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Juan Manuel Sabugo: "El conocimiento está cautivo por la universidad, y ésta es un desastre"

Junto a Óscar Santos, el coordinador de Tecnociencia en LD publica Todo tiende a cero menos tú (Inventa, 2017). Hablamos sobre el libro.

Junto a Óscar Santos, el coordinador de Tecnociencia en LD publica Todo tiende a cero menos tú (Inventa, 2017). Hablamos sobre el libro.
Entrevista a Juanma Sabugo y Óscar Santos Payán por 'Todo tiende a cero menos tu'

Publican Óscar Santos (Salamanca, 1969) y Juan Manuel Sabugo (Madrid, 1971) Todo tiende a cero menos tú (Inventa, 2017), un libro híbrido que combina poemas y relatos y que se entiende como una reivindicación simbiótica de ciencia y literatura –¡Sí se puede!, con perdón-. El primero está vinculado a las letras –poeta, autor de teatro, escritor de novela y guionista- y a la radio; el segundo estudió Ciencias Físicas y es coordinador y columnista de la sección de Tecnociencia en LD.

Conversamos sobre la obra en el plató donde Nuria Richart y Domingo Soriano explican sus cosas de Economía, con Dani Palacios haciendo de público –con discreción; esto no es Telecinco-.

Al final, todo queda en –esta- casa:

P: Todo tiende a cero… ¿incluidas la ciencia y la cultura?

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Óscar Santos: Yo creo que si algo te gusta mucho y estás enamorado, o quieres mucho a algo o a alguien, todo tiende a cero menos tú.

Juan Manuel Sabugo: Yo creo que no. Es un mito el hecho de que las cosas van mal. Lo que queríamos decir con el título, y, en concreto, es un trocito de un poema de Óscar, es que cuando estás enamorado todo te parece vano. Pero en el sentido estricto de la palabra, todo tiende a infinito: las cosas, la ciencia y la literatura van a mejor. Quizá la diferencia esté en los canales: ha cambiado el paradigma de distribución del conocimiento. Antes nos lo servían en bandeja de plata; ahora cuesta muchísimo más.

P: Cuando los científicos y los escritores, artistas y derivados dicen que en España no se invierte en ciencia y en cultura, ¿tienen razón?

OS: Nunca se va a invertir lo suficiente para estos temas. Seguro, vamos. Lo tengo claro.

JMS: Yo creo que se invierte demasiado. El error está en el concepto de "invertir", como si cuando tú metes dinero en alguna cosa, en seguida eso te reportara automáticamente resultados. Es falso. Uno de los grandes problemas, en este sentido, es la universidad. El conocimiento está cautivo por la universidad, y esta es un puñetero desastre. No es cuna de nada, y menos de conocimiento. Las únicas que investigan ahora son las universidades que, en el fondo, son empresas. Esta visión de que la ciencia y la literatura tienen que ser algo benéfico ha hecho muchísimo daño a ambas disciplinas.

OS: Yo creo que se invierte tan poco porque está todo montado para que se invierta muy poco y que se piense muy poco.

JMS: Es todo lo contrario: está montado para que se invierta mucho dinero que no sirva para nada. Se trata de mantener a mucha gente que no hace ni produce nada, ningún bien sobre el resto de las personas, porque su bienestar no depende de eso. Su bienestar depende de que esté bien asociado con el mecanismo de recibir dinero. La mayoría de las subvenciones científicas, hoy en día, se reciben sobre cosas que pueden ser catástrofes. Ahora, si lo que propones es algo más sencillo y puede aportar un bien inmediato, recibes menos dinero.

P: Si tenemos más y mejor información, tecnología, hallazgos científicos u ocio, ¿por qué la Humanidad sigue aborregándose?

OS: Yo creo que no nos seguimos aborregando. Vamos muy despacio: Machado decía que en España, de diez cabezas, nueve embisten y una piensa. Yo creo que estamos en el momento en que dos piensan y ocho embisten.

JMS: Ahí estamos de acuerdo. Retomo lo de la primera pregunta: los canales. Antes había un solo canal; ahora es un sindiós. Todo el mundo escribe, hace música, opina… Eso genera un ruido de fondo en el que te cuesta muchísimo distinguir qué es realmente bueno, y para el que necesitas una cualificación mayor que antes. Pero ese es el camino.

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P: Quizá no haya ahora más borregos, sino que sabemos que son más de los que creíamos.

