Batman es a la vez Don Quijote, idealista desfacedor de entuertos, y Hamlet, sociópata que tiene, como Dexter, entre sus objetivos a otros asesinos en serie.
Batman nos encanta porque más allá de ese momento fundacional de ver morir a sus padres y de su posterior proceso terapéutico personal a través del miedo, se erige como una lección moral andante ante nuestras miserias.