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Francisco Umbral y el columnismo que nunca se pudre

Jabois, Cruz, García-Abadillo y Lucas presentaron la última compilación de columnas del autor de Las ninfas o Mortal y rosa.

Francisco Umbral está tan vivo como Elvis. O más. Desde que muriera hasta hace un par de años, encontrar títulos suyos en las estanterías de las librerías -que no fueran de segunda mano- era tarea digna, como mínimo, de Indiana Jones. Las cosas han cambiado, que diría Dylan, y, ahora, sus novelas y sus columnas vuelven a hacer ruido, se reeditan, tienen su hueco en Twitter, etcétera.

Este miércoles se celebró en el Círculo de Bellas Artes un homenaje al autor de Los metales nocturnos o Las ánimas del Purgatorio. Se presentaba El tiempo reversible (Círculo de Tiza), un volumen que recoge un centenar de columnas de Umbral -50 publicadas en El País; 50, en El Mundo-, seleccionadas por el profesor Eduardo Martínez Rico. En la palestra, por parte del diario de Unidad Editorial, Casimiro García Abadillo y Antonio Lucas -prologuista de la obra-; por parte del de Prisa, Juan Cruz y Manuel Jabois. La enemistad íntima corporativa fue inexistente.

El primero en intervenir fue el periodista canario. Cruz resaltó la "muy notable" cantidad de jóvenes que está leyendo a Umbral "por primera vez, como si estuviera por las calles de Madrid". Señaló que el columnista "generó un ritmo sin el cual ya es imposible contar la vida en los periódicos". "Nosotros, los periodistas, sobre todo los jóvenes, se miden con Umbral. Umbral es un paisaje ineludible en la literatura y la prensa española", agregó.

Le siguió Antonio Lucas, quien dijo que su "memoria democrática comienza leyendo a Umbral" y que, a través de sus crónicas, "se puede ir arpegiando muy bien la historia interna de nuestra democracia". El columnista/poeta destacó que Umbral "llevaba en la sangre la capacidad de la observación, y la capacidad lírica de la observación" y que "desde la contra del periódico, ponía la cofa del día, el lector observaba el mundo a través de Umbral".

Lucas dijo que al maestro "no le hemos dejado tiempo para el limbo" -"Umbral sigue siendo noticia, generando leyenda"-, y que "ahora lo estamos leyendo con más placer que cuando estaba vivo. Él fue un gran excéntrico, y por ello tuvo que pagar un peaje muy alto".

Por su parte, el director de El Mundo, Casimiro García-Abadillo, contó que a él Umbral le sorprendió en la facultad, a mediados de los 70: "Era lo que me impulsaba a ir al kiosko para leer el periódico". Lo describió como un gran prescriptor -"Decía: 'hay que ir a esa discoteca', y la gente iba a esa discoteca"- y como un "magnífico definidor de personajes", y reivindicó la vigencia de sus textos: "Qué diferencia las columnas de Umbral con aquellas que 24 horas después ya huelen a podrido. Hoy, sus artículos están tan vivos como en aquella época. ¡Qué manera de hacer Periodismo!".

Los 'nuevos Umbrales'

El último intervenir fue Manuel Jabois, quien dijo que "de Umbral no envidio tanto el estilo, sino su mirada, a la espalda de la realidad". El periodista gallego remarcó que "los que escribimos en El Mundo arrastramos una condena: la etiqueta de 'el nuevo Umbral'" y señaló que eso supone un peligro: "El lector quiere el producto original, no el sucedáneo".

Jabois contó cómo descubrió la identidad del verdadero padre de Umbral, Alejandro Urrutia, y terminó su intervención diciendo que, en el Periodismo literario, "hay cosas que no caducan, como la metáfora, y Umbral era el dueño de la metáfora".

El acto finalizó con varias intervenciones del público, entre ellas, la de un señor que compró 25 ejemplares de Las ninfas -a 1 euro la unidad- y la de un primo del escritor, quien contó cómo se hizo la cicatriz que Umbral tenía en la mejilla.

Raúl del Pozo no fue porque tenía dentista.

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