A pesar de lo que, tal vez demasiados, quieren creer, Pasionarias hay más de una. Es más, la más famosa de todas ellas no necesariamente tiene que ser la más reconfortante. De hecho, hay Pasionarias que son flores. Otras, polka y vals. Incluso hay un devocionario con ese nombre en Murcia, señala a todo lo relacionado con Cuaresma y Semana Santa (no se olvide que Dolores Ibárruri eligió el apodo de La Pasionaria por haber publicado un artículo en dicha semana de 1918). No faltan tampoco las que van en el título de obras de teatro, como la muy conocida de Leopoldo Cano, que logró incluso ser parodiada como "adelfa" y que destacó Unamuno por su popularidad.
Pero si apartamos la política, "pasionaria", sobre todo, hace referencia a la Pasión de Cristo. La flor nominada como pasionaria, oriunda de Sudamérica (por burucuyá o mburucuyá se la conoce en guaraní y abundan las leyendas sobre su origen) (1), se llama así porque en su forma se han querido ver reflejados los hechos en los que se detallan los últimos días de Jesús. Por ello, fue ascendida por la Iglesia a símbolo integral de la Pasión.
Nos da una idea de su importancia alegórica el que la corona de espinas de Cristo se aprecie en los verticilos que forman la corona de la flor; que los tres clavos de las manos y pies de Jesús se adivinen en los tres estilos del gineceo; que las cinco llagas (manos, pies y la de la lanzada), se imaginen en los cinco estambres; que las cuerdas con que lo apresaron se vean en los zarcillos y su sangre en las semillas rojizas del fruto. Incluso se relacionan los sacramentos de curación (reconciliación y unción de los enfermos), con sus propiedades medicinales.
En nuestro caso vamos a referirnos a la Passiflora de Linneo, pero en la versión literaria de don José Zorrilla, de quien se cumplió el año pasado el segundo centenario de su nacimiento. La Pasionaria es un cuento, canto o leyenda en verso que él quiso fantástico. Está incluido en sus Cantos del Trovador (2). Es una composición, si se quiere, prolija que convierte a la flor de la Pasión en el centro de una narración versificada. No sabemos qué intenciones tuvo el de Valladolid al escribirla, pero todo en ella es un homenaje al amor, pasión sin duda, desinteresado física y espiritualmente, de una mujer por un hombre.
Confiesa Zorrilla al comienzo de la obra que un día estaba su entonces esposa, Florentina Matilde de O'Reilly - viuda y bastante mayor que él, que cuando se publicaron sus Obras en París apenas tenía 30 años -, leyendo los cuentos de Hoffmann cuando le preguntó por qué no escribía cuentos fantásticos al estilo del romántico alemán.
Zorrilla esboza en su respuesta una teoría muy curiosa sobre el cuento fantástico que hubiera sublevado a Borges y a algunos más. Según don José, el género fantástico al estilo germano es "inoportuno" en España. Y añade: "En un país como el nuestro, lleno de luz y de vida, cuyos moradores vivimos en brazos de la más íntima pereza, sin tomarnos el trabajo de pensar en procurarnos más dicha que la inapreciable de haber nacido españoles; ¿quién se lanza por esos espacios tras de los fantasmas, apariciones, enanos y gitanas de ese bien aventurado Alemán?".
Como la mujer no quedó convencida, le recordó al poeta su obra Margarita la Tornera, otro de los cantos del trovador esencialmente fantástico. Téngase en cuenta que, en dicho canto o leyenda, presente ya en Berceo y Alfonso el Sabio, una monja casi adolescente, que se parece a la futura doña Inés, cae en brazos de un don Juan, que no es el Tenorio, pero apunta maneras. Se fuga con él y deja el convento, pero la Virgen la sustituye en el torno sin que nadie aprecie la ausencia hasta su vuelta.
