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Concha Calleja apunta a la conspiración: "Michael Jackson valía más muerto que vivo"

La perito de criminología publica Objetivo Michael Jackson, una investigación sobre los "extraños sucesos" que rodearon la muerte del artista

Michael Jackson, en una actuación en 2006. | Cordon Press

El 25 de junio de 2009, la noticia de la muerte de Michael Jackson en el Centro Médico de la UCLA Ronald Reagan daba la vuelta al mundo. La autopsia dictaminó muerte por propofol. Su médico personal, que le suministraba de forma habitual este anestésico, fue condenado por homicidio involuntario. Pero esta versión oficial contiene numerosas "incongruencias", en opinión de Concha Calleja, perito Judicial en Criminología, Psicología Forense, y Perfiles Criminales. Tras embarcarse en una exhaustiva investigación para esclarecer lo sucedido aquella noche – a través de testimonios forenses, pruebas federales, policiales, judiciales, testamentos y otros archivos – habla directamente de "conspiración". El resultado es el libro Objetivo Michael Jackson (Arcopress).

Calleja lleva décadas investigando casos polémicos para detectar posibles fallos en la investigación oficial, como hizo en Diana. Réquiem por una mentira. Precisamente, al ver una foto de Lady Di y Michael Jackson juntos se le encendió una "bombilla". Comenzó un proceso largo de documentación y, con todo sobre la mesa, se "alarmó" de todas las preguntas que se habían quedado sin respuesta. El libro se publicará en Estados Unidos el 18 de agosto.

Concha Calleja, escritora. | Almuzara

PREGUNTA. ¿Por qué no le cuadra la versión oficial?

RESPUESTA. Desde que leí la autopsia. Tenía un cuerpo de un señor de ochenta años, con artrosis, artritis, un problema muy grave de próstata, problemas de pulmón y colon, vitíligo y lupus. Cuando murió, estaba a punto de comenzar una gira de cincuenta conciertos. Es imposible que alguien pensara que ese hombre podía enfrentarse a eso. No es normal que después de un ensayo tengas que someterte a hidratación por suero y necesites horas de oxígeno.

P. ¿Su entorno era consciente de su frágil estado de salud?

R. Sí, y ahí me salta la alarma. Si le costaba llegar al final de los ensayos, ¿cómo iba a enfrentarse a cincuenta conciertos? Junto a él había poca familia y amigos, cada vez se sentía más solo, pero sí estaban todos los de la promotora AEG Live. Le hicieron firmar un seguro de vida y tuvo que pasar un examen médico. A priori, sospecho que los análisis y pruebas no pertenecían a Michael Jackson porque jamás lo hubiera pasado en esas condiciones.

P. Opina que "lo estrujaron". ¿No supo dirigir su propia vida y decidir cuando parar?

R. En 2005, cuando se enfrentó a un juicio, empezó su gran deterioro económico y de salud. Estaba en un momento duro económico, sin efectivo y con préstamos que no podía devolver, y le proponen hacer una gira de diez conciertos. Él es consciente de que su estado físico no le acompaña, pero piensa que con entrenamiento podrá. De hecho, entrena cinco horas, cada día, voz y baile antes de los ensayos. Viendo la repercusión que tuvo el anuncio de esta gira, la promotora decide ampliar, sin contar con él, de diez conciertos a cincuenta. Él dijo que esa iba a ser su última gira y ahí es donde yo creo que, de alguna manera, se jugó mucho. Estoy convencida de que sabían que no iba a poder hacer esos 50 conciertos.

Cuando muere, tenía una deuda de 350 millones de dólares y, en menos de un año, esas deudas quedan pagadas y tiene unos ingresos que le convierten en el artista, entre vivos y muertos, mejor pagado.

P. ¿Y ahí se pone en marcha un engranaje para quitarlo de en medio?

R. Yo en el libro pongo los datos, las sospechas, los hechos y lo documento todo para que cada cual piense lo que quiera.

P. Pero sí que ve una conspiración.

R. No una, sino varias. Hay un móvil muy importante: poderoso caballero don dinero. Michael Jackson valía más muerto que vivo. Cuando muere tenía una deuda de 350 millones de dólares y, en menos de un año, esas deudas quedan pagadas y tiene unos ingresos que le convierten en el artista, entre vivos y muertos, mejor pagado. Hace un año, ingresó 400 millones de dólares y lleva diez años muerto.

P. Uno de los nombres que más se repiten en su libro es el de Conrad Murray, su médico personal. ¿Cómo es?

R. Es cardiólogo y tenía una reputación intachable. En el juicio testifican muchos pacientes y nadie habla mal profesionalmente del médico. En lo personal, siempre estaba con problemas financieros.

Conrad Murray, durante el juicio. | Archivo

P. ¿Estaba contratado por la promotora?

R. Era un señor que cobraba 150.000 dólares todos los meses. Era a quien menos le convenía que le pasara algo a Michael Jackson. Hay algo extraño en el contrato. A Murray le envían un contrato, él lo firma y jamás se le devuelven firmado por la promotora. En el juicio, la promotora decía que no tenía nada que ver con el médico pero hay cientos de emails cruzados.

