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Leer, de André Kertész

Editan en España la obra más querida de Kertész. Un homenaje al lector, y a los libros.

Editan en España la obra más querida de Kertész. Un homenaje al lector, y a los libros.
Leer, de André Kertesz

Cuentan que el fotógrafo André Kertész sentía predilección por una colección de imágenes que había tomado a lo largo de toda su vida: en su Hungría natal, en París y en Nueva York, y también en los viajes a los que le habían llevado sus encargos para distintas revistas. Con esa mirada que le hizo convertirse, aunque tarde, en uno de los fotógrafos más reconocidos del siglo XX, retrató a lo largo de su vida a decenas de absortos lectores en todo tipo de escenarios y situaciones. Su trabajo se editó por primera vez en los años 70, convertido en una especie de homenaje a los libros y al íntimo acto de leer, aunque cada fotografía encierra una gran belleza más allá de lo que hacen sus protagonistas. La selección se reedita ahora en España, convertida en un libro de pequeño formato con casi 70 fotos en blanco y negro, conmovedoras para quienes aman la lectura y comparten con los retratados esos instantes de encierro, silencio y placer.

En las fotos, pocos de los lectores miran a la cámara. La mayoría son captados cuando se creen solos, muchos robando un instante de lectura en un entorno en apariencia poco propicio para ello -actores antes de entrar a escena, tenderos, vendedores ambulantes- y otros creyéndose solos, en su cuarto, en un parque. Ahí está la docena de fotografías de lectores en sus terrazas de Nueva York en días soleados, de espaldas al fotógrafo. Con ellos y con la luz de la ciudad de los rascacielos Kertész crea retratos impactantes, con la poesía del libro y la actitud de quien lo lee como centro de imágenes enmarcadas por las líneas rectas de los bloques de edificios del Greenwich Village o la Cuarta Avenida.

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Una de las fotos de Kertész en Leer

En algunas fotos, encontrar al lector, o al libro, se convierte casi en un juego para el espectador. En otras, el motivo es contundente y central. A veces juega con la esquina de un cuadro, con libros amontonados que captados por su cámara esconden una gran fuerza estética. En otras, la mayoría, Kertész retrata al lector que se cree solo en medio de una calle, en un jardín, en la intimidad de su habitación, en medio del carnaval. Con todo, lo esencial, el motivo que unifica todas las fotos, es el acto en sí de leer: el gesto concentrado de cada lector, su soledad, independientemente de donde esté. El fotógrafo, de influencias surrealistas en su juventud, parece invitarnos a imaginar qué leen, dónde están en ese momento, tan lejos de quien los observa.

En su nota a esta edición, el responsable de la obra de Kertész habla del momento actual, de cómo esta reedición llega en una época muy distinta, la de las pantallas y los libros digitales. Sí es cierto que al pasar las páginas es casi inevitable imaginar a algunas de las cabezas agachadas con un móvil en la mano en lugar de un libro. Pero seguramente no era mucho más fácil encontrar lectores en la época de las primeras fotos de Kertész. Estaban -están- ahí. Él supo encontrarlos.

ANDRÉ KERTÉSZ: Leer. Errata Naturae y Periférica (Madrid), 2016, 80 páginas.

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