En estos días donde la muerte de Eduardo Galeano ha reverdecido las páginas de su libro Las venas abiertas de América Latina, que alimentó desde los setenta todos los populismos de izquierdas, comprobamos con incredulidad la capacidad que siguen teniendo para mantener a todo un subcontinente en la indigencia democrática y económica. El mayor daño de sus páginas es haber dado una coartada perfecta a varias generaciones de latinoamericanos para huir de la responsabilidad en la miseria de sus pueblos y endosarla al colonialismo europeo y el imperialismo yanqui.
Se pregunta el autor de este libro de culto entre peronistas, montoneros, tupamaros, chavistas, evomoralistas, correístas y demás responsables de la escasa libertad y la excesiva pobreza de sus países por las causas de la prosperidad económica en EEUU y la pobreza de América Latina. Se trata de demostrar la coartada, de no ser responsable jamás de sus propias decisiones. Con unos aperos económicos tan manidos como efectistas entre su público, compara la Ley de Tierras de 1850 en Brasil, proclive a las oligarquías locales, con la Ley Lincoln de 1862 (Homested Act) en EEUU, que "aseguraba a cada familia la propiedad de lotes de 65 hectáreas. Cada beneficiario se comprometía a cultivar su parcela por un periodo no menor de cinco años" (pág. 212). Paradójicamente, escoge esta ley americana que promociona la propiedad privada y el afán individualista, para negarlas. Toda una constante en el manual de la izquierda latinoamericana, donde "la búsqueda del lucro, la competencia y la propiedad privada" son la causa de la desigualdad y la pobreza y no el acicate de la prosperidad, tal como se contrapone en Fabricantes de miseria (pág. 119).
Lo hemos visto en Argentina o en Ecuador, lo estamos viendo en Bolivia o Venezuela. El exabrupto contra el Congreso de los Diputados español de Nicolás Maduro y su caudillismo bananero no es fruto de la fatalidad, sino de aquellos polvos pseudorrevolucionarios, pseudoprogres, tan bendecidos por la izquierda europea, que nunca permitió en nuestros países lo que considera loable en los suyos. Hasta ahí llega la incoherencia, el fetichismo ideológico y el progresismo consentido de una izquierda europea acostumbrada a acogerse a sagrado en nuestras democracias, mientras alimenta su alma guerrillera de salón con la sangre y la libertad Latinoamericas.
Podemos no tendrá mayor recorrido, pero alguna cornada chavista puede dar a la sociedad española inadvertida. Por eso hoy me he animado a recomendarles dos lecturas persuadido de que no hay mayor antídoto contra el error que la información y el conocimiento contrastado. La primera, Las venas abiertas de América Latina, de 1971 y más de un millón de ejemplares vendidos; la otra, Fabricantes de miseria, de 1999 y corte liberal. No una u otra, sino las dos. Mi confianza en la inteligencia y la razón humanas es amplia cuando se sirven de su propio entendimiento para discernir con criterio.
Del primero lo saben todo. Los autores del segundo son el colombiano Plinio Apuleyo Mendoza, el cubano Carlos Alberto Montaner y el peruano Álvaro Vargas Llosa. Fabricantes de miseria. Las verdaderas causas de la pobreza en el Tercer Mundo, es, ya digo, de 1999. Lo creo imprescindible para medir la altura intelectual y científica de Las venas abiertas de América Latina. Incluso mejor que el Manual del perfecto idiota latinoamericano, de 1996, escrito por los mismos autores para desenmascarar las páginas de Eduardo Galeano.
Seguro que Eduardo Goligorsky, hombre lúcido y ducho en la estupidez de todo el siglo XX sudamericano y en el totalitarismo del mundo entero, estará de acuerdo con el envite. Cayetana Álvarez de Toledo lo hizo ayer en el Congreso de los Diputados.
PD. Aunque el propio Galeano renegó de su biblia, no renunció nunca a la ideología que la inspiró. Ni a sus consecuencias. Apoyó el chavismo hasta su muerte. El conocimiento inútil, de Jean-François Revel.