Sabida es la incapacidad comunicativa del centro derecha español en todas sus variantes, muy acentuada, desde luego y especialmente, en el PP. Lo máximo que se les suele ocurrir, por poner un ejemplo, cuando se enfrentan a los líderes de Podemos es decir estalinistas, bolivarianos, leninistas, chavistas, esto es, alusiones descriptivas y /o conceptuales. Nunca se les oye decir "los kremlins", verbigracia, o "los bolivasaurio". Obsesionados con un presunto rigor analítico, no perciben las andanadas metafóricas de que son víctimas, ni sus daños esenciales ni el poder de la metáfora en la comunicación política.
El problema debe ser que o no leen o que sólo leen informes de tres folios preparados por asesores. Si leyeran algo más que resúmenes simplificantes, sabrían que fue Ortega el que escribió:
Del arsenal de sensaciones, dolores y esperanzas humanas extraen Newton y Leibniz el cálculo infinitesimal; Cervantes, la quinta esencia de la melancolía escéptica; Buddha, una religión. Son tres mundos diversos. El material es el mismo en todos; sólo varía el método de elaboración. De la propia manera, el mundo de lo verosímil es el mismo de las cosas reales sometido a una interpretación peculiar: la metafórica. Ese universo ilimitado está construido con metáforas. ¡Qué riqueza! Desde la comparación menuda y latente, que dio origen a casi todas las palabras, hasta el enorme mito cósmico que como la divina vaca Hathor de los egipcios, da sustento a toda una civilización, casi no hallamos en la historia del hombre otra cosa que metáforas. Suprímase de nuestra vida todo lo que no es metafórico y nos quedaremos disminuidos en nueve décimas partes. (1)
Es más Ortega hacía de la metáfora, esencia de la poesía o poesía misma, un instrumento de las ciencias sociales y, desde luego, de las ciencias físicas:
La poesía es metáfora; la ciencia usa de ella nada más. También podía decirse: nada menos. (2)
La función de la metáfora en la ciencia es, inicialmente, perfectamente explicada por Ortega:
Cuando el investigador descubre un fenómeno nuevo, es decir, cuando forma un nuevo concepto, necesita darle un nombre. Como una voz nueva no significaría nada para los demás, tiene que recurrir al repertorio del lenguaje usadero, donde cada voz se encuentra ya adscrita a una significación. A fin de hacerse entender, elige la palabra cuyo usual sentido tenga alguna semejanza con la nueva significación. De esta manera, el término adquiere la nueva significación al través y por medio de la antigua, sin abandonarla. Esto es la metáfora.(3)
En definitiva, la metáfora es un procedimiento intelectual útil para el conocimiento. Imaginen su utilidad para las creencias y la política.
La metáfora es un procedimiento intelectual por cuyo medio conseguimos aprehender lo que se halla más lejos de nuestra potencia conceptual. Con lo que más próximo y lo que mejor dominamos, podemos alcanzar contacto mental con lo remoto y más arisco. Es la metáfora un suplemento a nuestro brazo intelectivo, y representa, en lógica, la caña de pescar o el fusil. (4)
La metáfora es, realmente, una verdad, es un conocimiento de realidades, no una mera figuración. En un ejercicio de asombrosa fecundidad, Ortega llega a decir que también la poesía es investigación y que descubre hechos tan positivos como los que descubre la ciencia, camino de rosas para María Zambrano. (5)
De hecho, llega a decir en algún momento que la ciencia, por su carácter imaginativo, es "hermana de la poesía" (6) cosa en la que insiste en el siguiente texto, en que contrapone a ambas con la seriedad del vivir:
De este modo sitúo la ciencia y la teoría más cerca de la poesía. Hay además, otra porción de razones para ello. Y evitamos de este modo confundirlas con la irremediable seriedad del vivir. Literatura y ciencia pertenecen al mundo irreal de la fantasía. Ese es su lugar, ése es su puesto y ése es su papel. (7)
La metáfora no es, pues, algo accidental. Probablemente, como con más radicalidad vieron Nietzsche y Borges, es posible que el mundo no sea más que la sucesión de unas cuantas metáforas en continua y sucesiva batalla campal impulsada por los deseos y el poder. Es decir, quizá no hay fundamento y todas las metáforas son igualmente válidas con tal de que tengan coherencia interna y belleza. (8)
Ortega se limita a sospechar que la metáfora es algo más que una figura literaria, que tiene funciones cognitivas reales y que incluso actúa de "espacio" relativo en el que los grupos humanos se dotan de sentido histórico. Yendo incluso más allá, Ortega, extremando la argumentación, afirma que, como demuestra la lógica de la época, toda expresión, sea cual sea, es metáfora porque existe un abismo constante entre lo pensamos y lo que decimos, que lo que decimos no se ajusta nunca al pensamiento, sino lo que sugiere y que, por ello, todo decir es metafórico. (9)
La riqueza del significado de la metáfora
Bien, creo que ya se ha aportado el material suficiente para atisbar siquiera cuál es la riqueza del significado de la metáfora en la idea de la ciencia de Ortega. En mi opinión, resumo, otorga dos sentidos diferentes a la metáfora y ambos pueden ser actualizados, muy especialmente en el ámbito de las ciencias sociales y políticas.
