El consentimiento ha sembrado en la sociedad francesa un intenso debate sobre lo alterables que se vuelven los límites cuando quien los desplaza es un celebrado intelectual. Éxito de ventas en Francia desde su lanzamiento, este libro cuestiona si la literatura justifica cualquier acción y por qué un autor que defendió la pedofilia impulsando un manifiesto titulado "Los menores de dieciséis años" fue homenajeado durante décadas e, incluso, se permitió presumir de sus relaciones con menores en platós de televisión.
Con trece años, Vanessa Springora (París, 1972) conoció a Gabriel Matzneff, un escritor treinta y seis años mayor que ella, con un carisma arrebatador, durante una cena organizada por su madre, jefa de prensa en una editorial. Matzneff empezó a visitarla en la salida del colegio y le dedicó cartas de amor aduladoras hasta lograr iniciar una relación con ella —no autorizada por la ley pero "absolutamente consentida" por parte de la joven—. Ignoraba entonces que había sucumbido al cortejo de un depredador y que no era la única menor que había caído en sus brazos. Con esas perversas relaciones nutría, además, su producción literaria.
"Es un libro escrito, en primer lugar, para mí. Un libro que llevaba en mi interior casi 30 años. Cuando tuve un hijo, me di cuenta de que lo que yo percibía como ser un adulto a los 14 años no era real, yo no era adulta entonces. Me di cuenta de lo fácil que le es a un adulto o a cualquier figura de autoridad seducir a un menor. Era una presa fácil. Eso despertó en mí el deseo de escribir", relató la autora durante la presentación virtual del libro.
La concesión del prestigioso Premio Renaudot a Matzneff fue la gota que colmó la paciencia de Springora, quien se decidió a contar su historia para remover conciencias. Los franceses fueron conscientes entonces de que habían incorporado sin reservas a la élite intelectual a un escritor que llevaba años publicando libros en los que detallaba sus relaciones con niños a partir de ocho años. "Creo que a los franceses les costaba creer que detrás de esas páginas hubiera personajes reales. Nadie trató de encontrar la verdad detrás de sus escritos, pensaron que era una invención. Con mi libro he querido confirmar que no era un mitómano, que lo que contaba era real. Hizo un daño enorme a niños".
El libro reflexiona igualmente sobre la edad a partir de la cual se puede consentir una relación sexual. "Es una noción que se puede volver contra la víctima y que permite atenuar la gravedad de los hechos. Si uno es vulnerable —sea adulto o menor— se puede ver forzado a consentir. La persona que tiene que consentir tiene que estar en igualdad con el otro".
"En los últimos 30 años, las costumbres han cambiado. Hoy los adolescentes son más precoces. No hay que criminalizar una relación entre un adolescente de 15 años y un joven de 20. No estoy segura de que haya que fijar un umbral. Ahora bien, el hecho de que uno consienta puede hacer que la víctima se sienta culpable por haber consentido. Habría que ver la diferencia de edad, la posición del adulto con respecto al menor y la posición de autoridad, por ejemplo, si es un profesor. Eso es lo que tiene que analizar un juez".
Abusos continuados en Manila o Filipinas
Irónicamente, los libros de Matzneff fueron la "salvación" de Springora, la bofetada de realidad que le abrió los ojos. "Los libros que él me prohibía leer me permitieron descubrir su aspecto maquiavélico. Descubrí que tenía relación con niños de países en desarrollo como Manila o Filipinas. Me permitió cuestionarme nuestra propia historia. Me sentí cómplice porque eran niños, aunque yo no me consideré víctima hasta los 26 años".
La publicación de El consentimiento ha supuesto un auténtico terremoto en el mundo editorial francés. Gallimard los ha eliminado de su catálogo y muchas librerías los han retirado. "No estoy de acuerdo con sacar los libros de circulación porque estoy en contra de la censura. Son la prueba de sus historias. Me hubiera gustado que hubieran sido reeditados dentro de una contextualización, tratando de explicar por qué se publicaron en su momento y por qué no afectaron al público como hoy lo hacen", aseguró Vanessa Springora.
