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El desastre del Príncipe de Asturias, el 'Titanic' español

Jorge Díaz rescata en Tengo en mí todos los sueños del mundo el hundimiento en 1914 de este vapor que conectaba Barcelona y Buenos Aires.

Jorge Díaz rescata en Tengo en mí todos los sueños del mundo el hundimiento en 1914 de este vapor que conectaba Barcelona y Buenos Aires.
Vapor Príncipe de Asturias | Wikipedia

Era el trasatlántico más lujoso de España, el gran orgullo de la marina mercante española junto a su gemelo el Infanta Isabel. Ciento cuarenta metros de eslora, construido en los astilleros de Kingston, Gran Bretaña, con capacidad para 1.900 pasajeros y una tripulación de entre 180 y 200 personas. Estaba dotado con los máximos adelantos en ingeniería naval del momento, tanto para aumentar su eficacia y velocidad como mejorar su seguridad. Contaba con una lujosa primera clase, con salones con exquisitos acabados, cubiertas de paseo acristaladas, bibliotecas y otras zonas de ocio que conquistaron a la prensa internacional.

El vapor Príncipe de Asturias conectaba España y Argentina. A bordo iban ricos empresarios, polizones, prostitutas, ilusos, desertores, campesinos, soñadores o recién casados. Su hundimiento en 1916 es la segunda mayor tragedia de la marina mercante española, tras el naufragio del Valbanera en 1919.

Jorge Díaz rescata esta historia en Tengo en mí todos los sueños del mundo (Plaza & Janés), una novela coral en la que ahonda en los distintos motivos por los que una persona podía, al borde de la Gran Guerra, comprar un pasaje para viajar al nuevo mundo en el Príncipe de Asturias. Díaz refleja con destreza la época aunque se pierde en los detalles de sus personajes, algunos reales, alargando esas tramas en detrimento de los hechos que se sucedieron a bordo del barco hasta su desenlace. Se trata de la cuarta novela de Díaz (Alicante, 1962), creador y guionista de la serie Hospital Central.

"Todo lo aprendido tras el hundimiento del Titanic en 1912 se ha utilizado para que el vapor Príncipe de Asturias sea de los más seguros de entre los que cruzan los mares de todo el mundo" pág.58. Aun así, el final fue el mismo. De ahí que se ganara el sobrenombre del Titanic español.

"El 17 de febrero de 1916, después de haber hecho cinco viajes de ida y vuelta a Sudamérica, el gran orgullo de la Naviera Pinillos y de la marina mercante española inicia su sexto periplo" (pág. 428). Fue el último. Se fue a pique cerca de la costa de Brasil tras chocar contra un arrecife. El capitán Lotina ordenó arriar los botes salvavidas y enviar la llamada de socorro, pero no dio a tiempo a nada. Solo cinco minutos tardó en posarse en el fondo del mar. No llegó a mandarse el SOS. "Todo está perdido ¡Pobre gente!", fueron sus últimas palabras. Al menos 445 personas murieron -es el dato oficial pero no se conoce con certeza por los inmigrantes que iban a bordo sin registrar-. Parte de los supervivientes llegaron a la playa de los Castellanos.

Lamentablemente, por eso escribe Jorge Díaz -y no les desvelo nada-: "En el fondo del mar reposan casi todos los sueños del Príncipe de Asturias".

Estas fueron las palabras de condolencia de Alfonso XIII el 8 de marzo de 1916:

La Reina y yo, profundamente conmovidos al conocer la triste noticia del naufragio, compartimos de corazón el dolor por la pérdida de tantas y tan preciosas vidas. Le ruego transmita a las familias de las víctimas la expresión de nuestro pésame más sincero.

Jorge Díaz. Tengo en mí todos los sueños del mundo. PLAZA & JANÉS, 2016. ISBN: 9788401017667. 466 páginas.

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