El 6 de octubre de 1934 Lluis Companys proclamó la independencia de Cataluña y Enrique de Angulo (1895-1975), un periodista del diario católico El Debate estuvo allí para contar ese golpe de Estado. Él narró, con sumo detalle, las únicas diez horas de vida en las que Cataluña ha sido 'independiente', y con reservas (por la fórmula que se empleó). De ahí el título de este libro: Diez horas de Estat Catalá.
Recoge la narración fidedigna de los trágicos episodios que tuvieron lugar en Barcelona la noche del 6 al 7 de octubre de 1934, realizada por quien fuera testigo directo de los mismos al encontrarse «en primera línea» .
Recuperar este texto, que cuenta la sublevación separatista de la Esquerra en 1934, por desgracia no solo permite conocer mucho más la historia de España sino también el presente.
Desde hace 40 años se ha venido incubando el movimiento secesionista que culminó en la noche trágica del 6 de octubre 1934. No es la esquerra catalana la principal responsable del mismo sin que al sentar tal afirmación queramos exculparla de modo alguno. No lo son los infelices obcecados por las propagandas nacionalistas que sinceramente y de buena fe odian España por considerarla explotadora de lo que creen en su patria única. Tampoco lo son los jóvenes escamots que fieles a tales principios querían formar en el Ejército Libertador. Las responsabilidades máximas pesan sobre quiénes crearon un problema ficticio para servir medros y ambiciones políticas.
Pocas semanas después el propio Enrique de Angulo publicó, en forma de libro, este reportaje minucioso, que reproduce de modo literal la editorial Encuentro (en una nueva edición con prólogo a cargo de Jesús Laínz). En este libro se recupera una confesión de político de ideología conservadora y catalanista Francesc Cambó, del 7 de enero 1923, y que es representativa:
Quiero más a este revivir de la conciencia catalana que cien leyes de autonomía, quiero más a una Cataluña sin ninguna libertad, hablando en catalán, y sintiendo en catalán, que eso le traerá la libertad, que una Cataluña con los mayores atributos de soberanía política, pero teniendo amortecida su conciencia nacional. Yo me acuerdo cuando salíamos del círculo de la Lliga en Cataluña ,en la Rambla de las Flores, durante la Guerra de Cuba, a finales del siglo XIX. Al salir de allí, encendidos de patriotismo catalán, nos sentíamos en la calle como extranjeros como si no nos encontraramos en nuestra propia casa porque nadie compartía nuestras propias aspiraciones. Y nosotros las hemos infiltrado en todas las clases sociales de Cataluña.
Aquí se habla de la Lliga Regionalista, pero las acciones que se hacen son exactamente las mismas que han hecho en estos años a Convergencia. Es decir, está describiendo aquí lo mismo que se está haciendo en Cataluña que ya se hizo desde finales del siglo XIX hasta 1934. Lo que relata es que el golpismo está históricamente incardinado en la concepción de la política tanto de los republicanos como de los separatistas españoles. Necesitan el golpismo para sobrevivir históricamente.
Es una denuncia del adoctrinamiento, la guerra de lenguas, la manipulación de la historia, el envenenamiento de la convivencia y sobretodo la dejadez del Gobierno central, y la impunidad con la que aquellos que dan el golpe de estado se mueven en Madrid y Cataluña.
Enrique de Angulo
Enrique de Angulo (1895-1975), licenciado en Derecho, fue cronista y corresponsal en Barcelona de El Debate, periódico fundado por Ángel Herrera Oria, durante la II República y la Guerra Civil. Tras la guerra, asumió por un breve periodo la dirección de El Noticiero Universal. Más tarde, en 1942, se incorporó a la redacción de Ya. De 1949 a 1952 se traslada a Washington como agregado de prensa de la representación diplomática española en Estados Unidos. Tras su misterioso cese, vuelve a España y se reincorpora a Ya como redactor internacional. Falleció trágicamente al ser atropellado por un coche en el centro de Madrid.
Enrique de Angulo, Diez horas de Estat Català. Editorial Encuentro, 2016. ISBN: 978-84-9055-133-2. Con prólogo de Jesús Laínz.