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Mariano Rajoy y su pacto con el diablo. Hoy igual que ayer

Libertad Digital extracta algunos fragmentos del prólogo del nuevo libro de Federico Jiménez Losantos. ¿Por qué Mariano sólo oye llover?

Cartel electoral de 1986 | Archivo

Suelta masiva de terroristas etarras por la derogación calculada y no impedida de la Doctrina Parot. Octubre de 2013. Mariano Rajoy está presente y bajo un paraguas declara que oye llover "muchísimo". Es parte de su "letal e impenetrable silencio administrativo". Un ejemplo más de "la incomparecencia de la derecha", de la que habla Federico Jiménez Losantos en su último libro.

En Pontevedra, jurando el cargo como diputado

Los años perdidos de Rajoy (La Esfera de los Libros, 2015) es además de una llamada al orden, una radiografía de la política española desde el inicio de siglo hasta este momento, en que el régimen corrupto impartido por PP y PSOE puede estar a punto de retirarse a sus cuarteles de invierno. Episodios vistos desde la defensa de la libertad por un liberal que no se resigna cada mañana.

Federico Jiménez Losantos arranca con un Rajoy eterno y poco de fiar. Dio su palabra en el Parlamento gallego de que dejaba la política; año 1987; y aquí sigue, colgado como el autorretrato de Velázquez mirando a las generaciones venideras junto a sus Meninas.

"Hay que reconocer que si hubiera cumplido su palabra en 1987, la clase política española habría perdido su más sólido elemento de continuidad: ¡Treinta y cuatro años!" (…) "Diputado regional en 1981, en las primeras elecciones autonómicas, concejal del Ayuntamiento de Pontevedra, presidente de la Diputación pontevedresa, diputado Nacional en las elecciones de 1986 y vicepresidente de la Junta de Galicia. Desde el 22 de septiembre de 1987 en que anunció su retirada de la política, Rajoy ha sido diputado en Cortes durante nueve legislaturas, de 1986 a 2015; cinco veces ministro, de 1996 a 2002; tres años y medio de vicepresidente del Gobierno, de 2000 a 2003; casi ocho año jefe de la Oposición, de 2004 a 2001, y más de cuatro años de presidente del Gobierno".

En la mesa de edad del Parlamento Gallego

Ha sido difícil ponerle falta física a Rajoy estos años. Otra cosa son las faltas morales o los pecados capitales.

"Rajoy era el hombre que estaba allí pero que podría perfectamente no estar, porque no se sabía lo que era. Con las perspectiva de hoy, puede decirse que su carrera política ha consistido en renunciar a ser a cambio de estar, es decir, de seguir estando".

"¿Y qué era en tanto Rajoy? ¿Liberal, democristiano, neofranquista o populista?", se pregunta el periodista.

"Además su extraña personalidad, el mayor enigma de Rajoy es quizás su aparente animadversión a las ideas políticas".

Jiménez Losantos ha encontrado algunas claves de la política al despiste del líder del PP, "un tío peculiar pero agradable", así lo definió Pío Cabanillas. Habitaban en dos reseñas literarias publicadas a mediados de los años ochenta en el diario el Faro de Vigo. La más esclarecedora para el autor es la titulada "La envidia igualitaria", del año 1984.

Anuncia la política que, llegado al poder, ha seguido Rajoy y se resume en esta frase: "la huida, la simulación y la cortesía son medios de los que tiene que valerse el 'envidiado' para evitar provocar el sentimiento".

Huida, simulación y cortesía.

Estos tres principios han regido la acción de Rajoy desde que dejó de dejar la política hasta que se convirtió en el político español que lleva más años en las alturas. Y de los tres se destila el factor más sórdido de la supervivencia política, que es la tolerancia, cuando no la complicidad, con la corrupción.

Ruiz-Gallardón, Rajoy y Aznar

Al periodista le cuesta admitir que el que tiene enfrente no quiera brillar demasiado, porque no está en la naturaleza humana y menos en la de los políticos, pero sí en la de los políticos que entierran a los otros políticos.

Que se lo digan a Ruiz-Gallardón, por ejemplo.

