Dos hechos marcaron la adolescencia de Garrard Conley: su salida forzosa del armario por culpa de un chivatazo a sus padres —ejecutado por un compañero de universidad que previamente había abusado de él— y el fanatismo religioso de estos, popular predicador bautista él, orgullosa y abnegada ella. Tras este cataclismo en su perfecta vida sureña, los sufridos progenitores le apuntaron a Love in Action, una organización presente en varios países conocida por sus terapias para curar desviaciones sexuales y por el suicidio de varios de sus exmiembros.
Publicado en 2016 y editado ahora en nuestro país de la mano de la editorial Dos Bigotes, casi a la vez que el estreno de su adaptación cinematográfica, Boy erased (Indentidad borrada) es el relato de esa experiencia, estremecedora, sobre todo, por su contemporaneidad: los hechos que se narran ocurrieron en 2004. La época del autor estaba más cerca, por tanto, de las celebraciones anuales del Orgullo Gay que de Conducta Impropia.
Conley se revela como un narrador óptimo que sabe esquivar el lugar común del que pecan muchas obras autobiográficas: confundir hechos reales con trascendentes —véase la última película de Almodóvar—. Si bien el gancho y la singularidad del libro son las mencionadas terapias para transformar "productos del diablo" en cristianos ejemplares (12 pasos basados en la Biblia para integrarse en el escalofriantemente reflejado universo exgay), estas son solo el eje sobre el que gravita una historia de culpa y redención, una búsqueda de identidad y la eterna duda de si el amor incondicional es siempre el que más necesitamos. Prolija en detalles y reflexiones pero con un estilo ligero, asistimos a la pugna entre instinto y fe de un joven del siglo XXI, época en la que conviven el porno en Internet y acontecimientos mediáticos como La pasión de Cristo.
El valor documental de Boy erased se ve empañado por el literario: la experiencia en Love in Action apenas cubre un tercio de la obra —aquellos atraídos por tan escalofriantes métodos tendrán que acudir al podcast que el autor ha destinado al tema, UnErased—; el resto es un viaje psicológico más cercano a la angustia de Retrato de un artista adolescente que al descubrimiento sexual de Confesiones de una máscara o La historia particular de un muchacho. Escrita a partir de recuerdos y conversaciones grabadas con sus padres, es de agradecer su estilo analítico y desapasionado que no carga las tintas ni cae en intensidades gratuitas (habría sido fácil, con la frecuencia con la que los pensamientos suicidas planean sobre el narrador). Conley ha construido no solo un recomendable libro, sino también una útil terapia para todos aquellos que alguna vez se han preguntado qué habían hecho para merecer un hijo así. Sabe Dios lo que significa eso último.
Garrard Conley. Boy erased (Identidad borrada). Dos bigotes, 2019. 400 páginas. 20 euros.