OS: Sí. Gracias a las tecnologías estamos descubriendo que hay más de los que pensábamos. Hay más luz y, por eso, se ve más.

JMS: Efectivamente. Cuando tienes una habitación semioscura, parece que está limpia; cuando abres las persianas y las cortinas y entra la luz directa sobre el suelo, dices: "madre mía, ¿cuánto hace que he barrido?". Es exactamente lo mismo. Ahora bien, esa exposición pública y sin fronteras es lo que nos puede hacer crecer. Cuando ves una expectativa en la que todo el suelo está sucio, te puede dar la sensación de que este mundo es una mierda porque está todo sucio. Pero esa exposición a la realidad es la única que puede hacer que nos demos cuenta de las cosas. Es la diferencia entre la gente que dice "prefiero no saber cómo es el mundo para no tener que hacer nada" y la que prefiere saber cómo están las cosas, aún sabiendo que están muy mal.

P: En Todo tiende a cero menos tú han intentado combinar dos materias que, al menos, de cara a la galería, son irreconciliables: la literatura y la divulgación científica.

OS: No sólo la divulgación científica y la literatura: nada es incompatible con nada. Ahí están las posibilidades de crear. Se puede hacer un poema de la Luna, de una piedra, de un cristal… La misma Física. Las fórmulas físicas y matemáticas me parecen pura poesía, hay mucha belleza. Y cuando el denominador común de todo o de algo es la belleza, nada es incompatible.

JMS: Uno de los problemas de este siglo, lo dice Jorge Alcalde en su prólogo, es que, paradójicamente, estamos en el momento histórico en que ciencia y tecnología tienen más importancia en nuestro mundo. Yo soy de los que creen que el ser humano no pertenece a la naturaleza, sino a la tecnología, a la ciencia. Y en este momento, la gente se ha retirado del conocimiento científico, haciendo que parezca un reducto de frikis. Y es falso: todo el mundo vivimos de y con la tecnología. Sin embargo, hemos renunciado al proceso del conocimiento de la tecnología. La mayoría de la gente, cuando habla de conocimiento…, por ejemplo, los programas de preguntas de la tele, preguntan cosas de literatura o de historia. ¿Pero por qué no preguntan, por ejemplo, cuál es la raíz de 24?

OS: Mucha responsabilidad es de los poetas o los físicos, que no saben llegar al público. En el metro verás a la gente leyendo en el aparatito una novela, pero en la vida he visto a alguien leer un libro de poemas. A lo mejor es que el poeta no sabe llegar a los demás. Y los físicos, matemáticos, etcétera, tampoco han llegado.

P: Tanto en los poemas –de un modo constante, claro- como en los relatos –intermitente- encontramos grandes dosis de lirismo. ¿Qué tipo de musa es la que ofrece la ciencia?

OS: Una que lo ofrece todo.

JMS: La más potente: la verdad. El poeta busca la verdad, aunque su herramienta es el lenguaje humano, por así decirlo. El científico busca igualmente la verdad, pero con otro lenguaje, que son las matemáticas.

OS: La diferencia es la verdad del poeta, que no es absoluta, y la del científico, que puede serlo.

JMS: Y tampoco lo es. Me explico: el proceso científico te asegura, de antemano, que no tienes razón. Lo contaba muy bien Popper. Cuando un científico dice algo, esa no es la verdad absoluta. Es una aproximación a la verdad que ha conseguido depurando aproximaciones anteriores. Por ejemplo: Aristóteles mira a las estrellas y les da una explicación. Newton da un siguiente paso, mágico, señalando que las fuerzas de atracción de todos los cuerpos que existen en el Universo son los que hacen que esas fuerzas de atracción y repulsión entre sí genere una armonía. Y luego llega Einstein y dice: lo de Newton es mentira, es de otra forma. Así, lo único que te asegura la ciencia es la capacidad para que cualquiera de nosotros pueda rebatir a cualquier otro. Pero nunca te va a asegurar que ese principio que esté en vigor en ese momento sea el definitivo. Lo único que te asegura es la dirección. Y eso lo hace el poeta: busca la verdad con las herramientas de las que dispone.

P: ¿Fue antes el número o la palabra?

OS: Yo soy de palabra, pero creo que en el número Pi está todo. Creo que el número es antes que nada.

JMS: Totalmente de acuerdo. El Universo existía antes de existir el ser humano. Y el lenguaje del Universo es el número.

P: ¿Se puede someter el amor a alguna ley científica?

