Una biblioteca para anglófilos
Ignacio Peyró volvió esta temporada a LD Libros a seguir hablando del mundo anglosajón y del Reino Unido de la Gran Bretaña.
En esta ocasión se le pidió que hiciera una lista de diez -textos, autores- imprescindibles, y se decantó por los que sigue. Las síntesis también son suyas.
– La Constitución inglesa, de Walter Bagehot.
Considerado el más eminente de los victorianos, Bagehot, en esta "charla amena", nos adentra en los equilibrios propios del gran genio británico: el político e institucional, cuajado ante todo en la creación de la moderna monarquía parlamentaria.
– Reflexiones sobre la Revolución Francesa, de Edmund Burke.
Además de un orador extraordinario y un hombre público de integridad eminente, el irlandés Burke se ofrece como el mejor gozne para articular la conjunción –tan británica– entre liberalismo y conservadurismo. Para Laski, este es "el manual permanente de la sabiduría política".
– La Biblia en España, de George Borrow.
Borrow vino a la España del XIX con un propósito pintoresco: convertir a los españoles a la fe verdadera. El libro, en consecuencia, no puede ser más divertido.
– Manual para viajeros por España y lectores en casa, de Richard Ford.
De Ford no se sabe bien si fue un gran hispanista, un gran hispanófobo o bien una rara mezcla de ambas cosas.
– Apuntaciones sobre Inglaterra, de Leandro Fernández de Moratín.
La autoridad de Julián Marías encuentra en este librito de Moratín hijo "algunas de las páginas más vivaces, inteligentes, divertidas y bien escritas que podemos leer en castellano".
– Una danza para la música del tiempo, de Anthony Powell.
De Powell se ha dicho hasta el hartazgo que es el Proust inglés, pero Waugh añade que es un Proust mucho más divertido.
Serie novelística de un millón de palabras y doce novelas, aquí está toda la intrahistoria inglesa de la Gran Guerra hasta la contracultura.
–Vida de Samuel Johnson, de James Boswell.
Lytton Strachey, que no era hombre con gran reverencia hacia el pasado, considera esta biografía "uno de los éxitos más notables de la historia de la civilización". Baste considerar que Stevenson se administraba una página por día.
– Anatomía de la melancolía, de Robert Burton.
Quizá no haya tenido nunca muchos lectores: a cambio, cada uno de ellos se ha convertido en un devoto. Johnson decía que era el único libro capaz de hacerle madrugar, y no hace tanto tiempo que se ha dicho que es "el mejor libro jamás escrito" en lengua inglesa.
– Cualquiera de Nancy Mitford.
Cualquiera de las novelitas o las crónicas de la Mitford vale por mil ensayos sobre el humor y la excentricidad británicas –y es puerta de entrada para un mundo caprichoso y fascinante.
– Cualquiera de James Lees-Milne.
Considerado "el hombre que salvó Inglaterra", el hiperesteta Lees-Milne dedicó su vida a la conservación del patrimonio inglés con el mejor espíritu amateur, pero son sus diarios –puestos a la altura de los de Pepys– los que le garantizan un recuerdo perpetuo.
– Cualquiera de Philip Larkin.
El Eremita de Hull, santo patrón de los misántropos, supo juntar en su poesía un cierto desencanto de posguerra aliado a una potente visión moral. Por algo ha sido el poeta más amado de su siglo.
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