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Pedro de Tena

El Turbón, una de nuestras montañas mágicas

Cuando uno se pone a fantasear, puede identificarse la forma de un elefante sentado que trae a la memoria las obsesiones del Aníbal de Cartago.

El turbón | Flickr/CC/Carlos M. M.

Para los europeos supuestamente cultos parece haber una sola montaña mágica. Sí, la de Thomas Mann, en cuya falda se levantaba el para siempre jamás ya famoso Sanatorio Internacional Berghof a 1.600 metros de altura. Próximo a la estación de ferrocarril de Davos-Platz, de la ciudad suiza de Davos, edificada al pie de los Alpes, puede admitirse que su montaña fue la montaña mágica más conocida desde 1924, fecha en que Mann publicó su novela. Pero, naturalmente, en el mundo hay muchas montañas, igualmente mágicas, o de alguna otra manera, fantásticas. Sin ir más lejos, en España hay bastantes que esperan la iluminación de un novelista.

El Turbón, que asciende hasta los casi 2.500 metros en el borde sur del Pirineo Aragonés, en la comarca de Ribagorza, es una de estas moles portentosas [1]. Cuando se llega a su base más visitable desde La Roda de Isábena - donde sostiene el cielo a una fabulosa catedral románica -, precisamente al poblamiento de Las Vilas del Turbón, el monte destaca sobre otros muchos por su soledad maciza, por su diferente arrogancia caliza y por un color grisáceo que recuerda la piel de un elefante. Es más, cuando uno se pone a fantasear, puede identificarse la forma de un elefante sentado que trae a la memoria las obsesiones del asombroso Aníbal de Cartago que pasó no lejos de allí

El Turbón es una montaña mágica porque reúne todas las condiciones para serlo. Para empezar, por ser el territorio de un gigante legendario y de seres fabulosos. Después, por haber sido el escenario preferido para los aquelarres de un enjambre de brujas. Tercero, porque la tradición hace que en su altiplanicie descansara el arca de Noé tras el diluvio universal. Cuarto, porque a pesar de su aislamiento y escaso poblamiento, tiene en su ladera un manantial y una planta embotelladora de agua mineral que da trabajo y sustento de forma casi prodigiosa a muchos ribagorzanos y españoles. Por último, porque a 1.100 metros por debajo de su cumbre, se encuentra el balneario de Las Vilas del Turbón al que desde hace un siglo y tal vez más, acuden personas con la esperanza de mejoría de algunos de sus males. Esto es, el Turbón cumple con todos los requisitos para ser considerado un monte mágico.

En la montaña de Mann, aparecen algunos embrujamientos y hechizos, si bien no arpías. Hay, cómo no, leyendas misteriosas como la de la segunda mujer de Adán, Lilith, o la de Santa Isabel y las flagelaciones asumidas como herramientas del bien sobre el mal. Hay aguas saludables, aunque el negocio principal estaba en el Sanatorio, más apreciado por su elevación y su clima que por sus otras cualidades. En este sentido, cabe decir que el Turbón es mucho más mágico, en sentido estricto, que la montaña de los Alpes que hechizó a Thomas Mann.

Se ha contado que los dioses antiguos, que no sólo habitaban en el Olimpo, habían decidido localizar en su cumbre una fragua donde fabricaban truenos y relámpagos [2]. Hay un refrán de la zona que reza: "Cuando la boira (neblina calimosa) cubre el Turbón, habrá tormenta por todo Aragón". Pero los rayos y estruendos no sólo no fueron sólo cosa de la fragua sino de un habitante del Turbón conocido como el gigante Ome Granizo, cuyo nombre alude a uno de sus poderes terribles.

Uno de los estudiosos de estos parajes, el autodidacta Chesús Casaus, que recopiló además términos de la más antigua habla de la comarca ribagorzana, lo creía el habitante más conocido de la montaña porque eran sus soplidos los que se convertían en agresivos vendavales que anunciaban [3] las tormentas. Se llegó a creer que, si se ponía atención, podía escucharse con nitidez: "Soy el Turbón, el monte más alto de Aragón".

El turbón | Flickr/CC/Carlos M. M.

Casaus refirió, hemos leído, que una vez las voces y gritos de la gente de las aldeas y poblamientos que rodean la montaña molestaron tanto a Ome Granizo que les lanzó dos rocas y los mató a todos. Desde entonces, los truenos daban paso a campanadas y conjuros para apaciguar al monstruo quemándose ramas de boj que tenía que haber sido bendecidas el día de San Pedro Mártir.

