Felicidades, Delibes: vuelven los festejos en la semana de su centenario
La BNE continúa promocionando la exposición dedicada al escritor vallisoletano, que permanecerá hasta mediados del mes que viene.
Si Miguel Delibes se despertase la mañana de este sábado, celebraría su centenario con una fiesta sencilla. Así solía hacerlo siempre, según relata su hija Ángeles, rodeado de la familia y soplando velas sobre la tarta de frambuesa y hojaldre que tanto le gustaba. "Era muy goloso. Además de la tarta, todos los años la antigua mujer que había trabajado en casa de sus padres le traía muchas uvas albillo. Cuando murió ella, siguieron la tradición sus hijas". Durante una época, además, Lola Herrera le enviaba flores y Teixidó, su editor de entonces, una botella enorme de cava que despertaba la admiración de los niños pequeños que pululaban por la casa.
El año en que habría cumplido cien ha sido extraño por varias razones. Desde un principio, su cifra redonda comparte protagonismo con la del fallecimiento de otro gigante de las letras españolas: Benito Pérez Galdós. Por desgracia, el virus ha trastocado los planes previstos y obligado a improvisar nuevas formas de homenajear la figura de ambos. Aún así, sus descendientes agradecen la "enorme repercusión" que ha tenido la fecha señalada. "Llevamos todo el año hablando con todo tipo de personas. No sabemos cuántas entrevistas hemos concedido ya. Estamos muy agradecidos y orgullosos, porque sólo se han escrito cosas buenas sobre él". A comienzos de esta semana, mismamente, la Biblioteca Nacional de España celebró una mesa redonda virtual en la que juntó a su último editor, Emili Rosales, a la experta en su obra Amparo Medina-Bocos, al comisario de la exposición sobre él inaugurada hace un mes en el recinto Jesús Marchamalo y a su hija, Ángeles, guardiana de su legado.
Juntos, más que otra cosa, recordaron anécdotas humanas y rasgos de su carácter, "aparentemente huraño pero muy cercano y divertido en las distancias cortas". Rememoraron aquel viaje a París con la familia, cuando todos eran pequeños, en el que para hacer reír a sus vástagos consiguió que la gente le confundiese con una estatua en el Museo de Cera de la ciudad; o las largas jornadas de trabajo veraniegas, cuando se ponía a trabajar desde primera hora, "sobre una mesa de ping-pong que teníamos en la cabañita del jardín", y no paraba hasta la hora de comer. "Entonces escribía junto a la ventana, siempre, que le ofrecía un paisaje portentoso. Pero no tenía ningún reparo en detenerse y saludar a todo el que pasaba por delante de vez en cuando". Al concluir, se pegaba un baño en la piscina y después, dedicaba la tarde a la lectura o a pasear.
La relación de Delibes con su editorial de toda la vida, Destino, fue catalogada como "atípica" y "emblemática". "Juntos estuvieron 60 años", explicó Rosales, "algo que a día de hoy parece impensable". También recordaron la evolución de su amistad con su editor más cercano, Vergés, "una de las más importantes de la historia de la edición española, referente para todos los que nos dedicamos a esto", que también fue muy duradera y de la que nacieron algunas de sus obras más recordadas.
Exposición, aniversario y libro conmemorativo
El pasado 18 de septiembre se inauguró en la BNE la exposición Delibes, comisariada por Jesús Marchamalo, que reúne objetos y fotografías y que confecciona un recorrido biográfico en el que resaltan algunas de sus facetas menos reconocibles. También su manera minuciosa de trabajar, sus horarios absorbentes, "por las mañanas de catedrático, por las tardes en el periódico"; y muchas de las páginas que dejó manuscritas en esas cuartillas sobrantes que se llevaba de El Norte de Castilla.
Emili Rosales celebra que, a diferencia de otros reconocidos autores, él tuvo tiempo de revisar y publicar los volúmenes de sus obras completas. Ahora, diez años después de su fallecimiento, tanto Marchamalo como Amparo Medina-Bocos han preparado un último homenaje, El libro de Miguel Delibes, que condensa en unos cuantos cientos de páginas un recorrido exhaustivo "por una obra extensísima y compleja". "Se trata de un trabajo de selección, más que otra cosa", dijo Medina-Bocos de su labor, "que viene a completar con textos del propio Delibes ese relato de la vida, costumbres, obsesiones y manías que ha elaborado de forma concienzuda Jesús".
Esta semana se cumplirán cien años del nacimiento del último gran clásico de las letras españolas. "Catedrático de Derecho Mercantil, periodista, cazador, defensor a ultranza de la naturaleza y de la explotación sostenible de los recursos naturales, académico de la Lengua, escritor… Una de las voces más admiradas y originales de la literatura en español de la segunda mitad del siglo XX", reza la nota de prensa. "En cualquier caso, un enorme escritor y, por su legado, una persona admirable", sentenció Marchamalo.
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