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Julio Valdeón: "El nacionalismo es el mal, y hay que combatirlo"

El periodista publica Separatistas ante los ropones (Deusto, 2019), una crónica, con voluntad de estilo, del juicio a los golpistas catalanes.

El periodista publica Separatistas ante los ropones (Deusto, 2019), una crónica, con voluntad de estilo, del juicio a los golpistas catalanes.
Valdeón, en un momento de la entrevista. | C.Jordá

Desde Brooklyn, Julio Valdeón (Valladolid, 1976) escribió una serie de crónicas para La Razón sobre el juicio a los golpistas catalanes –ya saben: Junqueras y cía–. El periodista recopiló sus textos para la editorial Carena, a quien, en un principio, le pareció "muy bien y muy atractivo el proyecto". Con el producto rematado y ya enviado, Carena reculó: "He recibido tu libro y aún, estando de acuerdo en el fondo, publicarlo así conllevaría poner la editorial en riesgo, tal y como están las cosas por aquí. Es complicado que alguna editorial en Cataluña pueda asumir la publicación del libro así. (…) Incluso dentro del equipo editorial hemos hecho un pacto de moderación e inducción al diálogo".

Por fortuna, el director editorial de Deusto, Roger Domingo, se ofreció a publicar esta criatura de Valdeón, Separatistas ante los ropones, título brindado por Raúl del Pozo y que, estación a estación, traza un relato del, con el del 23-F, juicio más importante de la historia de la democracia española. Con mala hostia, con espanto, con sentido del humor y con alegría –le produjo placer ver en el banquillo a los "jefes de una organización criminal que conspiró para romper el orden constitucional"–, señala los delitos de los delincuentes, se acuerda de los muertos –metafóricamente, quiere decirse – de quienes hicieron la vista gorda o engordaron a la bestia, homenajea a los verdaderos héroes, celebra la dirección de Marchena y sospecha, en voz baja, del desenlace.

LD conversa con Valdeón en un restaurante próximo a la madrileña glorieta de Quevedo, de quien el autor algo bebe:

P: Señor Valdeón, ¿usted de qué pie cojea?

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Valdeón, en la plaza de Quevedo de Madrid. | C.Jordá

R: (Risas) Algunos días de los dos. Corre serio peligro mi integridad física. Posiblemente… No lo sé. Sí sé que soy un entusiasta. A veces me sumo a todos los bombardeos posibles y luego no abarco.

P: ¿Se sentiría más cómodo con un gobierno en el que estuviera Unidas Podemos que con uno en el que estuviera Vox, o al revés?

R: Me sentiría francamente inquieto con cualquiera de las dos posibilidades. Unidas Podemos son el ejemplo paradigmático de la insurgencia del populismo de inspiración peronista, y Vox es el nacionalpopulismo que padecemos en EEUU con Donald Trump, en Brasil y en Francia con el Frente Nacional de Le Pen.

P: ¿Cómo se ve o, si lo prefiere, cómo se asimila desde Nueva York lo que se está cociendo en el puchero político patrio?

R: Como una calamidad. Tenemos un tipo que, como dice Arcadi, es un inescrupuloso que va a hacer lo que sea por conseguir perpetuarse en Moncloa. Lógicamente, la política está relacionada con el poder y con la conquista del poder, pero, hombre, tiene que haber unos mínimos, unas aduanas morales y de principios, y creo que este hombre está hipotecando al PSOE, que está en parte desmantelado y se ha convertido en una organización cesarista. Al mismo tiempo, entiendo que la hecatombe de Ciudadanos ha generado otro problema español más, porque era, realmente, el único partido "laico". Vox, por ejemplo, es un partido populista, nacionalista. Vox es nacionalismo. Y luego, claro, Podemos es una izquierda abonada al irracionalismo, es la izquierda reaccionaria.

P: En el prólogo de Separatistas ante los ropones, Félix Ovejero escribe que, mientras se gestaba y exhibía el desafío separatista catalán, "lo sorprendente es que, mientras pasaba, a muchos les parecía normal". ¿España ha interiorizado sus anomalías?

R: (Piensa) No sé si ha interiorizado sus anomalías, pero España no se ha mirado al espejo. Hay una serie de formaciones políticas cuya nuez ideológica consiste en decir a sus conciudadanos: "No quiero vivir contigo". Eso, en cualquier lugar del mundo, se llama xenofobia y racismo; en España pasa por progresismo. No estoy muy seguro de que España o, al menos la España progresista e ilustrada haya asimilado hasta qué punto hemos tonteando con el mal. Porque el nacionalismo es el mal. Y hay que combatirlo. Y luego, el bipartidismo ha vivido cómodamente con el nacionalismo catalán y vasco durante años por interés, por negocios: por negocios de los grandes grupos mediáticos, negocios políticos, negocios culturales de todo tipo… Todo el mundo estaba comprado. Por eso no se ha hecho más. Y por eso Pujol fue declarado español del año por la derecha.