Además de osos – hay una cueva conocida como "cueva del oso" -, había seres extraordinarios. De las brujas escribiremos enseguida pero antes tenemos que referirnos a los duendes y las "encantarias" o "lavanderas", unas hadas maravillosas que deshacían los hechizos de las brujas. Los duendes serían responsables de los ruidos extraños y las músicas arcanas que proceden del Turbón. Sobre las "encantarias", ya fuesen hadas o mujeres prisioneras de hechicerías como hay quienes creen, se dijo que lavaban sus vestidos en el fondo de los barrancos. Llegó a creerse que un tal Franceset se hizo rico al hacerse con una de sus prendas, un mantel, o tal vez una toalla, según el libro sobre las Hadas de Jesús Callejo, experto en la España misteriosa y extraña.

Las brujas del Alto Aragón

Pero no cabe duda de que sus principales ocupantes eran las brujas del Alto Aragón, que acudían al Turbón como seducidas por algo infernal todos los viernes y especialmente en Nochebuena. Hay consejas que señalan a un agujero llamado "de las brujas" que habría sido su refugio. Subiendo hacia el Refugio de la Plana del Turbón, hay que alcanzar la Fuente de la Pedreña, donde se dice que las brujas daban tres golpes con ramos de boj y luego volaban causando tormentas y acogiendo al mismo diablo. Incluso tendían sus ropas: "En el Turbón, tienden las brujas sus ropas al sol".

Jesús Ávila Granados ha resumido los hechos acaecidos en el municipio de Laspaúles, antes Sentpere, en el siglo XVI, que forma parte de los pueblos y aldeas que rodean al Turbón. Situada en la cara nordeste del monte, ha mantenido una tradición de brujas gracias a su archivo municipal en el que se recuperaron unos manuscritos redactados en aragonés, castellano y catalán que daban noticia de los procesos brujeriles de Laspaúlesque tuvieron lugar el 21 de marzo de 1594, coincidiendo con el equinoccio de primavera.

Según estos documentos, 24 mujeres – o 21, tal vez, como otros contaron -, fueron condenadas a muerte, hoguera u horca, por haber danzado en torno al "lindo hombre" de cuatro cuernos y forma de macho cabrío, seguramente animadas por pócimas extraídas de líquidos de sapo golpeado con brezo que se untaban por todo el cuerpo aliñadas con belladona, estramonio, uvas del diablo y otras plantas con poderes alucinógenos. Eso fue lo declararon bajo tormentos insoportables.

Una representación de estos hechos puede verse en agosto en la localidad de Laspaúles y a sus afueras por la carretera que lleva a Alins, se encuentra el "Parque Temático de las Brujas", que no está en el Turbón sino muy cerca de él, en la montaña conocida también como "Serrat de las Forcas". Dicen que fue allí donde fueron ajusticiadas algunas de las "brujas" y sobre las cabezas, aparecen animales como gatos negros, jabalíes, cuervos, murciélagos y arañas que escoltan a las figuras de unas brujas con sus sombreros y avíos propios de su oficio.

La leyenda del Arca de Noé

Por si fuera poco, a todo lo descrito hasta el momento hay que añadir la leyenda del Arca de Noé, que, según la tradición ribagorzana, encalló en el Turbón. "L´arca ba turbá, l’arca ba turbá" contaron algunos abuelos de la comarca que gritó el patriarca bíblico cuando comprendió que su gigantesca nave se había posado en alguna parte. De hecho, el nombre de Turbón procedería de "turbar" que en la antigua lengua hablada en el Alto Aragón significaba "encallar" pero que no es recogido por Corominas y Pascual en su Diccionario Etimológico. Y, claro, de "turbar", "Turbón". Ya se sabe que cada montaña tiene secretos. Por ejemplo, el monte pirenaico Aneto, no demasiado alejado del Turbón, del que dicen que su nombre se debe al de un pastor de malas entrañas, pero saber por qué ya es otra cosa.

A los ojos de nuestro tiempo, parece mucho más mágico el monte Turbón por haber dado cobijo y aliento a dos fuentes de riqueza que han sido convertidas en generadoras de empleo y de futuro: el agua mineral y el balneario que se sitúan en Las Vilas del Turbón, en el valle de Lierp, un reducido poblamiento del término de Torre la Ribera, mencionado desde el siglo XV.