La autora considera que la sociedad pasó por alto este escándalo porque se había llevado al límite el lema de mayo del 68 de "está prohibido prohibir". "Era una época libertaria. Los pedófilos querían hacer creer que era una orientación sexual, como la homosexualidad", explica, en tanto que señala que "la figura del intelectual en Francia tiene un estatus especial, es una figura intocable que está por encima de la ley".
Polański o Nabokov
"No es una guerra de sexos, en absoluto", reitera la autora. "Yo soy una chica que cuenta la historia de una relación con un adulto que era un hombre, pero podría haber sido un chico perfectamente porque en la obra de Matzneff encontramos muchas historias con niños".
Springora hace hincapié en la diferencia entre su depredador y otros intelectuales que en la actualidad están siendo cuestionados, como Roman Polanski. "Hay un debate muy interesante sobre la diferencia entre el artista y su obra. Si una obra defiende un delito, se pueden asociar los hechos relatados a la persona que los ha cometido y, además, el autor se revindica, pues efectivamente esa obra debe ser cuestionada. Es el caso de Gabriel Matzneff, que escribe una obra autobiográfica y se identifica como personaje y autor de hechos pedófilos. Sin embargo, Polanski está fuera de su obra, sus películas no hacen apología de la violación. No veo por qué hay que censurarlas. Ahora, si ha cometido actos de violación o abusos sexuales tendrá que responder ante la justicia. Hay que diferenciar cuando el autor se reivindica como el monstruo que hay en sus libros. Yo jamás, como editora, habría publicado la obra de Gabriel Matzneff".
Similar opinión refleja acerca de Lolita de Nabokov. "No se puede comparar a Nabokov con Matzneff en absoluto. Nabokov es un novelista extraordinario que mostró por primera vez en la literatura a un pedófilo. Es importante que estos personajes también se puedan ver para poder comprender. Para mí, Nabokov condena la figura del pedófilo, no fue condescendiente con él. Reconoce que ha destrozado la vida de Lolita. Pero Matzneff no".
La permisividad de una madre
La escritora francesa se sometió a distintas terapias para "reparar" su relación con los adultos y en este libro describe pasajes bastante difíciles para ella, como la primera experiencia sexual. "El libro es la cumbre de mi proceso de liberación. Es público, es una historia literaria frente a la obra de Matzneff, un contrapunto que permite relatar la historia que ha contado este señor desde el punto de vista de todas las jóvenes que se sintieron atrapadas".
La madre de la autora fue, en parte, cómplice de esta relación. Con el paso de los años, Springora cree haber comprendido su postura: "Cuando ella intentó explicarme la reputación de esta persona, yo no la creí. Si ella hubiera tenido el valor de prohibírmelo, hubiera sido muy difícil la relación entre las dos, pero me hubiera resultado más fácil perdonarla. Ya como adulta, he podido perdonarla. El adulto está para establecer límites. Seguramente ella estaba también fascinada por esta figura y acabó por convencerse de que la historia no suponía ningún problema. Hoy en día se lamenta".
Ejemplo para otras víctimas
"Represento a otras chicas y chicos que han podido vivir experiencias similares durante su infancia y adolescencia. Para mí, es un orgullo poder ayudar", dijo. "Es importante darles acceso a través de la literatura para que rompan el silencio. No hay nada más destructivo en la vida que el silencio", aseveró.
La autora mostró su preocupación por las cifras de la violencia sexual contra los niños en Francia. "Hay mucho trabajo por hacer en cuanto a la educación, la protección de los menores y la detección de los pedófilos. También han sido muy complicado los casos de pedofilia en la Iglesia. No estamos en absoluto en una momento en el que la situación esté resuelta. Muchas veces se mete debajo de la alfombra y no hay nada más destructivo para un niño que haber sido agredido por un adulto, deja una huella de por vida. Hay que poner de manifiesto que estos fenómenos se siguen perpetuando sin que pase nada, es desesperante".
El consentimiento fue número uno en ventas en Francia desde su publicación, se agotó a los dos días de salir a la calle. Los derechos se han vendido a veinte países y será adaptado al cine.