Casi cinco mil años y unos tres mil quinientos kilómetros separan a España de los fastuosos faraones, sus místicas edificaciones y sus símbolos, amuletos y ritos mágicos que decidían el devenir del pueblo y que, curiosamente, nuestra cultura tiene muy enraizados. Supersticiones y costumbres populares muy propias de nuestra geografía que beben de las tradiciones de las dinastías del rey Escorpión, Ramsés I o Nectanebo II y del pensamiento que brotó en las fértiles riberas del Nilo. Es la herencia mágica que España adquirió de Egipto.
Licenciado en Ciencias Físicas en la especialidad de Física de la Tierra y del Cosmos por la Universidad Complutense, Javier Arries (Madrid, 1963) ha rastreado la huella de esta cultura ancestral en nuestro tiempo en el libro Magia en el antiguo Egipto (Luciérnaga). Arries se aproxima a las artes ocultas en un libro que afronta desde una perspectiva "histórica y antropológica" sin asumir o rechazar la existencia de la magia. "Eso se lo dejo al lector", asegura. "Mi intención es encontrar en nuestra propia cultura cosas que nos remiten a este país y devolver al lector esa fascinación por Egipto, que acuda a los museos sabiendo qué es lo que está viendo".
El autor dibuja una perspectiva geográfica e histórica de Egipto a través de sus mitos y creencias en una época en la que la magia estaba presente de forma continua en tres importantes facetas de los egipcios. Por un lado, existía una magia que se usaba en los ritos funerarios para asegurar la vida en el más allá del difunto; por otro, la magia de lo cotidiano, la que se empleaba para afrontar o prevenir los peligros que acechaban a los ciudadanos; y por último, los ritos mágico‐religiosos celebrados en los templos para mantener el "Orden del Universo". "La magia era fundamental para la buena marcha del Estado", confirma Arries.
Uno de los aspectos más singulares de Magia en Egipto es que rastrea la huella de ese pensamiento hasta nuestro tiempo: "Esa fascinación por lo mágico ha influido a nuestra cultura. No hay ninguna civilización en la que no se haya desarrollado algún tipo de magia. Se encuentran en todas las partes del globo, disfrazadas de las propias peculiaridades culturales de cada lugar", dice Arres, autor de otros libros como Objetos Malditos (Luciérnaga, 2015).
Arries pone de ejemplo la creencia en el mal de ojo, que "parece algo reciente y sin embargo lo encontramos en inscripciones del antiguo Egipto". Se representaba en la escritura jeroglífica como un ojo junto a un cuchillo. Hoy en día, en el Mediterráneo, tanto cristianos como musulmanes y hebreros, describe el libro, portan cuentas de vidrio en forma de ojos azules como símbolo protector. Ese "poder perverso de los ojos" era y es temido. "Si nos vamos al norte de España, a la costa atlántica, entre los ganaderos y buena parte de la población existe esa creencia en el aojamiento. Muchos ganaderos temen que alguien con la mala mirada aoje a su ganado. Se portan amuletos con símbolos que aparecen en bajorrelieves de hace miles de años hechos por pastores egipcios en momentos críticos", apunta Arries. Se conoce como la higa y se forma poniendo la mano en forma de puño e introduciendo el pulgar entre el dedo medio y el índice.
También quedan vestigios de los tiempos de los grandes faraones en las procesiones de Semana Santa "que creemos tan nuestras". "En el antiguo Egipcio, las divinidades eran trasportadas en barcas y detrás iban sacerdotes vestidos de blanco y mujeres que entonaban himnos. Se usaba para obtener oráculos".
Más allá de los indicios egipcios encontrados en nuestras costumbres, Arries describe en este libro un sinfín de amuletos -esos que fascinan hasta el punto de ser hoy codiciados en los canales ilegales de compra y venta- y ritos al objeto de trasformar sus años de estudio en una guía.
El mago prepara un cuenco de bronce sobre el que se ha grabado una imagen de Anubis, señor de los muertos, conductor de almas. Lo llena de agua y lo cubre con aceite. El médium, un niño, se tumbará sobre cuatro ladrillos con un paño sobre la cabeza. A un lado del chico, el mago enciende una lámpara. Al otro pondrá un incensario sobre el que quemará una mezcla de perfumes. Luego canta una invocación a Anubis. El niño mirará el cuenco […] y en la superficie se le manifestarán visiones.
"Son muy curiosos los ritos adivinatorios en los que intervienen niños. Los egipcios pensaban que eran los mejores médium porque hacía poco que habían venido al mundo físico y todavía sus almas estaban pegadas a ese otro mundo invisible en el que creían a pies juntillas", apostilla.
Javier Arries aborda otras aspectos como la magia protectora contra seres de ultratumba, las cartas a difuntos, las posesiones y exorcismos, los amarres o los criados mágicos. "El mago es el primero de los científicos", dice. "Intenta conocer el mundo, cuáles son los principios de la creación y en su imaginación piensa en un poder mágico".
Javier Arries. Magia en el antiguo Egipto. Editorial: Ediciones Luciérnaga. 352 páginas. PVP: 19,00€.