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'Seré feliz mañana', de Xacobe Pato: ante los dioses del postureo, la vida de un tipo normal

Una de las grandes virtudes del libro es la reivindicación discreta de lo normal, la mirada sencilla, sin plastificar, muy lejana de la impostura.

Una de las grandes virtudes del libro es la reivindicación discreta de lo normal, la mirada sencilla, sin plastificar, muy lejana de la impostura.
Portada de 'Seré feliz mañana' | Espasa

En la ciénaga cotidiana de las verdades absolutas con pies de cristal y de los falsos profetas que sientan cátedras fallidas –cuando no terribles y peligrosas–, Xacobe Pato (Orense, 1987) escribe diarios "para entenderse a sí mismo, para desahogarse o, mira, qué sé yo". Una de las grandes virtudes de Seré feliz mañana (Espasa, 2020) es, precisamente, ese qué sé yo, esa reivindicación discreta de lo anodino, de lo real y de la duda, esa huida socarrona de la ley hecha piedra, esa mirada sencilla, sin plastificar, tan lejana de la impostura y de la pretensión.

El libro recoge los textos publicados por Pato –licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración, colaborador en Onda Cero y La Voz de Galicia y librero de Cronopios, en Santiago de Compostela– en su cuenta de Instagram entre junio de 2018 y diciembre de 2019. El autor escribe diarios desde que, siendo niño chico, sus padres le compraron en el Museo Reina Sofía un cuaderno de Taschen que reproducía una pintura de Paul Klee. Cuando se enteró de que estos lo leían, los aliñó con historias ficticias: "Me inventé una novia. La presenté así: 'Me gusta alguien que no va a mi colegio, ¡ah!, y es mi novia'. La relación era medio tóxica, cortamos varias veces".

Pato parte de una premisa de Renard: "Cuando uno habla de su felicidad debe ser discreto y confesarla como si confesase un robo". Como Trapiello, considera que un diario es como una taberna "en la que siempre hay un tabernero comprensivo con nuestras debilidades, que nos escucha si le hablamos y que sabe guardar silencio si queremos estar callados". En Seré feliz mañana habitan la familia, la novia y los amigos –siempre sólo nombrados con una inicial– del autor, sus recuerdos, las series que ve, los libros que lee o los autores que presentan sus obras en Cronopios. El totum revolutum es anárquico, impresionista. Funciona.

Y funciona, sobre todo, por su naturalidad y el sentido del humor, socarrón, sin aspavientos, no forzado, presente en buena parte de las entradas recogidas. Van tres ejemplos: "Cada vez que Houellebecq pone un punto y coma resucita un gato. Mejor aún, cada vez que Houellebecq pone un punto y coma muere un tuno"; "El nuevo hetero es tan machista como el tradicional, pero tiene las manos más pequeñas"; "Lo mejor de vivir en Galicia es que las Fallas nos quedan a tomar por culo".

Además, en esta crónica subjetiva y humilde del día a día, hay fogonazos reflexivos llenos de inteligencia que se adhieren a la mente e incitan al pensamiento, a la digestión mental lenta: sobre el paso del tiempo, sobre el ejercicio y el placer de leer, sobre "lo que importa de verdad". Sin intentar emular a Paulo Coelho, claro. Pato dice las cosas como si no tuvieran importancia. Las suelta y hala. Pero algunas calan, se adhieren al coco. "La vida –escribe– es una novela ya publicada, con un millón de erratas, y que paradójicamente no se termina de escribir nunca".

¿Un "diario emocional"?

Lo peor –o no– que tiene Seré feliz mañana es su nota de prensa, que describe el libro como "un delicado homenaje a las pequeñas cosas" y "el diario emocional del librero con mayor influencia de Instagram". Creo que el eslogan es ideal para vender las supuestas memorias de Kiko Rivera o un manual de estilismo de Rosalía, pero que no casa con un producto literario bien hecho. "El libro –me dice el autor– está dentro del género del diario y, en principio, no necesitaría mayor adjetivación. Lo que pasa es que los adjetivos a menudo ayudan a explicar. Yo, sin ir más lejos, he dicho en algunas entrevistas que es un diario si no literario, por lo menos sí con vocación literaria. Sobre todo por diferenciarlo de los diarios íntimos convencionales. Y en ese sentido la verdad es que yo tampoco identifico Seré feliz mañana con un diario emocional, que no sé muy bien lo que significa. En definitiva, creo que los textos deben hablar por sí mismos".

Pato entiende, por otro lado, "que las editoriales tienen también sus propios mecanismos para encontrar lectores y no me parece mal, al revés". Respecto a la citada red social, al autor no le molesta "que la nota de prensa diga que tengo 'influencia en Instagram', aunque desde luego no creo que la tenga. Si eso ayuda o no a contextualizar al libro o al autor yo la verdad es que no lo sé, porque no soy un experto ni en marketing ni en prensa".

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