"No todo el mundo está capacitado para dirigir personas. Ni todo el mundo desea cargar con esa responsabilidad. Dirigir personas es gestionar emociones, objetivos, motivaciones, dificultades. Navegar con rumbo para que todos los que dependan de ti encuentren su puerto".
Así arranca el último libro de Patricia Ramírez, conocida psicóloga dentro del mundo del deporte, que ha trabajado con el Betis de Pepe Mel o el Mallorca de Gregorio Manzano. Así lideras, así compites es un manual, con instrucciones concretas, para conseguir el éxito laboral y profesional, que habla de valores como la honestidad, el juego limpio o la motivación.
Seas Bill Gates, José Mourinho o el vecino del quinto, encontrar el talento en tu equipo, sacar lo mejor de sus integrantes y saber retener a esas personas, forma parte de ser un buen líder.
PREGUNTA. Este libro está escrito desde su experiencia liderando equipos de fútbol de primer nivel y de su contacto con deportistas de élite. Está bastante enfocado al deporte, pero ¿a quiénes va dirigido?
RESPUESTA. Cualquier persona que tenga interés en gestionar personas de forma adecuada. Por gestionar personas me refiero a ayudar a que piensen de forma positiva, gestionar sus emociones, trasmitirles seguridad y valores, comunicar de forma clara, confiar en la gente... Esto se hace con un grupo de alumnos, de jugadores o con tus propios hijos.
P. En muchas ocasiones, un trabajador asciende por antigüedad más que por valía, pero ¿todo el mundo está preparado para ser líder?
R. Todo el mundo puede entrenar para ser líder, pero no todo el mundo quiere serlo. Hay muchas veces que a un trabajador, por antigüedad, le ascendemos y le cargamos de una responsabilidad que ni él mismo quiere tener; o, a veces, le damos responsabilidad sin darle la formación adecuada. Lo que conseguimos es bloquear a la persona y que esté sobrepasada. Si tú quieres entrenar esas herramientas para ser un buen líder, puedes hacerlo. La comunicación se entrena, al igual que la capacidad de escuchar, la empatía, el controlar la ira, etc. Son comportamientos. Otra cosa es que la persona no desee cambiar porque crea en otro estilo de liderazgo, que para mí, son completamente ineficaces, como puede ser el autoritario.
P. ¿Y por qué un jefe autoritario, con veinte años de experiencia, al que le han ido saliendo las cosas bien, iba cambiar su forma de actuar?
R. Debe plantearse que si las cosas han salido bien, podían salir mejor. Que salga bien no es solo una medida de éxito económico, sino que implica que los trabajadores tengan una satisfacción y estén a gusto. Que las cosas salgan bien tiene que ver con factores como el absentismo, el nivel de rotación de la empresa, las bajas voluntarias... Si tenemos un líder al que solo le importa vender, no hay nada que hacer. Si las personas somos felices y nos sentimos reconocidas, también hay un incremento de las ventas, junto al incremento del disfrute. La empresa tiene que ser un lugar donde me apetezca estar.
P. Dice que "las empresas inteligentes retienen el talento". ¿En cuántos casos se da?
R. La empresa inteligente es aquella que quiere rodearse de las mejores personas y se involucra para que la gente buena se quede. Tratando bien a su gente, poniendo un espacio para poder relajarse tomando un café. Una empresa que piense que si un talento se va, ya encontrará a otro, no es inteligente. Es una medida de presión, la gente no está cómoda sabiendo que en cualquier momento se puede ir.
P. Hablamos de tres tipos de líder: el autoritario, el democrático y el de estilo laissez-faire (que deja hacer). ¿Esta clasificación se puede extrapolar a la escena política?
R. Claro. Si pensamos en una de las variantes importantísimas del liderato, la credibilidad, la media de la clase política nos deja mucho que desear. Los ciudadanos no tenemos ya ganas de implicarnos en la política porque nos sentimos defraudados y pasa cuando no tienes la sensación de que quien te gobierna es honesto, creíble, sincero, trabajador, que antepone el objetivo grupal, en este caso el de la nación, por encima de los intereses personales... es como una indefensión aprendida, es pensar "para qué me implico si por algún lado me la van dar".
