Lawrence Levy, exdirectivo de Pixar: "Todos me decían que era un error trabajar para Steve Jobs"
Libertad Digital entrevista al ejecutivo de Silicon Valley, que acaba de publicar en español el libro De Pixar al cielo.
Parece increíble imaginar que la todopoderosa Pixar estuvo a un paso del cierre por sus acuciantes deudas. Fue justo antes de Toy Story, el primer largometraje hecho por ordenador de la historia que supuso unos desafíos técnicos nunca afrontados. Steve Jobs había comprado esta empresa, fundada como filial de Lucasfilm por George Lucas. La compañía no tenía bien definidos sus objetivos y no ganaba ni para cubrir gastos –los pagaba Jobs de su propio bolsillo–. Entonces, llegó Lawrence Levy.
De Pixar al cielo. Mis años con Steve Jobs y cómo reinventamos la industria del cine (Deusto) es la historia contada en primera persona por Lawrence Levy sobre cómo, junto a Jobs, convirtió una empresa en crisis en un éxito internacional. El ejecutivo de Silicon Valley reconstruye las decisiones empresariales y creativas que debieron tomar para levantar el estudio de cine. Asimismo, traza un perfil de Steve Jobs antes de ser el multimillonario cofundador de Apple.
Todos me decían que era un error trabajar para Steve Jobs porque no había tenido ningún éxito después de que fue despedido de Apple en 1986
La relación comienza en noviembre de 1994 cuando Jobs pide a Levy que se haga cargo de las finanzas de la empresa. Éste tenía dudas. No sabía nada de cine, no entendía qué hacía Pixar y el contrato que tenía vigente con Disney, a su parecer, tenía más contras que pros. Además, los trabajadores estaban descontentos con Jobs porque se sentían poco valorados. Aceptar suponía un salto al vacío. "Cuando me uní a Pixar en 1994, todos los que conocía pensaron que era una mala decisión. Dijeron que era una compañía fallida sin futuro y que era un error trabajar para Steve Jobs porque no había tenido ningún éxito después de que fue despedido de Apple en 1986. Era un gran riesgo para mi carrera", asegura Levy a Libertad Digital.
Las dudas se disiparon cuando fue testigo de los primeros minutos de Toy Story. Su entusiasmo creció cuando Tom Hanks y Tim Allen aceptaron ponerle voz a Woody y Buzz. Levy estaba dentro. Aceptó ser el nuevo director financiero de Pixar. Sería el encargado de diseñar la estrategia comercial y su salida a bolsa. "Jobs me confió las finanzas de Pixar sin ninguna restricción", nos cuenta Levy. "Podía hablar abiertamente con él. Lo más importante en nuestra relación era ser sincero el uno con el otro", añade.
El vertiginoso ascenso
Toy Story era la última oportunidad de Pixar, pero a Steve le parecía demasiado infantil. Si no se comercializaba correctamente, incluyendo a los adultos en el público objetivo, no funcionaría. Levy presume orgulloso del plan de negocio que desarrolló para que estos juguetes que cobraban vida se convirtieran en dinero contante y sonante. Cuenta con entusiasmo esas semanas de incertidumbre y expectación, el miedo a lo desconocido y el éxtasis cuando la película acabó siendo la más taquillera de 1995, con una recaudación total de casi 192 millones de dólares. "Es muy probable que me sepa toda la película de memoria", confiesa a Libertad Digital. Al final de su primer día en bolsa, la acción de Pixar se cotizaba a 39 dólares, es decir, la empresa pasó a tener un valor de mercado de casi 1.500 millones de dólares.
Las acciones siguieron subiendo –la empresa pasó a valer 3.000 millones de dólares, luego 6.000 millones–. Llegaron Bichos, una aventura en miniatura, Monstruos S.A. o Buscando a Nemo. Era, según Levy, el momento de vender. El por entonces director financiero de Pixar aconsejó a Jobs su venta a Disney, "una de las operaciones empresariales más exitosas del mundo", escribe. Supuso su adiós a la empresa: "No fue fácil despejar mi despacho y decir adiós a Pixar. Escribí un correo electrónico a todos los compañeros diciéndoles lo mucho que los echaría de menos, lo estupendos que eran todos y lo contento que me sentía de entrar en la junta directiva de Pixar […] La respuesta que recibí a este correo fue impresionante. De todos los rincones de la empresa, de personas a las que conocía bien e incluso de personas a las que no conocía, me llegaron mensajes de gratitud, amistad, inspiración y apoyo".