Por una parte, metáfora, es, en el estudio orteguiano, un elemento constitutivo del conocimiento que interviene decisivamente en el "modelo" que el científico se hace de la realidad. Es más, tal modelo tiene un comienzo lingüístico metafórico y en todo el proceso se mantiene una tensión metáfora-realidad, que, como indica con precisión, va del más al menos. La metáfora científica tiene como destino la pérdida de la libertad inicial y el encadenamiento a la necesidad, cosa que no le pasa a la metáfora poética. Pero este aspecto puede relacionarse con la tesis de la teoría de los modelos –tesis que defiende que la metáfora es al lenguaje poético lo que el modelo es al lenguaje científico-, que analiza con su exquisita minuciosidad Paul Ricoer, que considera muy fecunda la idea de un parentesco entre modelo y metáfora, que es lo que yo creo que Ortega apunta. (10)
El segundo sentido, que reconoce la presencia de metáforas comprehensivas de la realidad y el mundo globalmente considerados, puede y debe ser actualizado en tanto que en el siglo en el que vivimos, se admitan o no las tesis de Huntington sobre el conflicto de las civilizaciones, es preciso que cada cual, cada una de ellas, determine cuál es la metáfora o las metáforas que dan fundamento a su sistema de creencias y reflexione sobre cuál es el grado de incompatibilidad con las demás que coinciden con ella en el momento histórico.
En ambas direcciones, podría desarrollarse a partir de las ideas de Ortega, una vigorosa actualización del papel de la metáfora en la metodología de las ciencias sociales, y naturalmente, los estudios políticos.
Es más, sin otra pretensión que ser una puntada, añadiré que la metáfora en Ortega podría ser relacionada, en su segundo sentido, con la crisis de los deseos que él detecta en la civilización occidental. Las necesidades del hombre dependen de sus pretensiones, de sus deseos.
Pone como ejemplo el del nuevo rico: no sabe desear, no desea nada, sino lo que desean los demás, deseo tópico. La enfermedad básica de nuestro tiempo es una crisis de los deseos. Europa padece "una extenuación de su facultad de desear", decía en su "España invertebrada", (11) tan actual y de actualidad hoy.
El centro derecha español y sus representantes siguen sin comprender que una estrategia metafórica, no sólo relacionada con lo que es sino con lo que debería ser en función de los deseos reales, es un instrumento esencial de la comunicación política.
Al fin y al cabo, sólo hay una manera de predecir el futuro: atreverse a construirlo y el modelo político de convivencia que se quiere construir debe poder ser expresado en grandes y precisas metáforas que mueven mucho más la conciencia de las personas y las sociedades que la economía. Pero explicar esto al centro derecha español parece ser una misión imposible.
(1) Ortega y Gasset, José, Obras Completas. Revista de Occidente, 7ª edición, Madrid, 1966 Teoría de lo verosímil en Renan, 1909, tomo I, pág. 449-50.
(2) Op. cit., Las dos grandes metáforas. En el segundo centenario del nacimiento de Kant, 1924, tomo II, pág. 387
(3) Ídem. pág. 388
(4) Ortega y Gasset, ídem, pág. 391
(5) Ortega y Gasset, ídem, pág. 391
(6) Ortega y Gasset, op, cit., En torno a Galileo, 1933, tomo V, pág. 17
(7) Ortega y Gasset, op.cit., Sobre la razón histórica, Buenos Aires, 1940, tomo XII, pág. 157
(8) Sobre este particular, me ha resultado muy interesante la lectura de Martin Hollis y su examen de las creencias. En Hollis, Martin, Invitación a la filosofía, Ed. Ariel, Barcelona, 1986, capítulo 5, La trama de las creencias, págs 109-123.
(9) Ortega, op. cit. Sobre la razón histórica, tomo XII pág. 168
(10) Ricoeur, Paul, La metáfora viva, Editorial Trotta, 2001, 2ª edición, pág. 316 y ss.
(11) Ortega y Gasset, op.cit Meditación de la técnica, tomo V, pág. 344