Zorrilla matiza que, si es cierto que ese cuento es del género fantástico, "Margarita la tornera es una fantasía religiosa, es una tradición popular, y este género fantástico no lo repugna nuestro país, que ha sido siempre religioso hasta el fanatismo. Las fantasías de Hoffman (3) sin embargo no serán en España leídas ni apreciadas sino como locuras y sueños de una imaginación descarriada".
Dicho de otro modo, Zorrilla parece admitir la existencia de un género fantástico genuinamente español, relacionado con la religión católica. De todos modos, Florentina Matilde le pide que haga la prueba y Zorrilla se compromete a escribir una composición fantástica al estilo Hoffmann y lo que le sale es el largo relato en verso al que le puso por título La Pasionaria, Cuento fantástico.
Hay sospechas de que tampoco en esta ocasión el tema versificado por Zorrilla era original. Se trata de la historia de una pareja enamorada que se ve separada por las circunstancias y cómo la distancia revela, que diría Cortázar, la entidad de la pasión y el amor. O no.
Se ha señalado al lay medieval francés, lai de Éliduc, leyenda en verso original de María de Francia a finales del siglo XII, como fuente de inspiración del poeta español. Podría ser porque Zorrilla viajó varias veces a Francia y Florentina Matilde de O´Reilly, su primera esposa, pudo haber tenido referencia de ella. Uno de sus primeros y principales biógrafos, Narciso Alonso Cortés, lo expresa así: "Doña Matilde recordaba, sin duda, alguna narración relacionada más o menos remotamente con el lai de Éliduc, obra maestra de María de Francia. La partida del amante ingrato que se une a otra mujer y el influjo misterioso de una flor—que en Éliduc, puesta en la boca de Guilliadon, sirve para resucitarla—, son indicios que así parecen demostrarlo". Y, además, debe añadirse, estaba en verso.
Es más, ambos textos incluyen la figura de una mujer amante que, libre de celos y posesiones afectivas excluyentes, sólo deseaba que su pareja, el hombre en estos casos, fuese feliz. En caso de Éliduc, renuncia a su amor para meterse a monja asumiendo que él ya era o sería feliz con "la otra". En Zorrilla, la amante abandonada se transustancia inverosímilmente en pasionaria, flor trepadora, que siempre permanece al lado de su amado, aunque éste estuviese felizmente con otra. (Dicen que Florentina Matilde era un tanto celosa, por lo que podría deducirse un mensaje del poeta a la mujer que le hizo sufrir lo indecible con sus obsesiones).
La historia es, sucintamente, como sigue. El hidalgo Robleda, soldado y residente en la comarca de Aracena, marcha a la guerra dejando mujer e hija. Ella muere antes de que regrese y padre e hija, Aurora, forman una unión compacta. Pero Aurora, ya crecida, se topa con don Félix, hijo del señor del castillo de Aracena y brota el amor adolescente.
— ¿Te acordarás de mí? —
Siempre.
Mi existencia es solo amarte;
no tengo en mi corazón
más que un altar con tu imagen.
— ¿Se borrará? —
Nunca, Aurora.
Pintada está con mi sangre.
Pero ella es villana y él, un noble. Robleda, padre de la que va a ser víctima del destino, a pesar de que el joven don Félix quiere casarse con ella, no lo ve natural y además desconfía de la juventud de un amor que suele derrumbarse con el tiempo. Tras un altercado, el Conde de Aracena, padre del enamorado y señor de Robleda, decide finalmente mandar a su hijo a Francia para cancelar toda esperanza de matrimonio.
Y si queréis desde ahora
que mi cólera no estalle,
olvidaos deste valle
y no penséis en Aurora.…..
Cumplió su palabra el Conde
y envió a Don Félix a Francia,
porque son tiempo y distancia
grandes contrarios de amor.
El Conde está satisfecho
y estálo también Robleda;
Aurora es sólo quien queda
abismada en su dolor.
