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Pedro de Tena

La Navidad, por Federico García Lorca

No diremos que la Navidad es un tema principal de Federico Garcia Lorca, pero en la obra del poeta granadino hay hermosas estampas claramente navideñas.

No diremos que la Navidad es un tema principal de Federico Garcia Lorca, pero en la obra del poeta granadino hay hermosas estampas claramente navideñas. Algunos pensarán que tal sería en el primer Lorca, en el Lorca joven, pero no en el Lorca maduro. Pues lean estos versos llamados precisamente "Nacimiento de Cristo" de su Poeta en Nueva York:

Un pastor pide teta por la nieve que ondula
blancos perros tendidos entre linternas sordas.
El Cristito de barro se ha partido los dedos
en los tilos eternos de la madera rota.
.../...

El niño llora y mira con un tres en la frente,
San José ve en el heno tres espinas de bronce.
Los pañales exhalan un rumor de desierto
con cítaras sin cuerdas y degolladas voces.
La nieve de Manhattan empuja los anuncios
y lleva gracia pura por las falsas ojivas.
Sacerdotes idiotas y querubes de pluma
van detrás de Lutero por las altas esquinas.
En 1919, escribió en el poema "El manantial" otros versos, un grito sexual metafórico de raíces navideñas:
"Era un brotar de estrellas invisibles
sobre la hierba casta,
nacimiento del Verbo de la tierra
por un sexo sin mancha."
También tuvo una imagen de la Anunciación por parte del arcángel de la "propaganda", Gabriel, nombre tal vez de un primer beso infantil sobre un "gabrielillo":
"¡Ay, San Gabriel de mis ojos! ¡Gabrielillo de mi vida!...Dios te salve, Anunciación,
bien lunada y mal vestida.
Tu niño tendrá en el pecho/un lunar y tres heridas...En el fondo de mis pechos
ya nace la leche tibia..."
Y el romance deviene ambiguo y flamenco:
"Las guitarras suenan solas
para San Gabriel Arcángel,
domador de palomillas
y enemigo de los sauces.
San Gabriel: El niño llora
en el vientre de su madre.
No olvides que los gitanos
te regalaron el traje."

Precisamente, en el Portal de Belén hay más gitanos que pastores, aunque estos no faltan.

"En el portal de Belén
los gitanos se congregan.
San José, lleno de heridas,
amortaja a una doncella.
Tercos fusiles agudos
por toda la noche suenan.
La Virgen cura a los niños
con salivilla de estrella."

Incluso se acuerda de Belén en un poema en gallego dedicado a Rosalía de Castro:

"Os arados van e vén/dende Santiago a Belén./Dende Belén a Santiago/un anxo ven en un barco."

Y La Zapatera prodigiosa llama "pastorcillo de Belén" a un niño querido, estando ido, tiempo ha, su marido. Desde La Casa de Bernarda Alba resonaba: "Vamos a los ramos del portal de Belén." Incluso en un "romance con lagunas" diseña a un don Pedro a caballo que pregunta si es Belén la ciudad que divisa:

"A una ciudad lejana/ ha llegado Don Pedro./ Una ciudad de oro/ entre un bosque de cedros./ ¿Es Belén? Por el aire/ yerbaluisa y romero."

