"El dolor de otro nunca es tanto. El de uno es otra cosa". Cuando alguien amado se marcha, explica Fernando Savater, un acontecimiento que se repite y que frustra son las prototípicas muestras de apoyo que tratan de quitarle hierro al asunto, y que aluden al paso del tiempo como antídoto para todos los males. "Sí, que le digan al hombre que acaba de perder una pierna que se siente a esperar a que le crezca otra", dice él, con sorna. "Pero lo peor de eso es el reconocerse en esas frases", comenta. Recordar todas las veces que uno ha sido el amigo impaciente que, de manera inconsciente, se llega a sorprender incluso cansado al ver que la tristeza del otro no desaparece tan pronto como le gustaría. "Esa sensación de urgencia. Ese querer decirle 'tío, recupérate ya, que tengo ganas de divertirme contigo otra vez'", explica, antes de resumir: "Lo que pasa es que el dolor de otro nunca es tanto. El de uno es otra cosa".
El 18 de marzo de 2015 murió Sara Torres —Pelo Cohete, para los amigos—, mujer y compañera de Savater durante 35 años. Desde entonces, dice él, su día a día consiste en sobrevivir, que no es lo mismo que vivir. También en permanecer para recordarla, quizás por miedo a que si deja de hacerlo, ella desaparecerá definitivamente. Su existencia, por tanto, es un vivir en la nostalgia y en la memoria; y durante los últimos cuatro años un tratar de parir en la desgracia un buen reflejo de lo que fue Sara para toda la gente que la conoció, pero sobre todo para él. Hace unas semanas llegó a las librerías La peor parte (Ariel), "un panegírico" que ha resultado ser "el libro más difícil de escribir de todos". "Resulta que la peor parte de mi vida ha consistido en ponerme a hablar de la mejor parte de mi vida", explica él.
El gran #FernandoSavater asegura en la puesta de largo de #LaPeorParte, publicado por @EditorialAriel, que los sentimientos apasionados y excesivos son típicos de los malos poetas, ironizando sobre la paradoja del comediante de #Diderot: "Este libro trata de cómo era ella". pic.twitter.com/AN60oDOlE9
— David Felipe Arranz (@dfarranz) September 30, 2019
Todo lo dice desde el escenario del Cine Doré, en una de las muchas salas madrileñas en las que los dos amantes pudieron compartir su pasión por el séptimo arte. Se encuentra resguardado por amigos mutuos, y delante de él, sentado en las butacas que un día la acogieron a ella, un público que ha acudido a presenciar el último acto de un hombre triste, aunque "llorado", que ha decidido exponerse en el escenario de su nostalgia para que todo el que lo desee pueda asomarse y resucitar con él a la figura de su amor.
Se trata de un día para Sara, y así lo han convenido los ponentes, exhortados por el propio Savater a no hablar del libro, sino de ella. Por eso la presentación termina siendo un cariñoso anecdotario, una reunión divertida y conmovedora. "Creo que Sara ha sido irrepetible", dice él. "Y ya sé que me dirán que todos los seres humanos somos irrepetibles. Pero es que a ella se le notaba mucho". Los demás, en general, recordaron la misma esencia, cada uno desde su propio prisma: una primera impresión que se quedaba grabada por su viveza y simpatía, y sobre todo por su franqueza tosca, terriblemente sincera, "que no deja de ser el camino más directo hacia la amistad". Después de escucharles a todos, los oyentes llegan a conocer un poco a la propia Sara, o al menos sus cualidades más destacadas. "El ímpetu, la urgencia y la responsabilidad. Era increíblemente activa, casi impaciente. Y también era el desparpajo, la libertad y la alegría". Para Savater era un motor: "Yo probablemente hubiese tenido una vida bastante más indolente si no la hubiese tenido a ella. Con su energía me arrastraba".
Un libro, también, político
Pero hablar de Sara y de su ímpetu, del mismo modo que hablar de Savater, lleva inevitablemente a hablar de política, sobre todo de un tema concreto. "El libro tiene una serie de revelaciones políticas bastante sinceras que parecen haber pasado desapercibidas", comenta él, sorprendido. Y es que para recordar a Sara hay que mencionar a ETA, inevitablemente, y el clima de terror y odio que se respiraba aquellos años en el País Vasco. "Ella fue la resistencia activa contra el terrorismo. La que nos movía a todos y organizaba las movilizaciones de Basta Ya, cuando éramos cuatro gatos". También, en palabras de José María Calleja, "la autora intelectual de las manifestaciones; y la que se dedicaba a las labores de intendencia después de los crímenes". En el recuerdo, por ejemplo, su labor incansable después del asesinato del que fuera jefe de la Policía Local de Andoáin, Joseba Pagazaurtundúa, y cómo se encargó de organizar el refugio de la familia del muerto en la casa del propio Calleja.
"Sin embargo, ella era también la alegría que nos levantaba a todos. La mujer fuerte, que conseguía diluir un poco la tristeza en los peores momentos. Eran tiempos en los que todos teníamos la certeza de que íbamos a ser los siguientes, y Sara era el derroche de felicidad y vitalidad que nos animaba".
En la memoria de Savater, como ejemplo y como forma de plasmar una realidad que, igual que la propia Sara, corre el riesgo de ser olvidada, todavía sobrevive aquel acto en el Festival de Cine de San Sebastián. "Por aquel entonces era una convención aceptada el 'pagarle' una especie de tributo a ETA al comienzo de algunos eventos. Justo antes de empezar, se subían al escenario varios encapuchados con pancartas y la gente coreaba sus consignas hasta que se iban, y ya se podía empezar. Aquel año, sin embargo, en el Festival cometieron la imprudencia de invitarnos a Sara y a mí. Porque el caso es que cuando salieron los encapuchados Sara se levantó como un resorte y comenzó a increparles, y claro, por aquello de la solidaridad conyugal, yo la seguí. El caso es que el resto del público se terminó uniendo a nuestro ímpetu". "Definitivamente", analiza Savater, "creo que sin Sara no se habrían hecho la mayoría de las cosas que se hicieron contra el terrorismo".
La peor parte es el reflejo de ese ímpetu. El recuerdo de Sara, tan importante para tanta gente. "Ella ha sido la persona que ha supuesto un mayor shock, tanto al entrar como al salir de mi vida, y se merecía que le dedicase un libro entero", dice él. "Después ya no habrá más, sencillamente porque no creo que pueda escribir nada mejor".