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Ajuste de cuentas de Juan Marsé con los Premios Planeta y sus "engendros novelísticos"

Marsé dimitió tras "apechugar con los ridículos engendros novelísticos pergeñados por Lucía Etxebarria y María de la Pau Janer".

Juan Marsé | Cordon Press

El escritor catalán no ahorra calificativos para describir su "nefasta experiencia como jurado" de los premios que otorga la familia Lara desde 1952. Empieza Marsé en un artículo en El País: "era octubre y lo primero que me pidió Lara fue que reservara la noticia de mi dimisión a la prensa hasta días después de la entrega, y que, por favor, asistiera a la fiesta". Ante todo dar buena imagen.

El autor de Si te dicen que caí puso varias condiciones para seguir con el teatrillo, con "la fastidiosa parafernalia del premio". Por ejemplo librarse de la rueda de prensa con portavoz que se convoca un día antes de la gran noche y "cuya finalidad era meramente propagandista, incluido el generoso obsequio de la editorial a los periodistas", encuentro en el que "año tras año" se dicen "las mismas obligadas mentiras sobre la superior calidad literaria de los originales", dice Marsé.

"Me tocó apechugar con los ridículos engendros novelísticos pergeñados por Lucía Etxebarria y María de la Pau Janer".

De toda su experiencia, Marsé centra sus críticas en la selección previa que hace el llamado "comité de lectura" a cargo de Emilio Rosales y cuya labor es dejar en cinco las obras que debe leer el jurado de relumbrón. El escritor catalán califica de "incompetencia escandalosa" la de este comité y por eso en su día pidió el listado con todas las novelas que se habían presentado al Premio Planeta. Un año antes de su dimisión, en 2004, aquel escandalizado miembro del jurado sugirió a José Manuel Lara que "hiciera algo al respecto", eliminando dicho comité "que predisponía erróneamente al jurado" y que le diera la opción de votar en blanco, "negando mi voto a novelas que son un insulto al jurado, a las expectativas de los demás concursantes y al mismo premio". Lara le prometió que al año siguiente lo haría.

"No me dio la gana de mentir y declaré: 'El nivel de calidad media de este año no sólo es bajo; es subterráneo'".

Y llegó 2005 y las cosas siguieron igual. El portavoz de los premios anunció a los periodistas que "los originales recibidos" ese año eran "de un altísimo nivel literario". Llegó la gran noche y Marsé recuerda que le "tocó apechugar con los ridículos engendros novelísticos pergeñados por Lucía Etxebarria y Maria de la Pau Janer", obra que "uno de esos lectores comandados por Rosales" calificó como "la novela que va a cambiar el curso de la literatura contemporánea". Para Marsé sin embargo lo de Pau Janer era un "tedioso artefacto".

Todo hubiera quedado en mal trago personal y profesional si no hubiera sido porque un periodista se saltó el guión, uno de esa "tropa previamente domesticada", la califica Marsé, pidiéndole su opinión sobre las obras premiadas. Dice Marsé, "no me dio la gana de mentir y declaré: 'El nivel de calidad media de este año no sólo es bajo; es subterráneo'".

En fin, el escritor que ha declarado que España es un país de incultos y cabreros, dimitió tras la concesión del Planeta 2005 y recibió lo suyo. Algunos le tacharon de "ingenuo" y otros de "pretencioso", "incongruente" y "desagradecido".

El reportaje de El País plantea la incompatibilidad entre un "premio comercial" y la calidad literaria de la obra elegida, hecho que, por supuesto, no es no sólo achacable a la iniciativa editorial privada. Pero "lo público" no es el objetivo de estos reportajes. Para Marsé "fue muy frustrante" advertir "que el negocio editorial primaba sobre la literatura".

El Premio Planeta se concede una vez al año, en otoño y es, con 601.000 €, de los premios literarios mejor dotados del mundo, sólo por detrás del Premio Nobel de Literatura.

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