P: Por ABC.

R: ¡Por Luis María Anson, ya ves! Y El País se acojonó con el caso Banca Catalana, y Cebrián reconoce en sus memorias que dejaron de informar. Y, en el momento en que empieza a informar del caso, es atacado ferozmente por ABC y Diario 16, si no me equivoco, dirigido por Pedro J. Porque protegían a Pujol. Porque creían que era la alternativa conservadora en Cataluña y, a la vez, un hombre de Estado. Fíjate qué hombre de Estado, llevándose el dinero crudo a los paraísos fiscales. Y, a la vez, traicionando, y en eso tiene mucho delito el PSC, a la clase trabajadora catalana, que fue al cinturón industrial a limpiar el culo de los señoritos, a trabajar a las fábricas, sufriendo el desprecio, siendo los "charnegos", y dejándolos tirados en las fauces de esto… Es que la izquierda tiene mucho delito. Y todos tenemos, en ese sentido, delito. Porque no nos hemos preocupado hasta que, claro, esto ha reventado.

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Entrevistador y entrevistado, en un momento de la conversación | C.Jordá

P: Vaya hostia, por cierto, le da en el libro al PSC.

R: Es el gran culpable. Los nacionalistas siempre han sido unos tipos ridículos, especialmente los independentistas. Pero la izquierda, por una serie de circunstancias, ha tenido la patente moral en España. La superioridad moral de la izquierda, que se decía. Sin el PSC blanqueando a esta gente, nunca hubieran podido, al menos, presentarse ante el mundo como un dechado de virtudes progresistas, cuando son la puñetera caverna. ¡Pero si son unos xenófobos! ¡Sólo hay que ver cómo han tratado, tradicionalmente, a los inmigrantes del resto de España! Por lo tanto, el PSC es culpable de blanquear en esta gente. En el fondo, el PSC es catalanista, y catalanista es una manera eufemística de decir nacionalista. ¿Y qué es ser nacionalista? Que se piensan que son distintos, que son mejores, más altos, más guapos, más listos, lo que sea, y que merecen más privilegios. Y esto se traduce al final en que tú tienes un bulto sospechoso, te tienen que operar, y tardan muchas más semanas o meses en Extremadura que en el País Vasco. Y claro, eso es muy injusto. Y ahí tienes a Iceta gobernando la Diputación de Barcelona con ERC y con Puigdemont. ¿Qué pasa? Que son cientos de millones de euros. Y claro, cuando tienes pasta, repartes. Y cuando repartes, tienes clientes. Y cuando tienes clientes, tienes poder. El PSC llevaba mucho tiempo sin pillar cacho, y se han tirado en plancha. Pero ojo, ahí estuvo Aznar eh, hace años, pactando con Pujol, liquidando a Vidal-Quadras, dándoles todo lo que le pidieron.

P: ¿Diría que, antes de que lo publicara Deusto, su libro fue censurado?

R: Me dicen: "Insiste, porque es censura". No sé si es censura. Hay un editor con el que nos ponemos en contacto, me dice que le interesa el proyecto y que en agosto me tengo que poner a tope, por si quiero corregir, pedir un prólogo, etcétera. Entonces, yo me pongo con los artículos, los reviso, porque son crónicas escritas en el calor del momento, y pido un prólogo a Félix Ovejero y un epílogo a Alejandro Molina. Y cuando ya tengo todo y se lo envío al editor a finales de agosto, me dice que, claro, que ha empezado a leerlo y que ellos han hecho una apuesta por la inducción al diálogo, dice, como si fuera una cocina. Y entonces, para propiciar el diálogo, lo que se hace es no publicar un libro. Y a un amigo común le dice que si lo saca, le queman con gasolina la editorial. El libro toma partido, sí, pero como Martín Prieto tomó partido por la democracia y contra los golpistas el 23-F. Sólo faltaba que hubiera sido equidistante con el golpe. ¿Censura? No lo sé. Lo mío es una anécdota, pero esto pasa más a menudo de lo que creemos en Cataluña: vas a ciertas librerías señeras de Barcelona, y hay autores a los que no encuentras; y quieres alquilar un local para presentar ciertos libros, y no te dejan; y a las asociaciones probilingüismo no les dejan. Te matan civilmente, de alguna manera. Y yo he tenido la suerte de que Deusto se interesó. Pero podría no haberse interesado y se acabó el libro.

P: ¿Disfrutó viendo a los "jefes de una organización criminal que conspiró para romper el orden constitucional" sentados en el banquillo?

