Woody Allen pone a caldo a Mia Farrow en sus memorias: "Desequilibrada, manipuladora y mentirosa"
"Sin creer en una vida futura no veo qué cambiará si me recuerdan como director o pedófilo", asegura el cineasta.
Ya hay fecha para la aparición en España de A propósito de nada, las memorias de Woody Allen: el mes de mayo próximo… si es que para entonces las librerías están abiertas. Alianza Editorial ha adquirido los derechos a Arcade Publising, que es quien las ha lanzado hace un par de semanas en los Estados Unidos, tras dos años, más o menos, en los que el original fue desechado por otras importantes editoriales, entre ellas Hachette.
El hijo de Woody y Mia Farrow, Ronan, que no puede ver ni en pintura a su padre, contribuyó para que no se editaran, tras ganar el premio Pulitzer con un artículo sobre el productor Harvey Weinstein, el acosador ahora condenado a veintitrés años de cárcel, por abusos sexuales. Acusación sobre Woody Allen que más o menos veladamente también se deslizó en las páginas del New York Times y otras publicaciones, tras las denuncias de MIa Farrow, que lo responsabilizaba de abusar de su hija Dylan. Un turbio asunto nunca del todo probado ante los jueces, pero que supuso para el cómico el desprecio de muchos de sus colegas y en general del mundillo cinematográfico, con algunas notables excepciones. De ahí que se esperaban, como descargo, las memorias de Woody Allen.
Pero ¿qué se dice en ellas? A lo largo de sus cuatrocientas páginas, ni qué decir tiene que el objetivo de Woody se centra en su autodefensa, más que contar su vida, sus éxitos como actor, guionista y director o su faceta de músico de jazz. Y Mia Farrow, con quien mantuvo relaciones periódicas durante trece años, sin estar casados y viviendo cada uno en su casa, era la diana previsible de su venganza: "Perturbada, psicológica y corporalmente, maltrataba a sus hijos y los convertía en auténticos sumisos".
Los inicios de la relación
Refiere de qué manera conoció a Mia Farrow. Ella le escribió una carta diciéndole que lo admiraba, textualmente así: "Le adooro". Y Woody se limitó, cortésmente, a darle las gracias también por vía postal. Más tarde, en un cóctel al que asistieron separadamente, fueron presentados por un amigo común. Pero no ocurrió nada especial salvo los educados intercambios protocolarios. Fue ya en una fiesta, ahora en Nueva York, cuando él la invitó a almorzar, se reunieron y a partir de entonces surgió entre ambos una mutua atracción. Woody no se priva de dedicarle en su libro una serie de elogios partiendo de la sensación que entonces le produjo la hija de Maureen O´Sullivan. Parece ser que ella trataba de casarse pero como Woody, según sus confesiones, no estaba interesado en oficializar su relación, la pareja continuó viéndose, amándose, en el apartamento de uno y otra y en una casa de campo de la actriz. Sin compromiso alguno.
Pero poco a poco los desencuentros fueron repitiéndose y en el libro Allen llega a la conclusión de que Mia era "una desequilibrada, manipuladora y mentirosa". Acusa a la actriz de dormir con su hijo Ronan, desnuda, hasta que el chico cumplió once años. Y mantiene la duda de que en realidad fuera hijo suyo. Se llegó a decir que por su aspecto se parecía demasiado a Frank Sinatra, anterior esposo de la Farrow. El director de Bananas retrata a su ex de manera implacable: "¿Cómo se entiende que dos de sus hijos adoptados se suicidaran, un tercero casi los imitó también mientras que otra hija murió de Sida a los treinta años, sola, en una mañana de Navidad?"
Acusado de abusar de su propia hija
Hay que llegar al gran tema por el que fue acusado de abusar de su propia hija Dylan, episodio del que escribe: "Nunca le puse el dedo encima, nunca le hice nada que pudiera interpretarse erróneamente como un abuso". De ese, llamemos día de autos, recuerda: "Mia había salido de compras, no había asiento para mí, así que me senté en el suelo y recliné mi cabeza hacia atrás en el sofá, en el regazo de Dylan por un momento". Eso fue todo, según Woody. Mía Farrow ya contó en su propia autobiografía otros detalles, como que él se abalanzó sobre la niña de siete años con una serie de tocamientos que, según la actriz, le refirió la niña. Algo, insistimos, que Allen niega en sus memorias.Y ahí está el conflicto, porque no había un testigo.
"Me desagrada haber dedicado tanto espacio a la acusación falsa de la que he sido víctima", resume respecto a esa historia central de su libro que ocupa tantas páginas, demasiadas con respecto a otros temas relacionados con su biografía. La de un original e inteligente actor cómico que trabajó como negro en shows televisivos, es decir, escribiendo monólogos que firmaban otros. Hasta que ya le reconocieron sus propios méritos como monologuista de éxito, guionista, actor, director, instrumentista de jazz… Su vida amorosa lo lleva a citar algunos nombres de mujeres que llenaron su corazón, aprovechando para asegurar "que es mentira que siempre me hayan atraído las menores de edad. Casi ninguna de mis amantes han sido más jóvenes que yo". Y entre ellas señala los nombres de Diana Keaton, Harlene Rosen, Louise Lasser, Stacey…
Anécdotas con los Reyes
Anécdotas varias entresacadas de A propósito de nada: cuando los reyes Felipe y Letizia fueron a cenar al propio apartamento de Woody Allen, que dedica frases halagadoras sobre Oviedo, Barcelona y San Sebastián, escenario del premio Príncipe de Asturias (que recibió, permitiéndole conocer a Arthur Miller) y los otros donde ambientó dos de sus películas. Críticas a su diario favorito, el New York Times, que no le dio la oportunidad de defenderse de las acusaciones recibidas.
La actitud de Hillary Clinton, que rechazó un cheque de Woody por importe de cincuenta mil dólares que le envió para su campaña presidencial. Y agradecimiento a Scarlett Johansson, Javier Bardem, Penélope Cruz y Alec Baldwin, entre otros, por los elogios recibidos. Scarlett es una de sus actrices fetiche, por la que siente algo más que admiración: se diría que cariño y quizás deseo. A la que define como "sexualmente radioactiva". Él sabrá por qué. Evoca algunas de sus fobias: "Nunca he ido a un funeral y la única vez que he visto un cadáver fue del músico Thelonious Monk". O esta otra: "Siento ansiedad si no estoy a poca distancia de un hospital de Nueva York". Acerca de quienes lo consideran un intelectual, reniega llamándolos equivocados: "Lo creen porque llevo gafas e imaginan que soy poco atleta, cuando fui buen jugador de baloncesto pero terminé como escritor de chistes". Acerca de su costumbre de no ensayar con sus actores antes de rodar, señala: "Las frases serían entonces menos divertidas". Y, modesto, concluye así su carrera: "Me arrepiento de no haber hecho una gran película".
Resumiendo los acontecimientos que quizás precipitaron este volumen de sus memorias, manifiesta: "Sin creer en una vida futura no veo qué cambiará si me recuerdan como director o pedófilo. Sólo pido que mis cenizas se esparzan cerca de una farmacia". No entendemos el por qué de que se depositen allí. Pero es lo que ha escrito, Prefiero cerrar este resumen con una de sus reflexiones de humor negro: "Algunos ven el vaso medio vacío y otros medio lleno. Yo veo el ataúd medio lleno".
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