Entre los papeles de Joaquín Costa, reunidos y digitalizados por la Fundación Manuel Jiménez Abad [4], se encontraron dos hojas de propaganda del agua del manantial de la Virgen de la Peña, llamada entonces como ahora Aguas de Las Vilas del Turbón, un poblamiento perteneciente a Torre la Ribera, a pocos kilómetros de la capital de la comarca ribagorzana aragonesa, Graus, donde vivió casi toda la vida y murió el sabio español en 1911.

Interesado en el mantenimiento del bosque, en su obra El arbolado y la patria, se refiere, cómo no, a los manantiales tan abundantes en el Alto Aragón y los consideraba ya entonces víctimas de la despoblación forestal, que impedía su estacionamiento en huertos y cultivos y favorecía su posterior avalancha en forma de inundaciones. Uno de estos manantiales era el que hoy sigue dando la materia prima a Aguas de las Vilas del Turbón, comercializada hoy por Coca-Cola.

Manantial de El turbón

El agua del manantial, pobre en sodio, fue declarada agua mineral natural en 1932 y posteriormente, en 1958, agua mineromedicinal. La empresa de envasado y venta al por mayor fue fundada en enero de 1931 y en los últimos años sigue una marcha ascendente en facturación.

Las aguas se mencionan como "buenas aguas potables" en el Diccionario Geográfico, Estadístico e Histórico de Pascual Madoz, tomo XV, 1849, cuando se refiere al pequeño poblamiento de Las Vilas de Turbo, que no Turbón, que tenía 9 casas. Cuando habla de este monte, ya como Turbón, amplía que el agua de una de sus fuentes era "sumamente especial" para el mal de orina y sus infecciones derivadas. Lucas Mallada dice de ella en su explicación del Mapa Geológico de España que es agua ferruginosa y no parece tener claro por qué se la apreciaba tanto dado que era insípida y muy fría.

Capital de Guinea Ecuatorial

Sin embargo, lo mágico del manantial y sus aguas fue más el capital que fluyó desde Guinea Ecuatorial para dar a la luz a la sociedad embotelladora. Aunque libros recientes, convertidos en piezas cinematográficas (Palmeras en la nieve) centran en la zona benasquesa de Ribargorza la actividad empresarial de los aragoneses pirenaicos en Guinea, lo cierto es que de otras partes de la comarca, como Graus, y con extensión a Las Vilas del Turbón, también hubo emprendedores que marcharon a Guinea y reinvirtieron sus ganancias en la zona. Luego, como es sabido, fueron abandonados a su suerte por los gobiernos españoles.

Fue el caso de la familia Escuder, algo que nos fue confirmado por el propietario actual del balneario, José Franch. Se había dicho que era la familia Franch quién había invertido los dineros obtenidos con el cacao en la entonces colonia española, pero no fue así. Puede comprobarse cómo en la adquisición del manantial, tras las sucesivas compraventas a los vecinos propietarios del recurso hidromedicinal, aparecen en 1930 José Escuder y Tomás Castillón de Graus, que constituyeron a sociedad "Aguas Vilas del Turbón, SA", comercializadora del agua de la fuente "Manantial Virgen de la Peña".

Precisamente, los apellidos Escuder y Castillón (o Castrillón), aparecen en Guinea. De hecho, en el libro Guinea Ecuatorial: La ocasión perdida delperiodista Juan María Calvo, que fue corresponsalde la agencia EFE en Malabo, se les califica como empresarios "que habían aguantado los once años de dictadura de Macías, como los poderosos Mallo o los Mora o la constructora ESGA, propiedad de Pedro Escuder, Gregorio Galiana y Francisco Castrillón [5]". Seguramente éstos dos fueron los descendientes de quienes compraron el manantial.

Por último, destaquemos la construcción del balneario-hotel Vilas del Turbón en 1932. Fue concluido y puesto en funcionamiento en 1934 por los hermanos Franch, procedentes de la cercana Balaguer (Lérida), donde regentaban una fonda. Llegaron a acuerdos con los propietarios del manantial para canalizar aguas y clientes hacia sus instalaciones, cosa que lograron. En el hotel hay una fuente de cuatro grifos donde se bebe libremente el agua medicinal y sus tratamientos están sustentados en ella.

Confiscado por los republicanos

Durante la Guerra Civil, en 1937, fue confiscado temporalmente por las autoridades republicanas. De hecho, sirvió como establecimiento destinado a una colonia infantil de niños de la guerra procedentes de otras partes de España, muy especialmente Madrid. La experiencia, que sólo duró seis meses y que ni fue la única ni la más importante de la zona, ha sido recogida en el libro de Enrique Satué Olivan, Los niños del frente.