Jobs, "una persona voluble"
La decisión de Levy de aceptar formar parte de Pixar fue de las mejores de su vida. Quedaban atrás las dudas alimentadas por todos aquellos trabajadores que le desaconsejaron trabajar con Jobs por ser una "persona voluble". Se incorporó a Pixar con la plantilla enfadada por una promesa incumplida y logró revertir la situación, según cuenta en el libro: "Si Pixar había fracasado en todos los frentes era porque sus empleados no tenían opciones de compra de acciones. Steve se las había prometido hacía mucho, pero nunca llegaron. Éste era el mayor motivo de resentimiento y amargura que tenían los empleados de Pixar". Pero consiguió subsanar esta situación: "Se recompensaron los años de dedicación y trabajo duro de los talentosos trabajadores de Pixar", dice a Libertad Digital.
Definiría a Jobs como un visionario que también era humano, como todos los demás.
De las páginas de De Pixar al cielo se desprende que Levy siempre se sintió a la sombra de Jobs: "No era lo que se dice generoso a la hora de compartir públicamente el reconocimiento. Por mí, me daba igual. Pero me importaba más cuando pensaba que toda la empresa había quedado eclipsada". Aunque no deja de dedicarle palabras de cariño y de narrar, con pasión, cómo fue la toma de decisiones difíciles y cómo corrieron riesgos de la mano. "La primera vez que escuché música en un iPod, hablé con un iPhone y jugué en un iPad, fue en el despacho de su casa. Cuando se hizo famosísimo y empezó a tratar a líderes y famosos de todo el mundo, nuestra relación pasó a un segundo plano. Pero siempre que su salud se lo permitía, venía a verme a mi casa y salíamos a caminar o pasábamos el rato juntos".
Jobs fue un visionario. Fue realmente un genio al detectar las tendencias en la tecnología y hacer los mejores productos para adaptarse a ellas
"Definiría a Jobs como un visionario que también era humano, como todos los demás. Digo visionario porque creo que fue realmente un genio al detectar las tendencias en la tecnología y hacer los mejores productos para adaptarse a ellas. También fue muy cooperador, más de lo que mucha gente piensa. Descubrí que estaba más interesado en encontrar respuestas que en sí mismo. También era imperfecto como todos los demás. ¡Supongo que eso significa que todos los visionarios y genios son imperfectos de alguna manera!", asegura a Libertad Digital.
Pero, ¿Jobs hubiera sido el multimillonario genio sin Lawrence Levy? "Eso es difícil de decir", contesta el exdirectivo de Pixar. "Creo que durante nuestro tiempo juntos en Pixar fue cambiando, unos cambios que fueron muy importantes cuando más tarde regresó a Apple. Pixar tenía una cultura muy diferente de Apple y otras compañías de tecnología. Tuvo que aprender a encajar en la cultura de Pixar y creo que eso fue muy importante".
Anécdotas
De Pixar al cielo está lleno de anécdotas simpáticas de una etapa profesional increíble y difícil de repetir. Levy cuenta cómo entraba junto a Jobs en las tiendas para comprobar que las etiquetas de los muñecos de Toy Story tuvieran –y al mismo tamaño que el de Disney– el logo de Pixar.
Fueron años de mucho trabajo y dedicación imposibles de reflejar en los 81 minutos que dura la cinta de animación, pero que, en cierta manera, quedan recogidos en los títulos de créditos. Levy ha enseñado a sus hijos a no moverse de la sala hasta que terminan. En Toy Story, por ejemplo, hay un rótulo de cierre que pone "Production Babies", bajo el cual hay una lista de los hijos que los empleados de Pixar tuvieron durante la realización de la película. Con todo el orgullo del mundo puedo decir que mi benjamina, Jenna, figura entre ellos", escribe Levy.
Lawrence Levy. De Pixar al cielo. Traducido por Juan Manuel Salmerón Arjona. Deusto. Fecha de publicación: 16 de enero de 2018. Precio: 19,95 €. Nº páginas: 268 ISBN: 978-84-234-2905-9
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