Colabora
Agapito Maestre

'Talvisota'

Estamos ante un libro de investigación objetiva sobre el devenir del comunismo en la Rusia de Stalin y su propagación en España y Europa.

Portada del libro | Archivo

Talvisota es el título de un magnífico libro de Xavier Horcajo sobre tres terribles acontecimientos que determinaron la historia del siglo pasado. Tres guerras condicionaron el devenir de la Humanidad en los años treinta y cuarenta de la pasada centuria. El orden cronológico de aparición de cada una de ellas es relevante: la guerra civil española, la Guerra de Invierno en Finlandia y la Segunda Guerra Mundial. El intento de imponer la ideología y el terror comunistas, especialmente en su forma estalinista, en Europa es el denominador común de esas guerras. Las dos primeras guerras acabaron con la derrota del comunismo. La última, sí, terminó con la victoria parcial de los soviéticos, pero ese éxito es imposible comprenderlo sin la ayuda de los regímenes democráticos. Del esplendor y, sobre todo, la miseria del comunismo estalinista en Rusia, España y Finlandia durante las dos primeras guerras trata este libro, todo un hallazgo feliz de la mejor literatura política de nuestra época, que se venderá en las librerías dentro de los anaqueles de la novela histórica.

Pero esta obra es algo más que una novela histórica al uso. Estamos ante una síntesis, un genial compendio, de los horrores ideológicos, políticos y criminales del régimen soviético en la guerra civil española y en la Guerra de Invierno en Finlandia –Talvisota–. España y Finlandia fueron los países elegidos por el régimen soviético para expandirse por el mundo. Mientras que el primero estaba en el otro extremo de Europa, el otro estaba al lado de Rusia. Hay una diferencia esencial entre España y Finlandia a la hora de valorar cómo sus pueblos se enfrentaron a Stalin. Es una diferencia que pone a cada uno en su sitio en la escala de valores morales y patrióticos del mundo occidental. En efecto, mientras que los comunistas finlandeses prefirieron defender antes a su nación que a Stalin, los comunistas españoles en particular, y las fuerzas socialistas y de izquierda en general, rindieron un culto siniestro a la figura del mayor sátrapa de la historia del siglo pasado; aún causa vergüenza ajena y estupor el nombre que las autoridades políticas de la Segunda República dieron a las calles y avenidas de las grandes ciudades de España. En esto, los comunistas españoles pueden equipararse en perversidad a los comunistas de nacionalidad francesa y de casi todos los países de la Europa occidental…

La trama despótica, cruel y sanguinaria del régimen soviético en España y Finlandia está magistralmente descrita y analizada en Talvisota. Su autor, Xavier Horcajo, es un periodista, un escritor, al que se le reconoce inmediatamente por su insaciable curiosidad de ciencia. Su buen sentido común, firme y constante, siempre le ha preservado de los fanatismos y las pasiones. Su entendimiento tan vigoroso como ágil le permite pasar sin apenas esfuerzo de la reflexión filosófica a la exposición más concreta de un artefacto militar. La grandeza de este libro, una genuina pieza histórica y literaria, reside en su capacidad de aunar y armonizar con paciencia de orfebre el análisis de los componentes ideológicos y propagandísticos del comunismo, por un lado, con la descripción de la personalidad autoritaria y criminal de la mayoría de los individuos que trataban de imponerlo en España y Europa, por otro lado.

Esta novela es algo más que una memoria del comunismo. Estamos ante un libro de investigación objetiva sobre el devenir del comunismo en la Rusia de Stalin y su propagación en España y Europa. Tampoco es una teoría o una ideología al uso, sino una indagación serena y sin prejuicios sobre el nacimiento y expansión del comunismo en Rusia, España y Finlandia. Alta literatura política contiene Talvisota, hecha con la misma factura que inauguró Quevedo en su relato de los Grandes anales de quince días. Son realistas y cercanas las descripciones de los personajes. Ciento de ellos son anónimos y otros están en los libros de historia. Los retratos de algunos comunistas famosos no se olvidarán fácilmente. Detrás de las tropelías y desatinos de algunos de ellos no había nada que no fuera locura y ansias de asesinatos a gran escala. Los nombres propios del comunismo español y ruso de la Segunda República, la Guerra Civil y la guerra de liberación de Finlandia forman una galería de inolvidables en esta novela. Ninguno pasa desapercibido. Sus rasgos criminales son para que los jóvenes generaciones sepan de qué hablamos, en verdad, cuando se trata de marxismo, leninismo, estalinismo y trotskismo…También son dignos de mencionar algunos de los grandes críticos españoles y extranjeros del comunismo que Horcajo hace comparecer en su obra, por ejemplo, Ángel Pestaña y Alexander Solzhenitsyn. Las importantes batallas de la guerra civil española y los desastres militares que las tropas de Stalin sufrieron en Finlandia a partir de1939 son narrados con verosimilitud y credibilidad. Los historiadores militares hallarán aquí una buenísima información sobre el material militar utilizado por todos los bandos contendientes en esas guerras.

Y, además, por si todo eso no fuera suficiente, la sencilla y sólida armazón narrativa de esta novela permite seguir con gran amenidad todos los vericuetos de la maldades de los comunistas. Su personaje central y narrador, Jerónimo Espinosa, nos recuerda a veces los trajines de Gabrielillo, después don Gabriel, personaje clave de los Episodios nacionales del grandioso Benito Pérez Galdós. El eje central de la novela es el amor frustrado de un joven malagueño por el asesinato de su novia. Jura vengarse del soviético que la mata, un viejo colaborador de Stalin cuando dirigía un gang mafioso en la Georgia natal de ambos… En fin, les exhorto a que lean la novela de Horcajo, un extraordinario periodista, doctor en Economía y persona culta, cultísima, por tres razones: primera, es una obra muy amena; segunda, tiene una extraordinaria y sintetizada información sobre el comunismo soviético; y, tercera, porque el recuerdo crítico del pasado sigue siendo fundamento de la construcción de la ciudadanía democrática.

Temas

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario