El salvaje atentado de París nos tiene que unir en un pacto antiyihadista pero también en un pacto proislámico. Para esto último, la mejor guía en el laberinto mahometano es Ayaan Hirsi Ali, que sigue amenazada de muerte. Esta politóloga y activista holandesa de origen somalí y musulmán, que padeció la ablación del clítoris (por mano de su abuela y contra el criterio de su padre), es una de las críticas más lúcidas y valientes del fenómeno islamista que está devastando el islam como un cáncer. Habitualmente escéptica sobre la posibilidad de que la religión fundada por Mahoma se pueda reformar para hacerla compatible con los valores del humanismo moral y la democracia liberal, en su último libro publicado, Heretic: Why Islam Needs a Reformation Now (traducido al español como Reformemos el islam), plantea un discurso en la misma línea de crítica a la religión musulmana pero con sutiles e importantes diferencias.
Mientras que en su anterior libro, Nómada, dudaba, como decía, de que el islam fuese una religión reformable, como sí lo son las otras dos religiones abrahámicas, el cristianismo y el judaísmo, ahora sigue siendo hipercrítica con la deriva totalitaria del islam pero, al mismo tiempo, plantea las bases para una reforma del mismo.
Establece Hirsi Ali en el corazón mismo de la religión musulmana una distinción clave basada en el Corán. Mientras que las primeras suras del libro sagrado, escritas en La Meca, están orientadas a fundar una religión de paz, las últimas, elaboradas en Medina, significarían un reverso tenebroso hacia un credo militarizado orientado hacia la guerra. Hirsi Ali así concibe una "guerra ideológica" en el seno mismo del islam, entre la facción Meca y la facción Medina. Para Hirsi Ali, "sólo los musulmanes Meca pueden ser los representantes y agentes de una Reforma islámica". Sobre todo porque pueden dar lugar a una tercera tipología de musulmanes, los "reformados" que, como ella misma, "asumen que su religión debe cambiar si sus seguidores no quieren verse condenados a un interminable ciclo de violencia política”.
Contra los fanáticos, violentos y, sobre todo, malos lectores (literalistas) del Corán de la vertiente Medina, la politóloga holandesa traza su plan de reforma del islam sobre cinco pilares básicos que eliminar: el infalible estatuto de Mahoma y la lectura literal del Corán; la prioridad del más allá sobre el momento presente; la sharia o ley islámica; el empoderamiento de individuos para reforzar tales leyes y costumbres; por último, aunque lo más importante en el corto plazo, la yihad (guerra santa).
Pero no sólo hay que domesticar el islam para hacerlo compatible con los postulados morales y políticos fundamentales de la Ilustración y la Modernidad. También en nuestras sociedades occidentales hay que enfrentar el desafío fascistoide de los movimientos intolerantes que, en nombre de la "sensibilidad" y la "seguridad", están implantando los dogmas de lo políticamente correcto, sobre todo en los departamentos de estudios culturales de las universidades anglosajonas, convertidas en reducto escrachador contra los que se salen del rebaño de falacias confortables. A todos ellos les dedica Hirsi Ali su herejía.
Para (...) que mucha gente -no sólo musulmanes sino también los defensores occidentales del islam- salga de su "zona de confort.
Hirsi Ali, como otros musulmanes ilustrados, por ejemplo Reza Aslan, está configurando un islam reformado que incorpore la tradición racionalista de Averroes, Al Farabi y Avicena. Lo que Lutero, Castellio y Erasmo hicieron para el cristianismo, desde la revolución y la reforma, es posible desde dentro del islam. Plantea Hirsi Ali que, en el siglo XXI, el islam será ilustrado o no será.