Marc Petitjean, cineasta, recibió un día un extraño email de un remitente desconocido. Era un escritor mexicano que quería tratar un asunto referente a su padre, fallecido hacía dos décadas. Intrigado, aceptó concretar un encuentro. "Su padre mantuvo una relación sentimental con Frida Kahlo cuando visitó París en 1939", le contó. Contagiado por la curiosidad de esa historia de la que no había oído hablar, decidió tirar del hilo y ahondar en el romance. "¿Qué ocurrió realmente entre mi padre y ella?", se preguntó. El resultado de sus investigaciones conforman El corazón. Frida Kahlo en París, publicado en España por la editorial Circe.
Petitjean se ha entrevistado con personas que conocieron a la artista mexicana, ha rastreado los archivos de Michel –su padre– y ha buceado en las cartas que éste envió a Kahlo y que la mexicana guardó en la Casa Azul –hoy reconvertida en museo–. Con todo, ha reconstruido las semanas que la pintora pasó en París, cubriendo los huecos de los momentos más privados con algo de imaginación.
Kahlo llegó a París en 1939 para participar en la exposición que estaba organizando André Breton, escritor y teórico del surrealismo, al que había conocido en México un año antes. Precisamente, fueron la mujer de éste, Jacqueline Lamba, y Dora Maar, pareja de Pablo Picasso, las que recogieron a la pintora nada más llegar a puerto. En este ambiente de intelectuales y artistas conoció a Michel, el enlace con la galería, al que regaló como despedida uno de sus cuadros: El corazón.
Hasta ahora, en las biografías de Kahlo no se hacía referencia a un romance con un joven parisino. Hay cartas, datadas en esos días, de Frida a su marido, Diego Rivera. Ella le contaba su día a día "sin sospechar jamás –dice el libro– que él en realidad busca alejarla de México para poder entregarse a sus conquistas sin tener que soportar sus ataques de celos". Era una relación complicada: "Mientras Frida está en París, Diego Rivera arregla cuentas con Trotski en México. Con el pretexto de un malentendido por unas cartas intercambiadas con André Bretón, se venga en realidad del idilio entre Trotski y su esposa, del que fue testigo en 1937 y que no dirigió él, el marido infiel". (pág.99)
Romance con pocas palabras
Marc Petitjean solo sabía de la huella que había dejado la pintora en su padre por El corazón (como el título del libro), el cuadro que le regaló antes de marcharse y del que Michel se hizo inseparable. Solo al final de sus días, ya por 1992, lo subastó a través de Christie’s por 935.000 dolares. Hoy en día está en manos privadas.
Una de las cosas que más le llama la atención en esta pareja es la barrera lingüística que les separaba y que, sin embargo, pareció ser poco impedimento. Así lo confirmó su padre: "Con Frida en el fondo no era muy importante comprenderse con palabras. Teníamos muchas maneras de entendernos sin complicarnos con las palabras. Tuve una gran intimidad con ella, y nunca nos limitó ninguna cuestión lingüística". (pág.129).
La tristeza de la partida
Los amantes desataron su amor en la casa de Marcel Duchamp y Mary Reynolds hasta que la partida de la mexicana forzó la ruptura. El libro recoge las cartas que Michel envía a su amada:
Frida. Frida. París está muy vacío, sin faldas y flores en el pelo (…) Te quiero y te mando un abrazo, no me olvides enseguida.
Cartas que no obtenían la respuesta deseada:
Tengo ganas de verte o de saber de ti al menos. Tengo celos de América y de los americanos. Creo que me estoy enamorando perdidamente de ti.
El corazón, que literariamente no resulta una gran obra, resulta interesante para aquellos que quieran profundizar en la vida y la personalidad del icono mexicano, hoy convertida en estandarte del feminismo, y en este capítulo poco tratado de su vida en París. Retrata el ambiente artístico y las nuevas corrientes que circulaban en la capital francesa y repasa algunos detalles de sus cuadros. Incluye varias fotografías y cartas.
Marc Petitjean. El corazón. Frida Kahlo en París. Océano Circe, 2019. 184 páginas. ISBN13: 978-84-7765-316-5. 18 euros.