P. Y ¿qué tipo de líder es Mariano Rajoy o Pablo Iglesias?
R. No tendría una etiqueta para ellos. Tengo que conocer a la gente a nivel personal para hacer un juicio de valor. En general, detesto a las personas que no son capaces de tomar decisiones y que encubren a otras personas, las que te dan la sensación de que no son honestas. De Pablo Iglesias, poco puedo hablar porque no lo he visto crear. Para dirigir un país hay que tener muchísima experiencia. Le pedimos casi diez años de experiencia a un director general en una empresa. No llega una persona de 20 años y dirige una empresa. No sé si alguien con poca experiencia pero mucha pasión, puede hacer las cosas tan bien como alguien que ha pasado por diferentes responsabilidades hasta que dirige una nación.
P. Y las familia, ¿qué pueden aprender?
R. Los padres muchas veces nos guiamos en la educación por aquello que hemos recibido, por lo que vemos. El saber cómo convertir a tus hijos en personas seguras; cómo explicarles de forma clara las órdenes de la casa; cómo crearles expectativas para que ellos confíen en sí mismos y se vean capaces de cruzar los límites; cómo trasmitirles cariño y apoyo; aprender a no regañar ante el error y saber focalizarlo para que sea una forma de aprendizaje, etc. Son cosas que los padres tenemos que manejar para que sean hijos independientes y con autonomía.
P. En el plano deportivo, es un libro muy práctico. Plantea multitud de dinámicas y hace hincapié en valores de honestidad o la necesidad de sentir la camiseta. Un jugador, que es aclamado en todo el mundo, con un sueldo millonario, ¿está igual de receptivo o predispuesto que un niño de un equipo cadete de un barrio?
R. La honestidad o la lealtad poco tienen que ver con lo que cobran. Ese jugador, seguramente, cobra lo que cobra porque tiene mucho talento y en cada club en el que ha estado ha representado a su camiseta con éxito. No olvidemos que la gente que cobra mucho es por algo, es porque es muy buena. Normalmente, esa gente que cobra tanto es porque ha sido honesta y ha trabajado al 100%. Que tú tengas un talento no significa que vayas a ser brillante. Para eso necesitas trabajo. No pensemos que a la gente que cobra tanto le salen las cosas con la gorra, sino que es gente que lo curra. De Cristiano Ronaldo se habla que si es un tío súper trabajador y sanamente ambicioso porque se curra mucho su preparación física. Igual con el talento que tiene podía no hacerlo y ser mediocre, pero no, trabaja.
P. Y una vez que logras el objetivo, en el plano deportivo por ejemplo, lo ganas todo, ¿se puede mantener la motivación? Hace unos años se llegó a dudar de Rafa Nadal en este sentido.
R. Eso lo pondré en duda toda mi vida. Si algo tiene Nadal es un nivel de superación y de crecimiento personal tremendo. Cuando has cumplido con todos tus sueños, la manera de mantener la motivación es marcarte otro nuevo. Si tú has sido pichichi con 40 goles en una Liga, en la que viene hay que marcar 41.
P. El Real Madrid ha visto en los últimos años dos personalidades muy distintas en su banquillo: Mourinho y Ancelotti, ¿cuál es el líder acertado?
R. No hay un estilo de liderazgo acertado, el acertado es el que se adapta a tus jugadores. De puertas para fuera, porque no conozco personalmente a ninguno, me da mejores vibraciones Ancelotti. Soy partidaria de la gente prudente, tranquila, mediadora, que no necesita levantar la voz, con ganas de conciliar. Esa gente transmite una idea de 'puedes acercarte a mí que no hay problema'. Sobre quién lidera mejor desde dentro, no lo sé.
P. Hablando de cumplir objetivos, en los últimos años se han puesto de moda algunos manuales sobre el poder de la atracción, dirigido al público en general, en el que parece que solo basta desear algo con mucha fuerza y sentarse a esperar para que se cumpla.
R. Me río de eso (risas). El primer paso para cumplir un objetivo es desearlo, por supuesto. Cuando tú deseas algo, sueles estar más receptivo, sales a la calle con los ojos abiertos y te permite encontrar cosas, pero pensar simplemente que con desear, sin invertir en esfuerzo y trabajo, te va a llegar... raramente en la vida. Entre el deseo y el logro, en medio está el trabajo.