Ya es notable que junto a la magia del agua curativa germinara la experiencia seguramente mágica, además de trágica, de unos niños que escucharían toda clase de cuentos y leyendas de la zona. Tómese nota de que para ser maestro de aquellas colonias infantiles había que ser de la Federación de Trabajadores de Enseñanza, FETE-UGT, o próximo a ella, entre otros requisitos. Lo de trágico procede del final de la historia cuando la ofensiva del Ejército de Franco acabó con la experiencia.

La colonia "Julián Mur", que así se llamaba en honor del alcalde republicano de Jaca muerto en combate en el frente de Biescas a finales de 1936, muy cerca de Las Vilas del Turbón, terminó en desbandada infantil. Se cuenta que al menos veinte niños de los allí alojados, se calcula que en torno a los sesenta, huyeron hacia la frontera francesa en pésimas condiciones, descalzos y hambrientos. Poco más se sabe de ellos.

Tras la guerra, el hotel balneario volvió a la normalidad y hoy reposa, en un pliegue del monte Turbón sostenido también, y en buena medida, por el Imserso, en el límite mismo, se dice en el famoso etimológico de Corominas y Pascual, de lenguas y hablas como el viejo dialecto aragonés, patués en este caso, el catalán, el gascón y el castellano. Del trabajo que origina, magia económica misma dado su emplazamiento, su clima y su dificultad, viven directamente casi todo el año más de veinte familias, en su mayoría de inmigración iberoamericana y andaluza aunque no falten ribagorzanos. Indirectamente, otras muchas.

Curiosamente, hemos buscado en un diccionario del benasqués o patués las palabras "magia" y "mágico" y, al parecer, no existen. O sea, que el mágico Turbón, montaña de magias blancas y negras, una de las muchas montañas mágicas de España, está a la búsqueda de este adjetivo constituyente. Qué cosa.


[1] Puede subirse a la cima del Turbón de varias formas. A pie, como senderistas, resistiendo cuatro horas de subida y otras cuatro de bajada desde el balneario. En coche, mejor en un Porsche de 240 caballos y 3.200 centímetros cúbicos como describe Álvaro Pombo en La fortuna de Matilda Turpín y, seguramente y además de otros, en parapente, artefacto con el que bromeamos con el médico del establecimiento, Eugenio Rufo. Naturalmente, podría subirse a sus cumbres en palo de escoba de bruja, pero tal aventura necesitaría invitación.

[2] Podría creerse que "turbonada", tormenta repentina con chubascos y aparato eléctrico, tiene que ver con este monte, en el que, por cierto, son abundantes. Pero no es así. De todos modos, Corominas y Pascual señalan que Américo Vespucio extrajo del castellano su "turbonata", un nimbo furioso.

[3] Además, hubo un prefecto de lo pretorianos del emperador hispano Adriano llamado Turbón, digno y leal hasta el punto de que apenas dormía y creía que un prefecto debía morir en pie. Eso es lo que cuenta Dion Casio en su Historia Romana, Epítomes de los Libros LXI a LXX. Horacio cita a un gladiador pequeño llamado Turbón que andaba ridículamente bajo el peso de las amas.

Otro Turbón, padre de una niña muerta al poco de nacer, Emilia Donativa, puede confirmarse en la poesía epigráfica latina.

[4] Manuel Giménez Abad (Pamplona, 4 de diciembre de 1948 - Zaragoza, 6 de mayo de 2001), presidente del PP de Aragón, fue asesinado por la banda terrorista ETA en 2001 con el Plan Hidrológico Nacional, rechazado por todos los separatismos, de fondo.

[5] Muchos empresarios españoles radicados en Guinea fueron abandonados tras la descolonización por el gobierno de España ya en plena etapa democrática. De hecho, fueron los votos del PSOE los que impidieron, el 13 de abril de 1988, en el Pleno del Senado la aprobación de una moción que instaba al Gobierno a nombrar una Comisión Interministerial para reunirse con los perjudicados por la descolonización de Guinea Ecuatorial. La moción fue presentada por Coalición Popular y contó con el apoyo de todos los grupos parlamentarios. Se pretendía que una comisión integrada por representantes de los ministerios de Relaciones con las Cortes, Economía y Hacienda y Asuntos Exteriores se reuniera con los representantes de los perjudicados por la descolonización de los antiguos territorios de españoles para tratar posibles indemnizaciones. El PSOE adujo que sentencias del Tribunal Constitucional y Tribunal Supremo negaban a los afectados el derecho a ellas.

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