El poeta Kepa Murua, (Zarauz, 1962), fue director durante muchos años de la editorial Bassari y es considerado por muchos un poeta de culto, cosa que a él no le convencer. Se define como un hombre que "en la intimidad descubre la mejor de sus sonrisas". Reflexivo, intenso, íntimo y con "un humor nuevo, con una luz diferente" acaba de publicar el poemario, como siempre en castellano, Lo que veo yo cada noche (Ed. Luces de Galibo) y su tercera novela, De temblores, (El Desvelo). Libertad Digital comparte unos momentos de charla con él.
-¿Qué es lo que ve Kepa Murua cada noche?
Oscuridad. De noche todo parece quieto, pero la mente se mueve de un lugar de la realidad, donde hemos estados concentrados, a otro del sueño, donde se ve el mundo de otra forma. Podría ser el misterio o la sorpresa que se siente al vivir fuera de lo que sucede durante el día.
-Hoy es difícil encontrar un poeta con voz propia. En tu caso es indiscutible. ¿Cómo se llega hasta ahí?
Trabajando intensamente, leyendo a otros escritores, escribiendo casi todos los días, seleccionando textos, reescribiendo poemas y apostando por lo que se cree que se debe escribir en cada momento, pese a las dificultades que surgen en el camino.
-¿Cómo es tu proceso de creación?
Me levanto temprano, escribo un par de horas. Por la mañana atiendo a mis compromisos profesionales y por la tarde continúo con el trabajo. Después de cenar, si tengo fuerzas, me gusta volver sobre lo escrito. En el caso de la poesía, dejo que los poemas vayan apareciendo durante el día: solo he de fijarme en lo que sucede alrededor y dejar que mi mente guarde las imágenes que mis ojos capturan. Previamente he pensado sobre la estructura del libro, la extensión de los poemas, he elegido el tono de la voz o la línea que podría reflejar lo que quiero contar y lo que debo callar.
-¿Cuando escribes eres consciente de que tienes lectores que esperan tus libros como el maná?
No lo había pensado. Respeto al lector, pero en el proceso de creación su presencia no es importante. Las dudas que surgen en el texto o las ideas que defiendo responden a una apuesta literaria. Una vez publicado, ojalá no los decepcione.
-En algunos círculos se te considera un poeta de culto ¿Cómo se lleva esa etiqueta?
Ni bien ni mal, pero no me gusta. A la etiqueta "de culto" le suelen seguir otras que considero que no me retratan. Me considero un hombre humilde, escribo desde la periferia, la soledad me ha acompañado en numerosas épocas de mi vida y aunque soy un poeta con un registro propio, no creo que sea tan raro o tan difícil como se dice.
-Una de las muchísimas cosas que tiene tu literatura es que dignifica el oficio. ¿Cómo se sobrevive desde esa independencia tan real y sincera?
Con dificultades, con perseverancia, con motivación. No es fácil, pero si se quiere escribir de verdad se debe continuar con la línea marcada por los maestros y dignificar el oficio con cada libro y con cada palabra pronunciada o dada.
-En Lo que veo yo cada noche, magnífico poemario, se encuentra tu poesía con letras mayúsculas, la que fue y es. ¿Hacia dónde camina Kepa ahora?
Vivo más sabiamente porque escribo con más consciencia que antes. Me estoy convirtiendo en un artesano de la palabra que se concentra en su trabajo, en un meticuloso escritor. Quién me iba a decir a mí que me convertiría en un hombre serio que huye de los focos, que en la intimidad descubre la mejor de sus sonrisas y que, además, escribe como si fuera una marca de la casa, con un humor nuevo, con una luz diferente. Creo que es necesario hacerlo con el fin de templar los nervios, calmar el ánimo y concentrarse de lleno en el trabajo que nos espera cada día.
Soy consciente de que ahora recurro a una economía verbal que busca ese volumen justo que permite que la atención se centre en la calidad de la voz, en su tejido, como un traje de Balenciaga, que evitaba los añadidos y se centraba en los elementos más puros y básicos, hasta alcanzar la sencillez deseada por el modisto. Hablo de lo primordial: de la profundidad que nace de la visión de un hombre maduro, después de haber investigado lo suyo.
-En estos últimos poemas donde un velo de ternura envuelve preguntas, búsqueda, silencios... hay un equilibrio perfecto entre la palabra, su significado y la belleza ¿Cómo se busca ese equilibrio, esa armonía, esa música? ¿Cuánto hay de pasión y obsesión?
En Lo que veo yo cada noche prevalece la ternura ante todo, la esperanza en un camino de la felicidad y de la poesía en el que estoy inmerso desde hace años. Ya no miro para dentro, sino que escribo desde dentro para fuera, para que mis textos sirvan a los demás. Espero haber acertado. He de dejar que el tiempo vuele sobre la arena de mis escritos. Si los borra, no pasa nada. Si prevalece algo, una palabra, una frase, un poema, sabré que no ha sido en vano. En cuanto a las obsesiones personales o profesionales, intento que no interfieran demasiado ni en mi vida ni en mi trabajo. Ahí reside el equilibrio.