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Pérez Reverte abordará la Guerra Civil en su próxima novela 'Línea de fuego'

Según la editorial, "es un relato ecuánime donde se recupera la memoria de nuestros padres y abuelos, que es también nuestra propia historia".

La editorial Alfaguara confirmó este jueves que la próxima novela de Arturo Pérez- Reverte se llamará Línea de fuego y saldrá a la venta el 6 de octubre. "Por primera vez, después de treinta años de exitosa carrera literaria, Arturo Pérez-Reverte aborda de forma directa, en una espléndida novela, el episodio más trascendental de la historia reciente de España, la Guerra Civil, para contar la memoria de nuestros padres y abuelos, que es nuestra propia historia", avanza la editorial en un comunicado.

Las unidades militares, los lugares y los personajes que en esta novela aparecen son ficticios, aunque no lo sean los hechos ni los nombres reales en que se inspiran. Arranca en la noche del 24 al 25 de julio de 1938, durante la batalla del Ebro, en la que 2.890 hombres y 14 mujeres de la XI Brigada Mixta del ejército de la República cruzan el río para establecer la cabeza de puente de Castellets del Segre, donde combatirán durante diez días. Ni Castellets, ni la XI Brigada, ni las tropas que se le enfrentan en Línea de fuego existieron nunca.

"La batalla del Ebro fue la más dura y sangrienta de cuantas se han librado en nuestro suelo, y sobre ella hay abundante documentación, partes de guerra y testimonios personales. Con todo eso, combinando rigor e invención, el autor más leído de la literatura española actual ha construido, no ya una novela sobre la Guerra Civil, sino una formidable novela de hombres y mujeres en cualquier guerra: un relato ecuánime y fascinante donde se recupera la memoria de nuestros padres y abuelos, que es también nuestra propia historia", asegura Alfaguara.

Con Línea de fuego, Arturo Pérez-Reverte sitúa al lector entre quienes, voluntarios o a la fuerza, estuvieron peleando en ambos bandos en los frentes de batalla.

Así comienza la novela:

Son las 00:15 y no hay luna.

Agachadas en la oscuridad, inmóviles y en silencio, las catorce mujeres de la sección de transmisiones observan el denso desfile de sombras que se dirige a la orilla del río.

No se oye ni una voz, ni un susurro. Sólo el sonido de los pasos, cientos de ellos, en la tierra mojada por el relente nocturno; y a veces, el leve entrechocar metálico de fusiles, bayonetas, cascos de acero y cantimploras.

El discurrir de sombras parece interminable.

Hace más de una hora que la sección permanece en el mismo lugar, al resguardo de la tapia de una casa en ruinas, esperando su turno para ponerse en marcha. Obedientes a las órdenes recibidas, nadie fuma, nadie habla y apenas se mueven.

La soldado más joven tiene diecinueve años y la mayor, cuarenta y tres. Ninguna de ellas lleva fusil ni correaje como las milicianas que tanto gustan a los fotógrafos de la prensa extranjera y ya nunca pisan los frentes de verdad. A estas alturas de la guerra, eso es propaganda y folklore. Las catorce de transmisiones son gente seria: cargan una pistola Tokarev al cinto y, a la espalda, pesadas mochilas con material técnico o gruesas bobinas de cable de teléfono. Todas son voluntarias en buena forma física, disciplinadas, comunistas de militancia y con carnet del partido: operadoras y enlaces de élite formadas en Moscú o por instructores soviéticos en la escuela Vladimir Ilich de Madrid. También son las únicas de su sexo adscritas a la XI Brigada Mixta para el cruce del río. Su misión no es combatir directamente sino asegurar, bajo el fuego enemigo, las comunicaciones en la cabeza de puente que el ejército republicano pretende establecer en el sector de Castellets del Segre.

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