R: Sin duda. Es muy reconfortante ver cómo el Estado de derecho se defendió cuando ya no quedó más remedio. Y dicen: "Es que se judicializa la política". No: lo que se judicializa es el delito. Y luego: "Oigan, es que hay un problema político". Claro. ¿La guerra del 36 qué fue? ¿Un problema gastronómico? ¿Los nazis invaden Polonia por una cuestión filatélica? ¡Es política! A ver, tampoco quieres ver que a alguien le humillen, que a alguien le hagan daño, pero necesitamos protegernos contra unas personas que atentaron contra la democracia, según ha considerado el Supremo en sentencia firme, y contra el régimen de libertades que tenemos, que costó mucho. Que este país tiene una historia de sufrimiento en el siglo XX. Que no hay que hacer el tonto y poner lo conseguido en almoneda. Hemos tenido un intento de golpe de Estado. Una sedición.

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Julio Valdeón, reflejado en un espejo | C.Jordá

P: No oculta su admiración por el juez Marchena.

R: Se convirtió en un héroe popular, había memes con sus frases y, sobre todo, creo que llevó el juicio con delicadeza, finura, elegancia, y teniendo en cuenta que le ponían minas pensando siempre en Estrasburgo, en hablar de una vulneración de derechos ante el Tribunal de Derechos Humanos. Le pusieron muchas veces al límite y tuvo una paciencia infinita. Tuvo mucha más paciencia que con cualquiera de nosotros si estuviéramos ahí: tú a un juez del Supremo no le chuleas. Permitieron testificar a unos testigos que no decían nada, sólo soltaban mítines. Y Marchena les decía: "Sus opiniones son interesantísimas, pero limítese a responder a mis preguntas".

P: ¿La sentencia está libre de mácula?

R: Los periodistas somos todólogos. Hablamos de todo y no somos especialistas en nada. No me atrevo a enmendar la plana a Marchena y a los jueces del Supremo. Sí creo que es discutible considerar que estos tíos hicieron todos lo que hicieron para forzarnos a negociar ¿qué? ¿Mejores condiciones fiscales? ¿Un nuevo estatuto? No fue un sueño. Pero, quizá, para lograr la unanimidad, como había otros jueces más reticentes, se buscó la vía intermedia de la sedición. Y luego hay un problema añadido: el Código Penal nos deja un poco inermes. El 95 lo reforman y especifican que en la rebelión se considera que tiene que haber violencia. Claro, eso es estupendo si piensas en un golpe de Estado como el de Tejero, pero un golpe más…

P: Líquido.

R: Eso, posmoderno. Que consiste en tomar las calles, buscar la reacción internacional… Estábamos en pelotas.

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Varios gestos de Valdeón durante la entrevista. | C.Jordá

P: Escribe que, con el juicio, llega "el momento de las verdades, las bárbaras, terribles, amorosas verdades", y una de ellas es "que los políticos no están por encima de la ley". ¿De verdad se lo cree? ¿Y si hay indultos?

R: Esto es como la educación de los niños: sabes que no influyes nada, pero tienes que creerte que vas a influir en algo. Y entonces insistes, aunque tus aportaciones como padre se vayan por el sumidero. Necesitamos creer que los políticos no están por encima de la ley. Creo que el juicio ha demostrado que no están por encima de la ley pero, efectivamente, si luego hay un cambalache y hay un indulto, salimos muy tocados. Y no me extrañaría. Y luego, esto acaba favoreciendo a formaciones como Vox y Podemos: se genera un caldo de cultivo de frustración y de desconfianza en las instituciones democráticas, y es una cosa gravísima. Supongo que el nuestro no es el modelo ideal, pero miremos alrededor.

P: ¿Cómo se puede llevar a cabo en Cataluña esa "urgente desnazificación"?

R: No sé si tiene mucha solución. Creo que es una cuestión de generaciones. Esta gente está muy convencida de sus planteamientos, tiene un punto muy sentimental y emocional. Yo creo que a muchos de ellos les ha dado sentido a su vida. La democracia liberal y burguesa es un poco aburrida. Se vive mejor en la épica. Sobre todo, si luego te puedes ir a comer sushi a las ocho de la tarde. Ahora, esta chorrada de Errejón, de que se tienen que sentir cómodos… Oiga, el Estado no es un sillón ergonómico. No se tienen que sentir cómodos. Da igual cómo se sientan, lo que tienen que hacer es cumplir con sus obligaciones. Y si se sienten incómodos, no sé… Yo soy del Valladolid. Hubiera querido ganar la Champions diez veces, no la hemos ganado nunca y no me voy a quemar contenedores. El Barça tiene mucha culpa de lo que ha pasado. Ganaron la Champions con Messi y pensaron: "La independencia va a ser parecida". Pues no.

P: Y, para finalizar, con lo bien que usted escribe: ¿cómo se le ocurre la ordinariez de utilizar "zasca"?

R: (Risas) ¡Qué horror! ¿Lo digo? Ay, madre… Parezco Jordi Évole.

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