El fotógrafo Juan Rulfo, su otra forma de mirar el páramo mexicano
Además de la literatura, el escritor también fue un gran aficionado a la fotografía, con la que retrató durante décadas el México que le tocó vivir.
"De los cuentos de Rulfo ese es el chiste", dijo en una ocasión Salvador Elizondo, "que ocurren aquí, en la cabeza de Rulfo". "[Su literatura] no tiene nada que ver con México más que con una idea general, pero no dice nada nunca de México ni de los Altos de Jalisco". Y esa sentencia encaja perfectamente con lo que el propio Rulfo nunca se cansó de repetir: "Para escribir tengo que imaginar. La realidad no me dice nada literariamente, aunque pueda decírmelo fotográficamente. Admiro mucho a quienes pueden escribir acerca de lo que oyen y ven inmediatamente. Yo no puedo penetrar la realidad: es misteriosa".
Juan Rulfo nunca fue periodista. Fue escritor, desde luego, y con su imaginación ayudó a consolidar en las cabezas de la gente ese México hirviente "como las brasas del infierno". Ese México caliente, de atmósfera asfixiante, rescoldo de la vida y preparación para la muerte. Ese México de Pedro Páramo o de El Llano en llamas. Ese México que es imagen del purgatorio, donde las condenas se cobran con la certeza del puñal, entre el polvo del camino y la sequedad de la montaña. Nunca quiso él describir su suelo patrio ni establecer ningún canon. Su literatura se pareció a un lamento, y para sacarlo del pecho se limitó a utilizar su paisaje de la misma forma que el escultor usa la arcilla.
Pero Rulfo también fue fotógrafo, y la fotografía le decía otras cosas. Con ella podía capturar la belleza que sentía mirando desde lo alto de un peñasco después de pasear durante horas cargando con su mochila de montañista; o retratar el México indígena que nunca se atrevió a tocar en su literatura. Para él la cámara era otra ocupación, otra disciplina, completamente separada de aquellas páginas escasas por las que más se le recuerda hoy. Aunque sea tentador mirar sus fotografías como las perfectas ilustraciones de sus libros, lo cierto es que toda semejanza se debe a casualidades anecdóticas. En una entrevista con el periodista argentino Martín Caparrós, lo explicó así: "Dicen que sí hay ciertas similitudes (...). Porque en realidad, como son de la época pasada, representan un México muerto ya, que ya no existe". "Y entonces, ¿la similitud?", le pregunta el entrevistador. "No la hay". "Además, cuando yo tomaba fotografías no pensaba en la literatura, son dos géneros muy diferentes".
Para entender mejor su faceta artística menos conocida, la Editorial RM publicó en 2017 —el año de su centenario— El fotógrafo Juan Rulfo, una amplia recopilación del grueso de su fotografía, la realizada entre la década de los 30 y la de los 50, segmentada en etapas muy diferenciadas y analizada en profundidad a través de textos de varios especialistas en su obra. Así, uno descubre que muchas de las imágenes que más se pueden parecer a sus relatos las tomó durante la filmación de dos películas de ambiente, La Escondida y El despojo; o que una parte importante de su obra está dedicada a ruinas prehispánicas. Gran cantidad de sus fotografías del "México profundo" las tomó durante los viajes que tuvo que hacer debido a su trabajo; y otras muchas fueron realizadas en un trayecto hecho a propósito con el cineasta Carlos Velo, que quería rodar una película de Pedro Páramo.
Así con todo, para Rulfo esa afición jamás tuvo mucho que ver con su labor literaria. En las pocas exposiciones que ofreció, se esmeró en desligar su trabajo como fotógrafo de su trabajo como escritor. E incluso a la hora de dedicarle tiempo a una u otra actividad, ambas siempre se le apetecían en momentos completamente separados. Así se lo explicó en una entrevista a José Emilio Pacheco: "Las letras son un pasatiempo que comparto con mi otra gran afición: la fotografía. A veces siento ganas de salir al campo con mi cámara; otras, de quedarme en casa, leyendo; algunas, muy pocas, me encierro a escribir, de noche y a mano".
Para conmemorar los cien años de su nacimiento, en 2017 la Editorial RM realizó ediciones especiales conmemorativas de los tres títulos literarios que componen su obra en un solo volumen; y otra con los mismos por separado en una caja especial. Junto a ellos, también publicó El fotógrafo Juan Rulfo y Noticias sobre Juan Rulfo. La biografía, de Alberto Vital. Se lanzó una investigación de Víctor Jiménez sobre la influencia de Rilke y Broch en su obra, y se preparó un estudio sobre la relación estrecha que tuvo con el cine. Una ambiciosa labor editorial, en resumen, que ayuda a comprender la riqueza de un escritor que hizo mucho más que inspirar a otros jóvenes latinoamericanos a dedicar su vida a la escritura.
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