de Carulla por considerarlo pesado como ese metal—, que estaban escritos en planchas de plomo en un árabe peculiar narrando falsas pero deliberadas leyendas sincréticas de islamismo y cristianismo, en realidad pro-moriscas, sobre los orígenes apostólicos árabes de Granada.
Y allí sigue, junto a la otra copia que está en el Seminario de Granada, La Biblia en verso de Carulla, sin publicarse y sin ser conocida por los lectores en lengua española. Sn embargo, asu autor organizaba lecturas privadas de la Biblia en verso en su despacho granadino, a las que asistían damas y caballeros, literatos y periodistas.
José María Carulla, una biografía espectacular
Alguien dispuesto a pasar diez o doce años de su vida escribiendo una Biblia en verso tuvo que ser muy especial. En la primera biografía conocida, la del Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano de Literatura, Ciencias y Arte de Montaner y Simón, se dice de él que nació en Igualada en octubre de 1839 y que a los 21 años ya era licenciado en Derecho Civil y Filosofía, obtenido premios en la Academia aragonesa en la que leyó un discurso en favor de la pena de muerte. Fundador de varios periódicos y revistas desde muy joven, a los 28 años fue por primera vez a Roma volviendo a la capital católica más de 12 veces a pesar de no tener nunca dinero.
Trató de servir al papa San Pío IX en calidad de zuavo pontificio, antecedente francés de la actual guardia suiza, lo que da una idea de su fidelidad a la Iglesia Católica. Luego se hizo Bachiller en Teología y obtuvo la carrera de Administración, además de la de profesor académico. Tras practicar la abogacía en Madrid fue desterrado en 1875 por defender a los católicos alemanes contra Bismarck. Quería además recuperar mediante una cruzada territorios para el estado pontificio.
Fue recibido al menos dos veces en 1880 por el papa León XIII que ofició misa privada en su presencia y lo fue en otras ocasiones. Cuando terminó su Biblia en verso, se la remitió al Pontífice y éste le concedió la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice. Participó en la Unión Católica, que unía a católicos de diversas tendencias, pero fue expulsado por oscuras razones. Siguió teniendo trato privilegiado con Roma en el papado de Pio X y su catolicismo sin fisuras le desencadenó muchos ataques personales y literarios.
Tomó parte activa de la guerra civil en defensa del carlismo al lado de Rafael Tristany, que llegó a ser capitán general de Cataluña. Perteneció a las academias pontificas Tiberina, de la Inmaculada Concepción, de la Arcadia y de Santo Tomás de Aquino. Fundó en 1874 la revista periódica La Civilización en cuyos 54 volúmenes se publicaron al menos 4 libros de su Biblia en verso.
Ya en el siglo XIX, cuando se publicó esta biografía, sus obras en prosa ocupaban cuarenta tomos pero luego aumentaron mucho. Según Hagerty, en 1908 él mismo calculó haber publicado ya más de 250 tomos en verso y prosa, entre originales y traducciones. Entre las traducciones que hizo, destacó una de la Divina Comedia. Tradujo del catalán algunas obras del dramaturgo Federico Soler, así como el poema La Atlántida, de Jacinto Verdaguer. Además, compuso la novela Alberto Ulloa, que quería enviar a la biblioteca del Sacromonte y una obra de teatro estrenada en 1907, La mujer rica.
En el estudio de Mesa y Garzón, se relacionan 29 obras en prosa en numerosos volúmenes, 14 obras poéticas, teatro y traducciones, 17 manuscritos de prosa y verso y no menos de 45 sonetos. El diario granadino Gaceta del Sur, que anunció el interés por la publicación de toda la obra de Carulla en 1908, dijo que el problema eran los “más de 400 tomos en verso y prosa” que la constituían, algo que el propio Carulla corrigió reduciéndolos a poco más de 250.
La Biblia en verso de Carulla debe ser editada y publicada
Y debe serlo porque, independientemente de su valor literario, sobre el que existe, como es sabido, una extensa e intensa polémica a pesar de no haber sido leída completa o en parte por casi nadie, es de hecho una obra monumental. Lo es porque el intento fue monumental para un solo hombre y lo es por ser la única biblia completa en verso, que sepamos, existente en lengua española.
También son monumentales los ataques e imprecisiones sobre su persona y obra, intencionadas o no, que recopilan Mesa y Garzón en su libro. El País le rebautizó Alejandro (19-5-1985) y afirmó que escribía en versos alejandrinos. Otros le llamaron Juan. Hubo quien lo hizo morir 8 años antes de 1919. Alfonso Ussía y Jaime Campmany le creyeron cura. Camilo José Cela dijo que Carulla fue capitán de los zuavos (¿). Muchos dicen que sólo terminó de versificar cuatro libros de la Biblia y aunque tiene calle en Granada, es más conocida por disponer de una farmacia que por llevar su nombre.
Es evidente que la ignorancia, el prejuicio y el ataque sectario se abatieron sobre José María Carulla. Como bien concluyen José Antonio Mesa y José Luis Garzón en su meritorio y desmitificador libro, Carulla “pronto se ganó la inquina y el odio de las izquierdas anticlericales, actitud que le persiguió durante toda su vida”, muy especialmente en la prensa satírica.
Pero también en la prensa considerada seria. En 1883, El Imparcial recoge lo siguiente: “Biblia pornográfica, chapucería, libelo asqueroso, sucio proyecto, grosera empresa, porquerías, basuras poéticas, teorías repugnantes…". ABC, en diciembre de 1934, publicaba con motivo de su retrato por el pintor Gabriel Morcillo: “El autor de la grotesca Biblia en verso, donde toda incongruencia y chocarrería poética tiene asomado…". Incluso determinados sectores católicos españoles la denigraron y hasta la consideraron blasfema.
Por todo ello, su Biblia en verso debe ser editada y publicada, en el formato que sea menester, porque ya es lo de menos si su valor literario es o no una “mamarrachada” como dejó escrito el propio Menéndez Pelayo. Los mismos Mesa y Garzón clavan banderillas negras en su forma de escribir.
Pero no hay duda de que ha llegado a ser una obra de referencia para muchos españoles que, sin embargo, no tienen posibilidad de conocerla ni tratarla con la objetividad necesaria. Sí, el autor fue católico, carlista y a muchos no les gusta cómo escribía. ¿Y qué? También fue un español que intentó una proeza nacional cuyo resultado se conserva intacto.
Hay objetos que llegan a ser un monumento reconocido no por su perfección o su valor intrínseco sino por su significación, por el esfuerzo descomunal que supuso su intento y por la excepcionalidad de su aventura. No se olvide que hay monumentos que lo son aún más gracias precisamente a sus defectos.
Además, si han merecido publicación biblias en verso bufas y pésimas de calidad, como alguna que aquí hemos atendido, ¿por qué no publicar la Biblia de Carulla que ha formado y forma parte de la cultura española? Lo dicho, un Mecenas. Y luego, que sea “bondadosamente colocada/ de la muerte después, mi librería/ en mi dilecta célebre Igualada/. En tanto, el alma llena de alegría/considerando verme aquí en Granada, ciudad hermosa, noble, buena y pía”, como el propio autor dejó escrito.
(I) No confundir esta rama del apellido Carulla con la de otros Carulla, nacionalistas catalanes y fundadores de Gallina Blanca y de Omnium Cultural, ahora implicada en el proceso independentista.
(II) Ciudad bíblica hebrea en cuyas afueras la viuda Judith cortó la cabeza del general asirio Holofernes