Andrés Trapiello (Manzaneda de Torío, León, 1953), como tantos otros, no es madrileño pero como si lo fuera. Llegó a la capital hace 50 años "probando fortuna". En su último libro Madrid (Planeta) recorre la historia de la ciudad reivindicando la hospitalidad de quienes viven en ella en un relato que entrelaza con su propia biografía y otros recuerdos —los viajes de agua, los barrios bajos y los nobles, con reyes, repúblicas y dictaduras, el esplendor y las miserias, la paz y las guerras, la movida—. El autor conversó con Federico Jiménez Losantos en esRadio.
Trapiello hace un repaso a las calles, a sus gentes, sus oficios. "Madrid es una ciudad muy simpática para mucha gente, excepto para aquellos que creen que es el mal de todos los males. La madrifobia es más antigua que la pana. He hecho un libro como los que me salen a mí, revuelto".
"Madrid siempre vive a filo de la catástrofe. Nadie sabe por qué es la corte, por qué Felipe II la elige habiendo otras ciudades mejor situadas para serlo, como Sevilla o Toledo. Madrid siempre ha estado con guerras, posguerras, pandemias… y siempre ha salido. Es una construcción política que ha funcionado más que bien, muy bien, es una ciudad que la ha hecho toda España. Tres de cada cuatro madrileños hemos venido de fuera y eso es así desde hace 200 años. Esto le da a Madrid un espíritu especial. Nadie quiere dejar su sitio de nacimiento si no es por una razón poderosa, llegamos con un pequeño desgarro. Esto hace que los madrileños sean un poco más luminosos que otras gentes, porque dejan de lado su propia historia y se ponen a hacer una historia común. Esa historia común es no solo Madrid sino España. Madrid es el reducto y el espejo de España y eso molesta muchísimo a la gente", aseguró el escritor en Es la mañana de Federico.
"Madrid es la ciudad que une a todos los españoles. ¿Qué es lo que primero atacan los que quieren romper España? Madrid. Lo hacen de una manera bastante cómica porque no dejan de venir a Madrid porque es una ciudad fascinante, incluso para ellos", añadió.
Para Trapiello, la ciudad tiene una luz especial: "Siendo tan cochambrosa, tan mal hecha, que no clamorosamente hermosa sino hecha de remiendos y de pegotes, tiene una luz única y ese espíritu de la gente que ha decido apartar sus problemas personales para hacer de Madrid un proyecto común. Eso se nota en todo, en las gentes, los bares, las plazas".
Virtudes y defectos
"La principal virtud es la mezcla y el defecto es que, como la mayor parte venimos de fuera, el madrileño no siente como suya la ciudad", opinó el escritor. "Pasas todos los días por delante de un palacio del siglo XVIII maravilloso que alguien ha tirado y no solo no te das cuenta, sino que hasta tres años después no caes en ello. Crees que Madrid es de todos y de nadie y que se va a cuidar ella sola".
"He tratado de contar la ciudad en un libro como lo haríamos a un amigo", insistió Trapiello. "La ciudad no solo son las Cortes, la Almudena, los monumentos, el Palacio Real... La ciudad son personas a las que hemos tenido la suerte de conocer y hemos admirado, y eso lo compartimos con la gente".