Dice en el epílogo Víctor de la Serna que "en este libro definitivo, Itxu Díaz nos ha ajustado las cuentas a todos". Se refiere a los cocineros cursis, "conceptuales" y a los que se expresan en “el lenguaje del vulgo”, los Víctors de este mundo gastronómico. Quizá la cocina está demasiado de moda. El otro día pedí que me cobraran en la gasolinera y el de la caja me contestó: ¡Si Chef!. La cocina necesitaba “esta sacudida de realismo crudo” citamos a de la Serna, y lo ha servido en frío, el periodista y escritor Itxu Díaz.
Hay dos clases de casas de amigos, esas en las que esperas una cena "guay", "apetitosa" y otras en las que con la tabla de quesos, el tupper del fiambre y la bolsa de patatas fritas irás que chutas. ¡Pero qué rico! Hay dos clases de compañeros de trabajo, los que traen la tartera de su casa de lunes a viernes y los que sólo la traemos los lunes, y es casi siempre el socarrat de la paella del domingo de casa de tu suegra. Cómo se compadece de su hijo, por haber dado con una chica como tú, tan de tupper de lunes.
A Itxu Díaz sólo le gusta la espuma de cebada, es decir la de la cerveza y no la que prepararía Ferrán Adriá con regaliz (se me ocurre).
En la cocina se ha superado ya casi todo. "León come gamba" (esa composición emplatada para los anales de la televisión) y Díaz propone un Pollo a la Coca-Cola tirando de imaginación... Víctor se lamenta de los filibusteros, ¡que lo han inventado y se lo han comido!
Ríanse con Aprende a cocinar lo suficientemente mal como para que otro lo haga por ti, un libro de humor muy marxista, de los geniales hermanos, rara avis en el panorama literario español.
Empieza repasando los útiles de cocina, "La olla es un recipiente en forma de olla que es imposible pasar por alto"; o el grifo, "en toda cocina debe haber, al menos, dos gritos. Uno de cerveza y otro de agua"; o el mortero, que "es, con toda seguridad, el elemento más importante de la cocina. Sobre todo si vives en un país en guerra".
Continúa el cocinero "a la fuga" con recetas simples, cómo calentar un vaso de leche o batir un huevo; o advirtiendo de las "actividades que queman": freír. Los aficionados sabrán lo que nunca debe preparese para un encuentro romántico "ajo con ajo" o "higadillos en general". Por supuesto el libro reserva un apartado para la cocina internacional. Los postres japoneses, "una invitación clara a la depresión para los golosos".
Para acabar, un ingrediente secreto recomendado por Itxu: "El corrector de ojeras" para " intentar que al besugo al limón no se le note demasiado en los ojos que no lo ha pasado especialmente bien en las 48 horas previas a su llegada a la mesa".
Para conocer un poco más al escritor, echa un vistazo al vídeo que ha preparado Libertad Digital acompañándolo con una deliciosa lata de mejillones en escabeche. (se me ocurre)