Andrés Amorós, en su serie de novelas sobre epidemias, recomienda esta semana La peste, de Albert Camus (1913-67), premio Nobel de Literatura de 1957. Es una obra que puede resumirse como existencialismo ético.
Cuenta una epidemia de peste en Orán, basada en la que hubo en 1849. Puede dividirse en tres partes. La primera es la crónica de la epidemia, en tono periodístico, cercano a DeFoe: "El narrador será conocido a su tiempo".
Todo comienza con la aparición de una rata en la escalera. La actitud general es la de negar la realidad ("No es nada"). Luego llega el silencio y más tarde el pánico: "Es difícil creer en las plagas cuando las ve uno caer sobre su cabeza. Pestes y guerras cogen a la gente siempre desprevenida. La plaga no está hecha a la medida del hombre: es un mal sueño que tiene que pasar". Aparecen similitudes con la actual situación como el exilio en casa, la desesperanza, los remordimientos, el vivir al día y el embrutecimiento.
Hay inseguridad ("se está como pendiente de un hilo"), promesas ("los sueros llegarán esta semana") y los periódicos hablan de las ratas, no de los hombres que mueren ("porque los periódicos sólo se ocupan de la calle").
La segunda parte de la novela es un friso de personajes con actitudes distintas ante la peste: un cura que se refugia en la solución religiosa; un sinvergüenza que aprovecha las circunstancias para enriquecerse; un funcionario humilde, que decide escribir un libro o un periodista que se rebela.
Destaca un médico, Rieux, portador de las ideas de Camus y que busca hallar la paz interior:
"Un hombre cansado del mundo en que vivía y, sin embargo, inclinado hacia sus semejantes y decidido, por su parte, a rechazar las injusticias y las concesiones"
"Lo único que me interesa es encontrar la paz interior"
"Yo vivo en la noche y hago por ver claro"
"-Las victorias de usted siempre serán provisionales.
– Pero eso no es una razón para dejar de luchar"
Hay una frase que va directamente contra Sartre: "Muchos nuevos moralistas iban diciendo que nada servía de nada y que había que ponerse de rodillas… Hay que luchar de tal o tal modo, no ponerse de rodillas".
Frente a generalizaciones, hay que ir a lo concreto: "Por el momento, hay unos enfermos a los que hay que curar. Después, ellos reflexionarán y yo también. Pero más urgente es curarlos".
"No me acostumbro a ver morir"
"Una paciencia sin porvenir, una esperanza desterrada"
"No podemos al mismo tiempo curar y saber. Así que curemos lo más aprisa posible, es lo que urge"
En la última parte de la novela se señala el carácter simbólico que tiene la peste:
"Lo estéril es una vida sin ilusiones. No puede haber paz sin esperanza"
"Nadie será libre mientras haya plagas"
"Nadie puede estar siempre solo"
"El mal que existe en el mundo proviene casi siempre de la ignorancia, y la buena voluntad sin clarividencia puede ocasionar tantos desastres como la maldad"
"La verdadera patria: el mar, el amor, la paz"
"Hay una cosa que se desea siempre y se obtiene a veces: la ternura humana"
"Las únicas certidumbres que los hombres pueden tener en común: el amor, el sufrimiento, el exilio"
"Era más duro pensar en un hombre culpable que en un hombre muerto"
"¿Qué quiere decir la peste? Es la vida, nada más"
"El bacilo de la peste no muere jamás"
Tiene una conclusión esperanzada, a pesar de todo: "Algo que se aprende en medio de las plagas: que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio".
Albert Camus: La Peste, Edhasa Bolsillo, trad. Rosa Chacel, 9’45 euros.