Se ha hecho famosa Colette (1873-1954) por su vida escandalosa: tres maridos (el primero, Willy, con el que firma algunos libros), bisexualidad, artista de cabaret, además de cultivar varios géneros literarios. También ha contribuido a su popularidad el cine, con una veintena de películas basadas en sus relatos: Gigi, Chéri... Por su defensa de la libre sexualidad femenina, la siguen muchas feministas. A la vez, su calidad literaria ha sido muy reconocida; entre otras cosas, fue la primera mujer elegida miembro, primero, y presidenta, después, de la Academia Goncourt.
Cuenta Dúo la historia de un matrimonio feliz, Alice -de 36 años- y Michel -de 42-, hasta que él descubre que ella tuvo una aventura con su socio y amigo. A partir de ahí, la relación entre los dos se envenena: distancia, reproches mutuos, guerra psicológica... Todo ello, en el marco de una casa de campo, rodeados por una naturaleza muy hermosa pero también por unos vecinos muy chismosos, que aterran al marido.
Sugiere la autora varias veces que éstos no son unos personajes singulares sino unos símbolos del hombre y la mujer. Ella es ambigua, desprecia al marido tanto como al amante (digna heredera de Emma Bovary) pero, a la vez, no quiere hacerle sufrir; su infidelidad le parece algo "fútil"; considera necesarias cosas insignificantes.
Retrato implacable
Él –o todos los hombres– es lamentable, teatral, casi un payaso, contradictorio (dice querer la verdad pero...), un niño envejecido (no se sabe cuidar), habla con tópicos, es un farsante, vanidoso, carente de imaginación, incapaz de entender la sensualidad femenina... El retrato es implacable.
La inevitable consecuencia de todo esto es la incomunicación absoluta: "Estoy empezando a creer que un hombre y una mujer pueden hacerlo todo impunemente, salvo conversar. Desde el otro día, cuando uno de nosotros habla, el otro escucha con una cortesía de sordo, o contesta desde Dios sabe dónde, desde cien leguas de distancia, desde un arrecife en el que gesticula perdido, solo..." (p. 110).
Destaca la escritora, evidentemente, por su sutileza psicológica, que suele ir unida a descripciones de la naturaleza muy precisas y se expresa con detalles fisiológicos: el temor de Alice se traduce por una tibia gota imaginaria, que corre a lo largo de su espalda (p. 91). No en vano, Colette era lectora ferviente, a la vez, de Flaubert y de Proust.
El estilo es claramente impresionista: abundan los reflejos, las manchas de colores que parecen seres vivos, las luces cambiantes, como los rostros.
Leyéndola, he recordado un libro clásico que publicó, en 1948, María Campo Alange, siguiendo las huellas de Spengler: La secreta guerra de los sexos. En este relato, está descrita desde el punto de vista femenino: no es extraño que sean mujeres sus principales lectoras.
Colette. Dúo, prólogo de Milena Busquets, Barcelona, ed. Anagrama, febrero de 2016, 147 págs, 14’90 euros. ISBN: 978-84-339-3026-5.