Del portal de Belén, se destaca San José, el de la varita de nardo aunque otros dicen que era de lirio, de azucena o de almendro con fundamento en los Evangelios Apócrifos de los que al parecer bebió la beata Anna Catalina Emmerick. Lorca no concretó la flor pero sabía de la varita.
"Por la rueda de San Bartolomé/y la varita de San José/y la santa rama de laurel,/enemigo, retírate/por las cuatro esquinas de Jerusalén".
También en el Romancero gitano estaba el carpintero:
"La Virgen y San José
perdieron sus castañuelas,
y buscan a los gitanos
para ver si las encuentran.
La Virgen viene vestida
con un traje de alcaldesa,
de papel de chocolate
con los collares de almendras.
San José mueve los brazos
bajo una capa de seda.
Detrás va Pedro Domecq
con tres sultanes de Persia".
Pero la Virgen María apenas está presente en los tiempos navideños lorquianos de Belén. En Mariana Pineda, además de la Virgen Santa y la Virgen Santísima, está la Virgen de los Dolores. En Bodas de Sangre, la Virgen de "Lurdes". En Los títeres de Cachiporra. Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita, la Virgen del Espino. Pero no la virgen recién parida en Belén, Mejor en Nazareth:
"María de Nazaret,/ que esconde en vuestros pechos/ blancura de su miel;/ flor única y divina,/ flor de Dios y Luzbel."
Es la María de Nazaret la que obraba milagros sobre las tentaciones de los anacoretas del desierto,
"la dulcísima y sagrada María de Nazaret en su camino de flores bajo la lluvia de luz estrellada."
La Virgen de la Navidad la ve más que en nada en cuadros. Por ejemplo, en la Colegiata de Covarrubias, cerca del Monasterio de Silos:
"está el gran retablo flamenco de la adoración de los Magos. La Virgen, llena de gracia candorosa y de movimiento musical, tiene al Niño sobre las rodillas para que reciba la ofrenda piadosa del rey negro, que sostiene un cáliz de oro entre sus
manos distinguidas..."
En su paseo claustral repara en otra, una inmensa Virgen bizantina, pintada de colores fuertes. Está sentada en un trono con el Niño en sus rodillas.
" En una iglesia abandonada encuentra una Virgen griega que bendice con la mano rota, mientras enseña al Niño que la mira amorosamente."

También percibe las "virgencitas" de Alonso Cano y en una elegía juvenil de 1919, trata del amor dormido que si tu cuerpo tocara,

"y como la virgen María pudieras brotar/ de tus senos otra vía láctea."

Es más cuando Antoñito el Camborio se está muriendo, Lorca le dice:

"Acuerdate de la Virgen/ porque te vas a morir". Pero en el portal de Belén, la Virgen apenas la ve.

De las estampas navideñas de Federico García Lorca, además de la tibia presencia de la Virgen María, está casi ausente el niño Jesús. Cuando Lorca alumbra la palabra Jesús, la expele como interjección. Para él, el niño apenas está en su peculiar belén. De hecho, la expresión "niño Jesús" sólo aparece una vez en sus obras cuando en Impresiones y Paisajes se refiere a las urnas ingenuas del Albaicín

"con Niños Jesús entre coronas, guirnaldas y arcos de flores de colorines".

El niño que le atrae no es el del nacimiento en Belén sino el niño Bautista. En su espectacular narración Degollación del Bautista, en medio de una guerra civil de negros y rojos, Federico canta ante las siete dentaduras postizas de Salomé:

"Era preciso algún beso al niño muerto de la cárcel para poder masticar aquella flor abandonada."

Y muere el Bautista de rodillas ante un degollador minúsculo y las vacas mugieron en todos los establos de Palestina. También escribió sobre la Degollación de los Inocentes pero sin mención alguna para el niño hebreo que escapó de Herodes. Escribió de niños, de las nanas, incluso de los niños tontos (¡escándalo para los correctos!), pero no del niño Jesús.

Para terminar, digamos que de los Reyes Magos hay dos ligeras menciones ya reflejadas y que el buey y la mula se le aparecieron una vez y de forma misteriosa en Nueva York:

"En las anémonas del ofertorio te encontraré, ¡corazón mío!, cuando el sacerdote levanta la mula y el buey con sus fuertes brazos, para espantar los sapos nocturnos que rondan los helados paisajes del cáliz."

Es el Cristo, preferentemente el de Judea, el de la tortura y la muerte, el que está más vivo en Lorca.

"Cristo moreno/ pasa/ de lirio de Judea/ a clavel de España."

Pero eso ya no tiene nada que ver con la Navidad y puede ser motivo de otra divagación.

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