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Filipinas, colonia de ultramar

Los mares de la canela (La Esfera), primera novela de Pilar Méndez Jiménez, recrea los vínculos entre la Península Ibérica y Filipinas.

La relación entre Filipinas y España, su metrópoli colonial durante tres largos siglos, ha sido a lo largo de la historia objeto de un sinfín de malentendidos. Desde que en 1521 Magallanes pusiera por vez primera el pie en las islas, hasta la posterior fundación de las plazas españolas de Cebú y Manila, capital oficial de la España asiática, conectada a su vez con los dominios americanos, pasaron trescientos largos años. Tiempo más que suficiente para que germinase una influencia tan cultural como política. que, antes que política, fue cultural. Hasta que Filipinas se independizó de España, en el aciago 1898, cayendo a partir de entonces bajo la influencia norteamericana, las relaciones comerciales entre la Península y las Indias Orientales fueron constantes.

Este patrimonio sentimental, compartido por ambas naciones, se ha diluido en buena parte. Y, sin embargo, parte de la herencia española en las ínsulas asiáticas perdura, invencible al curso del tiempo, en la arquitectura, la religión (católica) y el idioma. De este pasado trata Los mares de la canela (La Esfera de los libros), primera novela de la diplomática y viajera Pilar Méndez Jiménez (Madrid, 1973), que en este libro evoca este pretérito a través de un cúmulo de personajes de ambos mundos, unidos en un fértil mestizaje. La novelista recuerda en su narración que el real español de a ocho era la moneda común de intercambio entre los comerciantes de los mares del Sur y reconstruye la importancia que tuvo la compra y venta de especias, en especial la misteriosa y apreciada canela, presente en Occidente gracias a las rutas de exportación del célebre Galeón de Manila, activo desde el siglo XVI hasta el XIX.

Méndez Jiménez resucita ese mundo perdido que, sin embargo, perdura en el nomenclátor y en insignes libros antiguos, como el Informe sobre el estado de las islas Filipinas, una relación escrita por el diplomático Sinibaldo de Mas, primer embajador hispánico ante la corte del emperador de la China, citado con reverencia por los personajes de la novela. Filipinas, y en concreto Vigan, una urbe situada al Norte de Luzón, una de las islas del archipiélago, será uno de los espacios narrativos donde la cultura española confluye con la gran civilización oriental china, cuyos comerciantes surcaban los océanos de la canela en busca de prosperidad. En esta geografía –junto a la Galicia rural, escenario de otra de las tramas de la novela– se desarrolla la narración del libro de Méndez Jiménez, que es, en cierto sentido un canto a la convivencia –no siempre fácil– entre estas tres culturas, encarnadas en la figura de un gran personaje llamado Vicente Syquia, un comerciante de origen chino, con nombre españolizado –"adaptación al medio", se justifica–, cuyo apellido todavía identifica una de las más hermosas mansiones históricas de Filipinas, donde hizo fortuna y se instaló con su familia hasta que un parto prematuro lo convirtió en involuntario viudo.

Syquia representa en su persona la estirpe de los mestizos de sangley, donde la ascendencia china se confunde con la filipina y la española.

No es el único episodio de vinculación afectiva entre España y Filipinas. Méndez Jiménez evoca también en su relato la figura de Leona Floretino, una escritora real del siglo XIX que escribía indistintamente en ilocano –el idioma local– y en español. En el libro, la escritora viaja entre España y Filipinas, enferma tras una visita a Sevilla y queda seducida por la figura de Emilia Pardo Bazán y su mensaje de liberación de las mujeres. De fondo, en el tramo final del relato, donde aparece el fenómeno de la masonería, tan característico de las sociedades del siglo XIX, se vislumbran los cambios políticos que separarán a España de Filipinas, impulsados por unas élites nativas –Méndez Jiménez cita a Marcelo del Pilar y a José Rizal, fundador de la Liga Filipina, partidarios de la autonomía del archipiélago– enfrentadas a las peninsulares. "Los intereses de la política no son los de las personas", dice en un momento de la novela Huang, el protagonista masculino de la novela, Syquia para explicar cómo los tres siglos de permanencia histórica de España en Filipinas llegaron a su ocaso. Una epopeya que El mar de la canela nos devuelve ahora a través de la literatura.

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