P. Fue condenado por homicidio involuntario. ¿Fue cabeza de turco?

R. Eso sería conjeturar. Es muy significativo que le condenen a cuatro años de prisión y salga sin cumplir condena porque había hacinamiento en la cárcel, es rarísimo. Es muy rocambolesco que este hombre, después de darle Propofol, que nunca se tiene que administrar porque es un anestésico, le deje estable y, después de quince minutos, cuando regresa a la habitación, se encuentre con el cantante en parada cardiorespiratoria. En lugar de llamar a los servicios de emergencia, llama al equipo de seguridad de Michael Jackson. Como no le hacen caso, busca a la cocinera y vuelve a pedir que suban los de seguridad. Tardan dos horas en llamar a emergencias.

P. La autopsia concluye muerte por intoxicación aguda de propofol. ¿Por qué Murray pide una segunda autopsia?

R. Una persona que es consciente de que a lo mejor ha hecho algo mal no pide una segunda autopsia.

Michael recibe una llamada y cuando cuelga, según contó su hijo Prince, bajó las escaleras gritando "me van a matar". Muere a las pocas horas.

P. Usted mantiene que las pruebas presentadas en el juicio estaban contaminadas. ¿Hubo negligencia a la hora de recoger las pruebas?

R. Todas las del mundo. Se lo llevan sobre las 11 de la mañana al hospital, su muerte se declara sobre las dos de la tarde y la policía llega a la casa a las siete. Durante todas esas horas, el personal de seguridad y de servicio se pasea por toda la casa. Además, y más allá de la falta de moral que podamos ver en esto, algunos de sus hermanos, al recibir la noticia de la muerte, en lugar de ir al hospital van a la casa y recogen cosas. El escenario estuvo contaminado, pudieron poner, quitar y manipular cosas. Por ejemplo, había dos jeringuillas pero solo aparece una. La que le suministra el propofol, el arma homicida, no aparece. Tampoco se sacan huellas dactilares a nada. En cualquier juicio, las pruebas que se presentaron contra ese médico hubieran sido invalidadas.

P. La noche antes de morir gritó "Me van a matar, me van a matar". ¿Es verdad?

R. Michael recibe una llamada y cuando cuelga, según contó su hijo Prince, bajó las escaleras gritando eso. Muere a las pocas horas.

Se le acusaba de diez cargos, entre ellos de abuso sexual infantil, y salió no culpable de todos.

P. Cuesta encontrar a alguien que no conozca a Michael Jackson, pero en este libro, además de la investigación, traza un perfil del artista menos conocido. ¿Hubo interés en ensombrecer esa dedicación que usted comenta o su lado activista?

R. Ha habido muchos intereses. Fue un personaje incómodo y hubo una gran desacreditación con todo lo referente al juicio de 2005. Se le acusaba de diez cargos, entre ellos de abuso sexual infantil, y salió no culpable. Fue uno de los juicios más caros y más comentados de la historia de EEUU. Hubo juicio paralelo muy manipulado, pues se le condenó desde el minuto menos treinta. Anteriormente, hubo una persecución por parte del fiscal importantísima. Entró en Neverland, incautó el material que pudo y no se encontró absolutamente ninguna prueba. El fiscal le tenía ganas. Consiguió algo que aquí, en España, ni se consentiría: una orden judicial para poder ver la anatomía de Michael, fotografiarla y compararla con los datos que los niños habían dado de sus partes íntimas. Tampoco coincidía pero su imagen quedó muy tocada.

Vídeo policial en la mansión de Jackson

P. ¿Qué opinión le merece el documental Leaving Neverland de HBO?

R. Lo he visto con mucho detenimiento y me falta información, no está equilibrado. Es muy fuerte y, a priori, si no has querido averiguar más cosas de Michael Jackson ves una culpabilidad enorme. Hablan los chicos, las familias y sus amigos, pero ¿y la otra parte? Para que podamos ver ese documental con toda objetividad, me faltan otros capítulos donde estuviera amigos o familia de Jackson. O todos los niños que se salvaron gracias a que Jackson convirtió una parte de Neverland en una especie de hospital de beneficencia. O todos los de la unidad de quemados que pudieron ser atendidos gracias a sus donaciones.

¿Cómo se puede manipular a una persona y hacerle tanto daño como le han hecho las personas más cercanas? Le han entrujado.

P. ¿Qué ha sentido durante la investigación?

R. Muchas emociones. Me he enternecido y sobre todo he sentido rabia. Empiezo el libro diciendo que me siento aguijoneada porque he visto una deshonestidad tan grande respecto a todo lo que envolvió a Michael Jackson. Lo tuvo que pasar tan mal y sentirse tan solo. ¿Cómo se puede manipular a una persona y hacerle tanto daño como le han hecho las personas más cercanas? Le han entrujado.

P. Después de su investigación, ¿cree que Michael Jackson es una persona diga de admiración?

R. Hasta que no se demuestre lo contrario, sí. Para mi, las cosas que se dicen sobre él no tienen validez. Si algún día se demuestra otra cosa, cambiará mi opinión.

Concha Calleja. Objetivo: Michael Jackson. La conspiración que acabó con la estrella del pop. Arcopress, 2019. ISBN:978-84-17828-15-8. 272 páginas, ilustrado PVP: 15,95€

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