Loquillo: libros que forjaron a un disidente
Escoltado por Luis Alberto de Cuenca, el cantante habló en la Biblioteca Nacional de las lecturas que han marcado su vida.
"La cosa va de emocionar; de cómo un niño, en el año 72 o 73, se entera de que hay una cosa que se llama Literatura". Así arrancó Loquillo su discurso bibliográfico este miércoles, en el Salón de Actos de la Biblioteca Nacional, dentro del ciclo La Biblioteca de…, organizado por esta institución y por el que han pasado, entre otros, Aitana Sánchez Gijón, Alfonso Guerra o Alberto García-Alix.
Escoltado por Luis Alberto de Cuenca, se remontó a sus primeras lecturas, como Tintín –"que era Dios"–, los cómics de Dumbo, la revista Strong o los libros de Enid Blyton, que devoró durante una hepatitis C. Se refirió a la colección Escritos y dibujos de Bob Dylan, su "primer contacto con la contracultura, aunque no tenía ni idea de lo que era la contracultura: los leía para ligar".
El Loco continuó su biografía librera hablando de En el camino de Kerouac, que le instó "a salir del barrio", o de Dylan Thomas, del que "no entendía una mierda, pero me pareció alucinante". El cantante habló de que, "en aquel momento, Barcelona era el lugar. Lo que fue Madrid con La Movida, Barcelona lo fue antes. Era el lugar del mundo donde todo ocurría". "Yo, si soy hijo de algo, es de esa Barcelona", añadió.
Continuando por su ciudad, el intérprete de canciones como "El rompeolas" o "La nave de los locos" recomendó Els altres catalans, de Francisco Candel, y La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza –"el puto capo"–. Sobre la primera obra, Loquillo comentó que muestra la Cataluña de los "emigrantes", a quienes "trataban como el puto culo", y en cuyos barrios aparecían pintadas como "Aquí termina Cataluña y empieza Murcia"; sobre la segunda, dijo que es la "novela fundamental para conocer la Barcelona de los señoritos, los que están haciendo el procès".
El ponente alabó a su padre, un lector voraz, quien estuvo en campos de concentración y pasó diez años en la cárcel, siendo un "preso político por defender la legalidad –republicana–", no como "los que hay ahora, que son políticos presos".
La forja de un disidente
Loquillo continuó su discurso hablando de Silver Surfer, de Guillermo de Aquitania, o de Ramón Llull. Recordó cómo se forjó su amistad con Luis Alberto de Cuenca, cuando este todavía era secretario de Estado de Cultura: "Quería hacer un disco sobre su obra. Él, con buen criterio, dijo: 'Mientras sea secretario de Cultura, no'. Nos esperamos y lo cumplimos".
Especialmente crítico se mostró el cantante con el periodismo: "Se está yendo a la mierda porque todo lo que consigue es una noticia medio verdadera/medio falsa". El Loco dijo que le "gustaría encontrar un periódico que contara historias". "No soporto que un autor transmita cosas que no vive", añadió. En este sentido, recomendó Cruzando el paraíso, de Sam Shepard, y Mis paraísos artificiales, de Francisco Umbral: "Esto es puro rocanrol".
Después, el cantante cuadró un círculo sobre los totalitarismos con Fahrenheit 451, Historia de un alemán y Archipiélago Gulag: "Cuando coges las tres novelas, que muestran el inicio, la implantación y al disidente, lo tienes claro. ¿Qué vas a hacer en tu vida? Ser un disidente".
Además, el Loco recomendó una biografía del director de cine independiente John Cassavetes y reivindicó el trabajo libre de subvenciones, "sin depender de nadie", porque "no puedes vivir de lo que el Estado te da": "No serías un artista, sino un siervo".
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