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Le Carré recupera a George Smiley después de 25 años en 'El legado de los espías'

Con más de 35 millones de ejemplares vendidos, traducido a 36 idiomas y publicado en 40 países, John le Carré es uno de los escritores más leídos.

John le Carré, escritor | Planeta / Nadav Kander

En 1961, John le Carré publicaba su ópera prima Llamada para el muerto, donde presentaba a George Smiley, el director del Circus, el servicio de inteligencia británico en el exterior. Astuto y descreído, escurridizo y decente, aparecería en diversas novelas y se consolidaría como el personaje más emblemático de su creador, al tiempo que una de las figuras imprescindibles de la ficción de espías. Un cuarto de siglo después de su último avistamiento en El peregrino secreto, Smiley sobrevuela la última novela de Le Carré, que sirve a la vez de precuela y de coda al clásico que lo lanzó a la fama, El espía que surgió del frío. Editorial Planeta publica este martes El legado de los espías, el regreso de George Smiley veinticinco años después.

En este nuevo libro de Le Carré, Peter Guillam, leal colega y discípulo de George Smiley en los servicios secretos británicos disfruta de su jubilación en la finca familiar de la costa meridional de Bretaña cuando una carta de su antigua organización lo insta a regresar a Londres. Su pasado en la Guerra Fría lo reclama. Unas operaciones de inteligencia que habían sido el orgullo del Londres secreto están a punto de ser investigadas por una generación sin memoria de la guerra. Alguien tendrá que pagar por la sangre inocente vertida en nombre de un bien superior.

El periodo de la Guerra Fría se caracterizó porque teníamos una misión que nos definía. Hoy nuestra misión se limita a sobrevivir.

Con más de 35 millones de ejemplares vendidos, traducido a 36 idiomas y publicado en 40 países, John le Carré es uno de los escritores más leídos e influyentes. Es uno de los mejores escritores de espionaje desde la segunda mitad del siglo XX en tanto que exagente del MI6 que recaló en Berlín en los años setenta.

"Un motivo para volver sobre la Guerra Fría es que me alineo con Smiley cuando al final de la novela declara que lo que ocurrió entonces no sirvió para nada. Los espías no ganaron la Guerra Fría, a largo plazo su influencia fue nula. Quería aplicarles a los personajes mis propias experiencias y analizar qué les pasó desde una perspectiva humana y humanitaria", ha dicho el autor sobre El legado de los espías. "Además buscaba situar toda la historia en el vacío en el que ahora vivimos, ocupado por fuerzas amenazadoras. Por lo menos el periodo de la Guerra Fría se caracterizó porque teníamos una misión que nos definía. Hoy nuestra misión se limita a sobrevivir. Lo que une a Occidente es el miedo, el resto es discutible", añade.

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