Han pasado tan solo tres años desde la sorpresiva irrupción de Emilio Lara en el mundo editorial con La cofradía de la Armada Invencible. Desde entonces le ha dado tiempo a conquistar a miles de lectores con El relojero de la Puerta del Sol y, más recientemente, consolidar su obra literaria con su última publicación. "Se trata del libro que redondea la aparición de un narrador importante en las letras españolas", explica su editor, Daniel Fernández. No parece una casualidad, por tanto, que Tiempos de Esperanza (Edhasa) haya sido ya galardonada con el Premio Edhasa de Narrativas Históricas.
Teniendo en cuenta el género de su novela, era inevitable que durante la presentación saliese a colación el gran tema —azuzado recientemente por la petición del presidente mexicano de que Felipe VI se disculpe por la Conquista— que parece estar impreso en el ADN de los habitantes de esta piel de toro llamada España: si es cierto eso de que los españoles nos llevamos mal con nuestra historia, ¿cómo puede ser que la novela histórica arrase de esa manera entre los lectores? Lara, ante esa pregunta, se muestra tajante: "España no se lleva mal con su historia. Hay que matizar. Determinados españoles se llevan mal con la historia de España".
"La historia de España está repleta de luces y de sombras, como la de cualquier otro país europeo; pero yo me aventuraría a decir que nuestra historia tiene más luces que sombras. La petición de López Obrador, por ejemplo, es algo que no se puede entender. América no fue sino una España replicada. Los territorios americanos no eran colonias, eran España. En ese sentido sólo un imperio en la historia puede compararse con el español: el romano. Los españoles llevaron al Nuevo Mundo cultura, modernidad, la tradición de derecho europea… No es cierto que esclavizase a sus habitantes, pues los equiparó en estatus al resto de españoles de la península… Durante ese proceso hubo excesos, desde luego, pero en su conjunto la empresa de la Conquista' fue una de las mayores hazañas de la historia de la humanidad", comenta. "Lo que pasa es que, también, en el siglo XX vivimos una dictadura muy larga. Y ahora determinados españoles parecen poseer algunos prejuicios infundados y absurdos con nuestra historia".
Con respecto al auge, entonces, del género histórico, explica: "Aquí no tenemos, como sí tienen en otros países, un cine histórico demasiado potente. Y el cine es lo más potente que existe… Esa es la razón, yo creo, de que acudamos tanto a la novela histórica. Es nuestra manera de conocer lo que pasó". Y añade: "Creo que cuando un escritor construye una historia desprejuiciada, los lectores se la beben. Porque existe ese interés por conocer".
La cruzada de los niños
Su nueva novela está inspirada en un acontecimiento verídico, que Lara conoció durante sus años de estudiante. "Siempre pensé que debía escribir una novela sobre ello, y ahora que he adquirido una buena cantidad de experiencias, y que creo que puedo escribir con una visión propia, era el momento de lanzarme". Se trata de la poco conocida pero igual de sorprendente Cruzada de los Niños que tuvo lugar durante el siglo XIII. "La historia de un chaval adolescente, de doce años escasos que, gracias a sus dotes oratorias, consiguió predicar y convencer a una serie de compañeros para ir a conquistar Tierra Santa sin más armas que la fe. Y llegó incluso a exponerle sus planes al propio rey de Francia".
Después, como toda obra histórica, diferentes tramas y acontecimientos completan un mosaico rico en matices. "Es que 1212 fue un año muy importante. Es el año de la batalla de las Navas de Tolosa. En aquel momento el imperio africano andalusí estaba formando un ejército enorme en Sevilla, con la intención de derrotar a los reyes cristianos de la península y, más a largo plazo, tomar la propia Roma… Me encontré entonces con varios escenarios: Por un lado el hilo conductor de la historia iba a estar ambientado en Francia; pero después me desplazo a Sevilla, y a Roma, y trato de explicar de una manera poliédrica los grandes acontecimientos históricos que tuvieron lugar en aquella época".
En última instancia, su intención pasa por "confrontar nuestra época con la pasada". "La historia es cíclica, y por eso lo más interesante de la novela histórica es que el lector pueda encontrar similitudes en otros momentos de la humanidad", comenta. Su mensaje, como el propio nombre de la novela indica, va encaminado a afrontar los retos presentes con optimismo: "He querido buscar el contraste que siempre existe entre el odio, el resentimiento, la envidia, y el amor y la compasión… Quería explorar todas las facetas del amor, desde el amor romántico hasta la amistad, pasando por el amor filial. Al final, creo que la fidelidad y la lealtad en el amor es lo que necesitamos ahora, en estos tiempos tan marcados por el fanatismo y la demagogia, para llegar a los tiempos de la esperanza".
Quizás por eso María José Solano, historiadora del arte y periodista cultural en Zenda, destaca del libro el que "haya rescatado un tipo de héroe noble, bueno y puro, que parecía que no iba a tener, hasta ahora, una segunda oportunidad en la literatura".