Este lunes, en la Biblioteca Eugenio Trías de la Casa de Fieras de El Retiro, Camilo José Cela Conde (1946) ha dicho que la resurrección literaria de su padre, Camilo José Cela, "vendrá poco a poco y de otra manera", "en la medida en que se ha convertido en un clásico". "En un clásico raro –añade–, divertido, parece que escribe ahora mismo, como Quevedo, pero los clásicos raros son necesarios". El centenario de su nacimiento –este miércoles– no es mala excusa para sacarlo del purgatorio y, quizá, por eso, el hijo del Nobel publique en Destino Cela, piel adentro, "el resultado de pasar Cela, mi padre –obra que vio la luz en 1989– por el tamiz de las cartas que se cruzaron CJC y Charo", su madre.
"No tienen ningún interés", le dijo Rosario Conde a su hijo cuando le entregó las misivas en una caja vieja. En Cela, piel adentro, Camilo José Cela Conde las encaja como material inédito, como detalle personal y literario y, a veces, como antítesis del personaje. Encontramos cartas de cuando arrancaba como profesional, de cuando veraneaba en la casa de un tío gallego, mientras "está naciendo un escritor que no cuadra nada con el CJC que conocemos; casi pensaría que está en sus antípodas". Se manifiesta un hombre "joven, angustiado, cargado de contradicciones, capaz de tener un empleo en la censura del general Franco y, a la vez, estar escribiendo Pascual Duarte".
Cela Conde se ha limitado a utilizar estas epístolas "como ilustración de ese Cela diferente que yo no fui capaz de ver", por eso de crearse ese personaje innato al "oficio de escritor": "Mi padre se creó varios. El vagabundo de los libros de viajes no tiene nada que ver con el de la entrevista, con televisión de por medio, en que tira a una reportera a la piscina. Es una reconstrucción literaria, y es muy cómodo ampararse en el escudo cuando las cosas vienen mal pintadas".
Para que CJC abandone el purgatorio de los escritores y retorne a la gloria, Cela Conde cuenta a LD que "Destino va a intentar convertir en accesibles los libros de mi padre" –después, Emili Rosales, el editor, nos dice que "están publicando sus títulos más conocidos, unos veinte", y que otra cosa es lo que "haya o no en las librerías"– y nota un "interés renovado". "Soy consciente –dijo previamente– de que algunos de los libros de mi padre son lecturas obligadas en el colegio. Eso es un oxímoron: ¿cómo se puede obligar a leer?".
Además, Cela Conde señaló que su padre "estaría encantado con la celebración del centenario, y encantado con que lo que busca hoy la gente son sus libros", y reivindicó Madera de boj, una de sus mejores novelas: "Algunos autores tienen la imposibilidad de seguir escribiendo porque le han dado el Nobel. Con Madera de boj, mi padre vuelve al inicio, escribe una obra maestra que enlaza con sus primeros libros. Además, es el canto de un cisne: un año después, mi padre moría".