Y es ahora cuando Zorrilla da entrada a lo que llama elemento fantástico y que podría ser catalogado, quizá mejor, como maravilloso por lo completamente irreal. La más famosa de las metamorfosis es la del personaje de Franz Kafka. De hombre a insecto. Pero Zorrilla propone la de mujer a flor.
Introduciendo la figura de un peregrino misterioso, Zorrilla informa a la desventurada Aurora que su galán, don Félix, se ha casado en Francia con una duquesa muy hermosa y que es feliz. Ella entonces toma el camino de la aceptación:
Aurora. No, si él es feliz con ella
El no serlo yo ¿qué importa?
ó Porqué la ventura ajena
querré turbar envidiosa?
No, que gocen y que nunca
les enoje mi memoria.
No obstante, ella le ama y desea estar siempre a su lado.
El Peregrino. ¿Quisieras volverle a ver?
Aurora. Sí, siempre verle quisiera,
mas sin que él verme pudiera
que fuera aguar su placer.
Sí, en ser eterno testigo
de su ventura me holgara
pero sin que él sospechara
que estaba siempre conmigo.
Enigmáticamente, el Peregrino sentencia que nadie en la tierra sabe lo que cabe en lo posible ylo que es realmente queda. Mágicamente y sin detalles, desaparece Aurora para tormento del padre y reaparece en Francia, metamorfoseada en bella flor pasionaria que permanecía siempre al lado de su amor y que había terminado por ser la compañera de su esposa que intuía su extraña naturaleza. En trance de muerte, ésta pide a Félix que arranque la pasionaria en una inesperada venganza. Cuando lo hace, aparece el cuerpo muerto de Aurora.
Como se ve no hay religión, ni milagro. Sólo algo de encantamiento inexplicado por inexplicable. Fue su intento de escribir en verso una leyenda fantástica sin recurso alguno a los elementos del catolicismo.
De lo que no cabe duda alguna es de que Zorrilla, lo supiera o no, ha quedado inscrito entre los autores que han cultivado el género fantástico, por diferentes definiciones y caracterizaciones que se den del mismo. Por ejemplo, Borges, Bioy y Ocampo citan un fragmento de Don Juan Tenorio en su antología de la literatura fantástica. Y en efecto, en sus relatos, no sólo en el que citan, están bastantes de los factores que Bioy considera claves del género. En el caso de La Pasionaria, la metamorfosis, el ambiente quasi gótico y castillos, la sorpresa, fantasmas, traslados misteriosos, etc.
De hecho, aparece como autor de relatos o cuentos fantásticos en algunas antologías. Además de la citada de Borges, aparece en la de David Roas, El castillo del espectro. Antología de relatos fantásticos españoles del siglo XIX. No en otras más antiguas, como la de José Luis Guarner, inexplicablemente, porque en Zorrilla están los elementos exigidos en el género fantástico en bastantes de sus obras. Además de sus cantos y leyendas, la recopilación La Mujer negra y otros cuentos de aparecidos dan fe de ello.
Falta un estudio detenido de lo fantástico en la obra de nuestro autor que muestre sin asomo de duda si José Zorrilla está inmerso con pleno derecho en la corriente fantástica que atraviesa la literatura española desde Calila e Dimna o Amadís de Gaula hasta nuestros días. Sirva este artículo para animarlo poco después de su bicentenario y para reposo en esta agitada Semana de Pasión.
(1) Es la flor nacional de Paraguay y su fruto recuerda a la granada. Hay quien la conoce por granadina o granadilla por los granos del interior de su fruto.
(2) Naturalmente, hay muchas ediciones de las obras de Zorrilla. Estoy utilizando las Obras publicadas en París en Baudry, Librería Europea, 1847, que fueron autorizadas por él mismo. En el primer tomo, que se refiere a sus poesías hasta dicho año, está incluida la leyenda cuarta de los Cantos del Trovador, que lleva por título La Pasionaria.
(3) Escribe así el apellido del alemán.