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Josep Pla: Los "pequeños detalles verdaderos"

Su maestra es El cuaderno gris, pero hace un par de años se publicó otro fragmento de sus diarios La vida lenta, referido a 1956, 1957 y 1964.

Josep Pla, periodista y escritor español | Fundación Josep Pla

He pasado unos días en la Costa Brava, una de las regiones más hermosas de España: allí, he tenido ocasión de visitar la Fundación Josep Pla (situada en su casa natal, en Palafrugell) y de leer, una vez más, a este maestro de la prosa, en catalán y en castellano. Me gusta siempre citar el juicio de Dionisio Ridruejo: "El mejor escritor español del siglo XX".

Algunos considerarán esta valoración algo exagerada pero no creo que nadie discuta que se trata de uno de los mejores periodistas españoles de toda la historia, junto a Larra, Azorín, Chaves Nogales... Para ser más popular, le perjudica la gran amplitud de su obra, que incluye miles de páginas, y algunas de sus actitudes políticas. Lo reivindicó un excelente espectáculo de Joglars, con una escena absolutamente inolvidable: el encuentro entre Jordi Pujol y Pla (el gran actor Ramón Fontseré).

La obra maestra de Pla (1897 – 1985) es El cuaderno gris, traducido al castellano por Dionisio Ridruejo y Gloria de Ros. Hace un par de años se ha publicado otro fragmento de sus diarios (su género predilecto), La vida lenta, referido a los años 1956, 1957 y 1964. Al comienzo, el escritor está llegando a la sesentena. En 1956, cuenta sus viajes por el Mediterráneo, el Norte de Europa y Mallorca (donde se encuentra con Camilo José Cela). En el 1957, visita Suiza y Austria, Argentina y Brasil. En el 65, muere su madre y reelabora El quadern gris.

A Pla no le interesa demasiado la ficción: nos ofrece siempre una visión auténtica, fresca, de la realidad. Sus notas de agenda son breves y concretas. El escritor es escéptico como Montaigne (uno de sus ídolos). Aborrece las ilusiones ideales ("¡El daño que ha hecho este invento, el dolor estéril que ha producido!"). Es racionalista e irónico. Busca la sencillez, la autenticidad, la energía vital. Le repugnan la afectación, la comedia, la vanidad de los que quieren parecer importantes. Confiesa su gusto por las virtudes burguesas, con profundas raíces en su tierra: "Es posible que la admiración que siento por todo lo que es burgués, limpio y libre, que la creencia que tengo en alguna forma de la justicia, de bienestar y de diálogo correcto se deba, en cierta manera, a haber entrado en la vida por la rambla de Figueras".

Estos diarios nacen de la soledad, la vejez, el insomnio. ("Sensación de envejecimiento, de asco general y depresión extrema"). Habla de sus amigos: Vergés (su editor), Néstor Luján, Vicens Vives, Ridruejo, Montsalvatge... Lee a La Bruyère, Molière, Voltaire, Dostoiewsky... Refleja su relación sentimental con Aurora Perea (1910-1968). ("Esta chica tiene razón. Me lo he perdido todo. He sido un borrico. La tendencia a la ternura me lleva, por huir del ridículo, a la dureza y al exceso").

La raíz profunda de Pla está en su tierra del Ampurdán, en su vieja masía del siglo XVII, en los objetos cotidianos: "Me hace ilusión volver a casa... Esta casa me ha salvado la vida".

Observa Pla incansablemente los paisajes, las figuras humanas, y trata de reflejarlos por escrito con exactitud, con sencillez. Su clave literaria consiste en olvidarse de las abstracciones para dar detalles concretos, esos petits faits vrais que pedía Stendhal: "El interés de toda obra literaria – el interés diríamos básico, primario –se encuentra en los detalles, ante los cuales tiene que escoger. A veces, un detalle, un adjetivo, sugiere en el lector todo un mundo". Eso es lo que logra Pla: por eso es tan gran escritor.

Josep Pla: La vida lenta. Notas para tres diarios (1956, 1957 y 1964). Edición y prólogo de Xavier Pla; traducción de Concha Cardeñoso. Barcelona, ed. Destino, 2014, 432 págs., 19’95 euros. ISBN: 9788423348749.

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