Todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso del fluido desalojado.
Hasta aquí el teorema de Arquímedes. Y a partir de aquí: la vida del científico, digna de conocer. Arquímedes encontró la manera de saber si la corona de oro del rey Hierón estaba realmente hecha de plata y sin necesidad de romperla. Fruto de la casualidad, el sabio matemático dio con la respuesta al sumergirse en una tinaja, pero la inspiración -más allá de la leyenda- le vino porque dedicó toda su vida a pensar en el porqué de las cosas. Al igual que las de muchos otros hombres dedicados a la ciencia, que se sacrificaron por un fin: servir a la humanidad.
En Arquímedes, el del teorema, el nuevo libro de Jorge Alcalde, publicado por la editorial Planeta, nos encontramos con ciencia. "Hay que decirlo a las bravas, para que nadie se llame a engaño", dice de primeras el autor. Sin embargo, es una ciencia contada por uno de los mejores divulgadores científicos que hay en nuestro país (si no el mejor), y de una manera que ayuda a fijar los conocimientos adquiridos entre libros de texto. En este libro no aparece ni una sola fórmula matemática. Así, Jorge Alcalde sigue el consejo que Stephen Hawking dio con su libro Una breve historia del tiempo, en el que tampoco aparecían extrañas ecuaciones, porque por cada una que aparece en un libro, se pierde un 10% de lectores.
Así somos los seres humanos, que apartamos todo lo que no entendemos fácilmente. ¿Simples? Quizá. Pero para eso está Jorge Alcalde: que nos lo explica todo de una manera muy sencilla y accesible. Y dándole vueltas a eso de enseñar las ciencias de otra manera, pensó en los muchos mitos que circulan sobre ciertos descubrimientos. Porque la historia, contada con un ejemplo, una anécdota o una fábula, se retiene mejor. Y no lo digo yo ni Jorge Alcalde, sino el propio Newton, que utilizaba algunos cuentos para explicar a su sobrina algunas cosas complejas de retener, y -gracias a este método- al día siguiente lo recordaban mucho mejor: se fijan los conocimientos. Puede que lo de la manzana para explicar la teoría de la gravitación universal fuera un invento también de Sir Isaac, pero lo cierto es que la gravedad se entiende mejor pensando en un árbol del que caen frutos.
En este libro se sigue la corriente inversa a la ciencia, en la que se busca primero el qué antes que el quién. Se cuenta el quién fue y cómo lo hizo. Y así conoceremos historias fascinantes, como la de Ignaz Semmelweis que ayudó a que las infecciones en los quirófanos dejaran de producirse con el sencillo gesto de lavarse las manos. Cuenta la vida de una valiente mujer que estuvo en el frente en la I Guerra Mundial: Marie Curie. La labor encomiable de Williamina Flemming, una escocesa que contribuyó a crear el mapa estelar con su minucioso trabajo. O la vida de Nikola Tesla, dividida entre la ciencia, la divulgación y el espectáculo.
Es un libro que pretende enseñar ciencia e historia, a partes iguales, pero de manera amena para poner de relieve la vida de todos estos científicos que se dedicaron en cuerpo y alma a su trabajo en beneficio de la humanidad. En algunos casos tuvieron terribles dramas personales, en otros murieron prácticamente en la indigencia. Pero gracias a todos ellos vivimos en un mundo mejor, como dice Jorge Alcalde:
Qué distinta sería nuestra relación con las ciencias si alguien nos ayudara a viajar en el tiempo en el que aquellos sabios tuvieron que luchar contra la tendencia de la naturaleza a esconder sus secretos. Si alguien nos introdujera en la piel de los hombres y las mujeres que lograron los mayores hitos del conocimiento humano.
Jorge Alcalde, Arquímedes, el del teorema. Editorial Planeta, 2017, 286 páginas.