Lo esencial del liderazgo de Rajoy en el PP ha consistido, justamente, en liquidar aquella efervescencia intelectual propia de la derecha en los años ochenta. Se tenía la sensación de estar acabando con el socialismo real y el electoral, con el Gulag y el "ogro filantrópico" del Estado, en feliz definición de Octavio Paz.

Ayer y hoy.

Los actores de todos los movimientos desde 2002 contra la legitimidad del sistema democrático son los mismos de entonces: la izquierda, el separatismo, los medios de comunicación, titiriteros incluidos. Y enfrente, con Rajoy en segundo o primer plano, una derecha política paralizada, una base social estupefacta y los pocos medios que defienden a la media España discapacitada, tan cercados como las sedes del PP y tan traicionados como sus militantes.

Dos capítulos destacan en estos Episodios Nacionales del siglo XXI. Uno es el atentado del 11 de marzo de 2004 en Madrid; y los dos días siguientes de masacre política, democrática y constitucional. Vamos con la mentira colectiva.

En tres décadas de periodismo, nada me ha hecho apreciar más esa profesión. Pero nada me la ha hecho más aborrecible que la investigación de la masacre.

El autor pide una investigación "fuera de cálculos políticos". El mayor atentado de Europa parece que sólo nos pasó a unos pocos.

He pasado varios años en el infierno de Sartre, que acertó al decir que el Infierno son los demás (…) Perdí mi trabajo y mi salud. Sin embargo, once años después del 11-M , debo confesar mi fracaso. No intelectual ni moral, pero sí periodístico, político y social. El 11-M ha triunfado.

Rubalcaba, Campo Vidal y Rajoy antes del debate electoral de 2011 en TVE

Regla básica del periodista con ínfulas de libertad y verdad:

Salirse de la jurisdicción progre no es jugar con fuego sino asegurar la ruina.

Da escalofríos leer en este libro la cita de otro publicado por el jefe del CNI en el 11-M, Jorge Dezcallar, cuyo título es Valió la pena;

Cuyo título, si no pareciera una burla, se acercaría bastante a una confesión.

Vayamos a los hechos. Losantos consigue en pocas páginas poner las bases de la novela negra de los atentados de Madrid: la destrucción de la escena del crimen. Páginas muy pedagógicas.

Y si Rajoy ha perdido años, hay otro que para nada. Zapatero los ha ganado.

La violencia como expresión política, la manifestación como sustituto de las urnas, la deslegitimación sistemática del adversario político, convertido en enemigo innegociable. Esa atmósfera de odio innecesario, impostado, cursi, granujiento.

Deberes para El que venga.

La independencia de Cataluña es –con el separatismo vasco– navarro, la corrupción, la politización judicial y el radicalismo islámico— el desafío más importante, y sin duda el más urgente, que deberá afrontar Rajoy o su sucesor en 2016.

La "legalidad asediada" no entiende de cortesías o huidas.

Pretender que la realidad no existe porque no es legal es como negar que haya crímenes porque el Código penal se muestra severo al respecto. Jugar al escondite de la realidad catalana con unas leyes que hace décadas que no se cumplen, ha sido, es y será perder el tiempo. (…) No hay otra vía que desandar lo andado y volver al camino que nunca se debió abandonar.

Losantos ha elaborado un calendario, día a día, de los años perdidos en Cataluña, en el País Vasco y Navarra. Y de la política antiterroristas del PP de Rajoy: agendadas quedan la suelta de De Juana, de Bolinaga, de Inés del Río y "las excarcelaciones masivas de etarras (fueron 59) de 2013".

Hace años era impensable que la información económica fuera parte fundamental de la crónica política. Por eso, en el libro también encontraremos los datos y los hechos de la que dice Mariano es su materia favorita. Echen cuentas y saquen conclusiones.

Y por último una pregunta: "¿Cómo recuperar los años perdidos de Rajoy?" Es simple: siendo conscientes de que:

la peor corrupción es la de la justicia (…) Nada es más urgente que la despolitización de la justicia.

¡Ay!, en casa del herrero, cuchillo de palo. ¡Mariano, tú, hijo de juez, del presidente de la Audiencia de Pontevedra! Seamos científicos propone el periodista,

En democracia y en ciencia el único método es prueba error, prueba error.

Aprendamos de nuestros errores.

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