OS: El sometimiento ya me chirría, pero, ya puestos, vamos a someter (Risas). Seguro que sí hay fórmulas. Más que para someter, para explicar. Decir: "El amor es esto".

JMS: Otro de los grandes males es el concepto de "amor". Vivimos en una sobrevaloración del amor empalagosa, excesiva y desmesurada. Creo que, al final, cuando se habla tanto de amor, no se habla de nada. Cuando la gente habla sobre amor, en realidad habla sobre otras cosas: posesión, sometimiento, fidelidad… Pero les ponen el envoltorio de "amor" porque nos han enseñado que diciendo "amor", todo vale.

P: ¿Y la belleza? Escribe Juan Manuel en "Sobre el número Pi, el infinito, el destino, la belleza y el poder": "Por eso a veces sin quererlo, el matemático cuantifica la propia esencia de la belleza de una forma tan sobrecogedora que hace que el poeta sólo pueda admirar la hermosura de una ecuación y rendirse a ella guardando silencio como un verso en blanco…".

JMS: ¿Lo he escrito yo? (Risas) Al final, el Universo está descrito en números. Y ha habido científicos que con tres o cuatro letras han conseguido describir el Universo. ¡Es muy fuerte esto! Si eso no es belleza, si eso no es sobrecogedor… Maxwell es una de mis debilidades. Era poeta, se pasó toda la vida escribiendo poesía. De hecho, algunas de sus formulaciones las plasmaba en poemas. Bueno, él describió cuatro ecuaciones, las cuatro ecuaciones de Maxwell, que entrañan el comportamiento de todos los campos electromagnéticos del Universo. ¡Y tienen una belleza en sí! Estoy convencido de que él, desde su parte de poeta, dijo: "Joé, he escrito mi mejor poesía". Sin ninguna duda.

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P: Buena parte de los temas científicos se desarrollan a través de personajes que protagonizan hazañas sobrenaturales. ¿Es eso una paradoja?

JMS: Todo lo contrario. La ventaja de la ciencia ficción y los superhéroes es que nos ponen en un marco de realidad impostada. Te permiten generar un universo en el que tú marcas las leyes y las circunstancias. Ahí pones los personajes y les enfrentas a ese mundo. Esa contienda hace que el espectador se dé cuenta de una forma más gráfica, más absoluta, de ciertas preguntas que en el mundo real no te resultan tan obvias. En el mundo real, la gente no viaja a la velocidad de la luz. Pero si tú pones a un superhéroe viajando a la velocidad de la luz, puedes poner al espectador en el punto de mira de esa persona. No estás contando cosas falsas: las buenas películas de ciencia ficción tienen que ser coherentes, y ese mundo tiene que ser creíble.

OS: Un cómic, para mí, es más creíble que una peli de Bruce Willis. En el cómic, al personaje me lo han pintado para tener 10.000 habilidades. Sin embargo, Bruce Willis es de carne y hueso, salta tres edificios y no le pasa nada. Julio Verne no era adivino. Escribía e imaginaba otros mundos.

P: ¿Cuál es el grado de exposición personal que hay en estos relatos y poemas?

OS: En mi caso, mucha. Escribir me libera bastante. Puedo aprovechar para ser esa persona que no soy de cara a los demás. Hay mucha exposición, pero no me preocupa.

JMS: Yo voy más allá: es imposible escribir sin exponerte. Es obvio: todo lo que he puesto ahí lo pienso yo. Otra cosa es que engañes a la gente. O sea, que pueda dar la sensación de que todo eso que has pensado te ha pasado como tú piensas que te ha pasado. O que cojas de aquí y de allí y juntes cosas que no han sucedido en el mismo momento. Si realmente es tuyo el libro y no es de un negro (risas), lo has tenido que pensar tú. Es tuyo.

P: Finalizo con las preguntas que hace Óscar en el poema "Exterminio": ¿A dónde viaja el tiempo? ¿A qué lugar sin piel?

OS: Me gustaría saberlo, pero, en parte tampoco tener la certeza. Es como los trucos de magia: estoy deseando conocerlos, pero, en el fondo, no quiero conocerlos para perder esa historia. Me apetece saberlo, pero no quiero.

JMS: Yo voy a ser un poco más pragmático. Con esas dos frases, Óscar ha descrito el principio de la relatividad de Einstein: el tiempo no es independiente del espacio. El tiempo y el espacio son primos hermanos: si modificas uno, modificas el otro.

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